Capítulo 6
Una conversación sin terminar
A la mañana siguiente, padre e hija charlaban en la cocina mientras se preparaban el desayuno, Lois Vincent recordaba cuando su hija estaba aún pequeña.
–Estos huevos me hacen recordar esas mañanas en la villa, cuando bajabas corriendo a la cocina, siempre gritando “Mis huevos Ann!, por favor que no se quemen!” Lois Vincent imitaba las voces de su hija y su ex esposa lo que a Missie le causaba mucha gracia.
–Me causaba risa porque tu madre te decía enseguida “–Es que no puedes dejar a Ann tranquila una mañana, ella sabe cómo hacer tus huevos”–. y le respondías “–¡Si, pero a veces se le pasan y no me gustan así!, además mamá es con ella con quien hablo no es contigo” Jajajaja–. Rieron a carcajadas mientras se dirigían a la mesa. Missie puso los platos y al buscar los cubiertos le decía a su padre.
–¡Trae los vasos papá, por favor! –mostrándole los huevos que había hecho con orgullo, estaban enteros y con lo amarillo totalmente brillante.
–Míralos papá, sé hacerlos como nos gustan. También hago los jugos bien ácidos, Ann no solo los hacía especialmente para nosotros, sino que se esmero en que los aprendiera a preparar, papá. ¿Sabes qué? Extraño mucho a Ann y a Molé.
Al sentarse en la mesa su padre se torno serio.
– ¿Tu madre no ha regresado aún?–. Pregunto con curiosidad señalando a la puerta de la habitación de Elizabeth Leanders.
–No sé –Fue la respuesta, alzando un poco los hombros y moviendo la cabeza negativamente, como si no le daba demasiada importancia. Ambos guardaron silencio mientras desayunaban y al terminar, su padre empezó a hablar un poco contrariado y dudoso de lo que iba a decir.
–Missie, tengo asuntos importantes que solucionar en Luisiana, hay algunas cosas que creo ya es tiempo de que sepas, me gustaría que conversemos sobre ello, pero antes quiero preguntarte algo…
–Puedes papá, puedes hacerlo –le respondió.
–¿Tu madre te ha hablado de nuestra situación?
Directa siempre, Missie preguntó –:¿A qué te refieres exactamente?
Su padre dudó un poco antes de contestar –: A las razones por las que nos separamos –Missie frunció el ceño y acto seguido subió una ceja y levantando su mentón le señalo que siguiera…
–Tu madre y yo hacía más de 3 años que no teníamos intimidad, tú no podías saberlo porque nunca mostramos nada –. Calló un momento. Luego continuó hablando pausadamente.
–Yo aún amo a tu mamá, pero ella dejó de quererme, hace mucho tiempo.
–No me mientas papá–. Le atajó Missie. –Yo te vi con esa persona, yo sé que tenías un romance extramarital, y tú me viste en una oportunidad, sé que me viste esa noche, se que te diste cuenta que era yo la que estaba detrás de aquél árbol–. Dudó un poco, pero ya había empezado a hablar así que continuó.
–Ya sabía que ibas allí cada viernes y te seguí en varias ocasiones y allí te vi con ella. Tú engañaste a mamá–. La Missie que hablaba no era la niña que aquella noche él distinguió detrás de los árboles del lugar donde se encontraba con aquella mujer. Estaba crecida, hoy su padre se dio cuenta cuanto había crecido y madurado su hija. A pesar de todo, su hija le habló con respeto pero, dejándole claro que no la volvería a engañar sobre eso.
–No sabes lo que sucedía allí, no puedes juzgarme por solo verme con ella, quizás sea mejor que hablemos los tres, que tu mamá este aquí y así logres entender las cosas.
Missie no le habló con rencor, ni reproche, solo le dijo lo que había visto y que ambos tenían guardado por tantos años.
Cuando su padre se disponía a sentarse a su lado, sonó el timbre de la puerta.
Era Dereck que llegaba, entró al recinto y saludo al padre de Missie, quien en forma amigable y amena le invitó a sentarse con ellos e hicieron una charla amena por un largo rato, sin embargo, ésta visita, cortó la conversación que habían empezado padre e hija.
Más tarde, Lois Vincent se sintió cansado y diciendo que iba a dormir un rato antes de marcharse al aeropuerto se retiro al cuarto que le tenían allí reservado. Fue la condición de Missie a su madre cuando decidieron vivir en Canadá, que el sitio donde iban a vivir tendría un lugar para que su padre pudiera llegar y dormir en donde ella estuviera. Antes de entrar le recordó a su hija que le avisara cuando su madre regresara, “para hablar los tres sobre lo que te comenté antes”, fueron las palabras de su padre.
Al quedar solos, Dereck empezó a disculparse con Missie por lo sucedido la noche anterior.
–Sé que estuve muy mal, estoy apenado por ello. Mi madre me comentó lo que te hice, sabes que no soy asiduo a tomar y que me sienta mal, por eso vine tan temprano porque quiero me disculpes –bajando la cabeza mostrando que se sentía realmente apenado por lo sucedido. Dereck guardó silencio un rato, como esperando respuestas de Missie, pero ella solo estaba callada oyéndolo y mirando al vacio, para no mirarle a la cara mientras comentaba como para sí misma.
–Dereck, sabes eso, sabes que el licor te sienta mal, ¿entonces?
–Sí, pero es que no me di cuenta que estaba tomando tanto, quería que te sintieras bien, feliz y tú solo me evadiste toda la noche –le reprochó él.
–Disculpa si te hice sentir mal, estaba con mi padre, me sentí comprometida con él. Dereck, mi padre no está acostumbrado a tu gente. Yo sólo quería acompañarle, voló hasta acá solo para estar conmigo en mi cumpleaños y sabes perfectamente cuanto amo a mi padre, sabes que mi situación familiar no es muy normal que digamos…
–¡Sí, sí, sí. Perdón Missie! Quise hacer la recepción en mi casa por eso mismo, por tu padre, para que se diera cuenta de lo importante que eres para mí y por eso me dolió tanto tu indiferencia.
Missie le oía, le molestaba que siempre volviera a lo mismo y que ella estaba repitiendo lo mismo cada vez.
–Dereck, conoces mis sentimientos. Ya hemos hablado de esto. ¿No puedes dejarlo ya? No quiero que se estropee nuestra relación, no me hagas tomar una decisión que nos perjudique ahora. Ya estamos culminando nuestros estudios, pronto entregaremos nuestro proyecto y haremos las demostraciones necesarias, nos graduamos y ya decidiremos qué hacer, pero después Dereck, después.
–¿De nuevo eso Missie? Siempre me evades con esa respuesta. Lo único que me consuela es saber que no amas a otro, que no tienes a mas nadie en tu corazón, que no hay otro hombre cerca de ti, eso es lo único que me sostiene, porque de eso yo estoy seguro, puesto de que estoy contigo prácticamente todo el tiempo.
Error, grave error tener esa seguridad, porque cuando Dereck conoció a Missie ya ella tenía a alguien en su mente y en su corazón, solo que ni a ella misma era capaz de revelárselo, por el miedo a herirse por un amor que siempre creyó imposible.
“Si, estas siempre muy cerca de mí y sin embargo no puedes darte cuenta de nada” pensó muy a su pesar. “Eres un buen hombre Dereck, eres el partido perfecto para una mujer, por eso ni yo misma entiendo cómo no te veo más que como un amigo” o “Quizás es que no ha llegado el tiempo para que así suceda, aún no lo sé. Tal vez más adelante sea yo, la que vaya a rogarte” se dijo.
Mirando aquel hombre frente a ella, analizando cada momento con él finalmente dedujo para sí, que en el fondo ella quería a Dereck, que sus prioridades ahora no tenían nada que ver con sentimentalismo, que más adelante al terminar la carrera entonces vendría la necesidad de compartir otras cosas con alguien y que seguramente ese alguien era él, porque ahora, en estos momentos no había nada diferente a ese cariño y necesidad del amigo, del compañero, del soporte y ayuda en cada cosa de interés en común que realizaban y le llenaba de satisfacción.
Lois Vincent tuvo que regresar a sus negocios y no pudo terminar la conversación con su hija.
Missie quedó con ansiedad por saber lo que su padre estuvo a punto de decirle, y pensó en preguntarle a su madre cuando regresara, sin embargo su espera fue en vano, porque esa noche tampoco llegó a casa.
Al verla, la noche siguiente cuando regreso de su trabajo, Missie entendió que su madre tenía otro sitio para pasar sus noches con ese hombre, pues Elizabeth estaba trajeada con ropa de oficina y la había oído llegar en su auto, por lo que dedujo que tendría incluso closets con ropa para esas ocasiones. Eso la hizo pensar en su padre y se molestó, así que prefirió irse a su habitación sin tener ningún encuentro ni conversación con Elizabeth Leanders.
Capítulo 7Un encuentro ¿Inesperado?Unos meses después de su fiesta de cumpleaños en la mansión de los Douglast, el padre de Missie le pidió que se tomara unos días y viniera a visitarlo a Luisiana, con la escusa de que no había podido compartir mucho tiempo con ella la última vez.Cuando ella llego al aeropuerto el señor Vincent la estaba esperando. Para Missie, quien tenía unos cuantos meses que no le veía, le dio mucha emoción y alegría encontrarse con él, verlo y sentir su abrazo fuerte, lleno de amor y protección le hicieron bien, aunado al sentimiento de regresar a su país, a su casa.En el camino a la villa, hablaban y comentaban los últimos acontecimientos en la vida de cada uno. Un poco antes de llegar, Lois Vincent comenzó a decir a su hija en tono bajo y entrecortado:– Quiero invitarte a cenar en un restaurant que conozco, quiero que festejemos tu cumpleaños número 21 de la forma en que acostumbramos siempre, juntos, en f
Capítulo 8“Propuesta”Los hombres se quedaron de pie mientras Missie se dirigía a la silla que aquél desconocido le estaba cediendo para que se sentara.Caminó despacio y fue entonces que su padre habló en voz alta.–Es mi hija Missie Vincent, es ella de quien les hablé y estoy seguro que es la persona apropiada para llegar a la solución de su problema –Lo dijo mirando a Juanne Martins.El hombre mayor que cortésmente le haló la silla para que ella se sentara, continuaba de pie, enseguida le extendió su mano y se presentó.–Es un honor señorita, soy Julian Breber, abogado de las empresas Human´s.Ella, recibió su mano y le dirigió un ligero movimiento de cabeza afirmativo, mientras el hombre le apretaba la mano con vigor.Enseguida el hombre más joven, se dirigió a ella con un simple movimiento de cabeza y sin levantarse de la silla, sólo sonrió y la miro como a cualquier desconocida. Lo que puso a Missie en una
Capítulo 9DesconocidosSalió a la entrada del restaurante, volteó a todos lados buscando su auto, pero no lo encontró. Estaba tan ofuscada que no recordaba que había venido con su padre. Se tambaleó de dolor y se dobló soltando un llanto que la estremecía. No quería ver a nadie. No quería irse con su padre. No sabía qué hacer. En ese momento sus sentimientos afloraron y todo se tornó más oscuro y doloroso. Agachada allí, con sollozos fuertes dejo salir toda su angustia, todo su dolor.No supo cuanto tiempo estuvo allí, no vio a nadie cerca, no oyó sino su propio llanto, se reincorporo con pesadez, limpio sus lágrimas, estiro un poco su vestido, cerró los ojos un rato y tomó aire, apretó su bolso en las manos y echo a andar.Salió a la calle y un auto muy lujoso se dirigió a donde estaba parada, le pareció que la estuviese esperando, pues sintió que comenzó a andar cuando ella salió del restaurant. El hombre que iba al lado del conductor ba
Capítulo 10“No me recuerda”Juanne se quedó mirando el taxi alejarse, y regresó cabizbajo y sin prisa. Al subir al auto mientras se ponía el cinturón de seguridad comentó con tristeza.–¡No me recuerda, Delay. Mientras yo no puedo olvidarla, ella ni siquiera me recuerda! Por un momento llegué a pensar que tal vez sí, pero al final me recordó que yo solo era un desconocido para ella.Delay, lo estaba esperando en el auto. Fue él quien le habló a la muchacha desde la ventana, por pedido del mismo Juanne.Era su chofer, sin embargo lo consideraba más que eso, era como un hermano, un amigo incondicional en esos momentos extremos de su vida.Delay le dio un par de palmadas en la espalda y le habló en tono alentador.–Hombre, ya verás como esa hermosa mujer, mañana mismo te llama y cae rendida a tus pies –luego esperó respuesta del muchacho pero Juanne no dijo nada… Al cabo de unos minutos, se ladeo un poco ha
Capítulo 11JuramentosMissie llegó a su casa y al bajar del taxi lo primero que vio fue a su padre, que estaba sentado en las escaleras de la entrada a la casa. El tejano estaba a su lado, trataba de levantarlo pero aquel hombre estaba tan ebrio que no podía mantenerse en pié. Missie bajo del auto y a toda prisa llegó hasta ellos.–Sebastián, ¿cuando llego mi padre así?, ¡Dios mío, Papá! ¿Cómo llegaste a este estado?Ella ya estaba devastada y ahora encontrar a su padre en ese estado tan deprimente. Sacó fuerzas de donde no tenía, y ayudada por el tejano levantó a su padre y lo llevaron adentro.–Por favor Sebastián ayúdame a ponerlo en la cama.Salió del cuarto y el tejano Sebastián le contó lo que había pasado.–Señorita, el
Capítulo 12De regreso a La poza de los juegosA la mañana siguiente, se fue a las cominerías, se sintió muy débil al levantarse. Al mirarse en el espejo, sus ojos aun estaban hinchados. Su mente no estaba en paz aún.Ni siquiera se acercó a la cocina a tomar su acostumbrado jugo. Cuando bajó de su cuarto lo hizo a toda prisa, corría, Ann la oyó y salió a la sala. Traía ya la bandeja. Missie la miró con ojos reprobadores pero le sonrío con mucha ternura, mientras Ann le decía –No me diga que se pensaba ir sin tomarse su jugo señorita. ¡Nada es más importante ahora que estar bien alimentada! ¡No se me vaya a enfermar mi niña!–¡Está bien Ann, me tomaré el jugo, gracias!La señora Ann le decía, al tanto que ella agarraba su vaso de jugo –Mire, váyase rapidito, que ya sé que no quiere ver a su papá, ya la conozco, cuando se levanta tan temprano es para no verlo –se calló por un momento, Missie le volvió a poner el vaso de jugo en la ba
Capítulo 13Por unos tragosSu padre llegó muy temprano esa tarde y se fue directamente al cuarto de Missie. Tocó la puerta con timidez, sabía que su hija estaba molesta con él, pero al igual que ella, ambos eran frenteros y apremiantes en las cosas que les involucraban.–Adelante –Missie, sabía que era su padre. Le sonrío al entrar.–Soy yo hija. Puedo hablarte ahora o prefieres descansar. Me ha dicho Molé que llegaste empapada con la lluvia y te encerraste aquí.–Estoy cumpliendo su mandato. Fue ella quien me ordenó que me metiera en la cama, después de que, casi a la fuerza, me hizo tomar un té caliente para evitar que me dé un resfriado.Su padre sonrió cariñosamente. Luego la miro y comenzó su conversación pendiente.El semblante le cambio totalmente a Lois Vincent, se torno serio, sombrío. Entonces comenzó a decirle:–Hija, antes que nada quiero pedirte perdón –le miro directamente a los ojos–. Sé que lo
De la “A a la “Z”Missie, de pie frente a su madre le comenzó a interrogar:–Quiero que me expliques cómo es que toda la fortuna de mi padre se acabó, cómo es que las empresas Vincents están a punto de cerrar, qué desde que nos fuimos a Toronto hasta hoy día todavía mi padre es quien nos sustenta y nos cubre todos los gastos, incluyendo los de la Villa. Quiero que me expliques por qué es así? ¡Mamá, tú ganas una exorbitante cantidad de dinero! Entonces como es que, según las cuentas de mi padre, absolutamente todo, incluyendo el fastuoso departamento en el que te das ciertos caprichitos, también es a cuenta de él.Lois Vincent, se acercó a Missie, y cariñosamente le tomó de la mano mientras le decía:–No está bien que le hables así a tu madre, además… ¿Cómo puedes decir esas cosas?Missie miró a su madre esperando respuesta, Elizabeth Leanders, muy sorprendida y confundida a la vez, no se atrevía a decir palabra alguna.–¿Es que no me piensas r