Capítulo 9
Desconocidos
Salió a la entrada del restaurante, volteó a todos lados buscando su auto, pero no lo encontró. Estaba tan ofuscada que no recordaba que había venido con su padre. Se tambaleó de dolor y se dobló soltando un llanto que la estremecía. No quería ver a nadie. No quería irse con su padre. No sabía qué hacer. En ese momento sus sentimientos afloraron y todo se tornó más oscuro y doloroso. Agachada allí, con sollozos fuertes dejo salir toda su angustia, todo su dolor.
No supo cuanto tiempo estuvo allí, no vio a nadie cerca, no oyó sino su propio llanto, se reincorporo con pesadez, limpio sus lágrimas, estiro un poco su vestido, cerró los ojos un rato y tomó aire, apretó su bolso en las manos y echo a andar.
Salió a la calle y un auto muy lujoso se dirigió a donde estaba parada, le pareció que la estuviese esperando, pues sintió que comenzó a andar cuando ella salió del restaurant. El hombre que iba al lado del conductor ba
Capítulo 10“No me recuerda”Juanne se quedó mirando el taxi alejarse, y regresó cabizbajo y sin prisa. Al subir al auto mientras se ponía el cinturón de seguridad comentó con tristeza.–¡No me recuerda, Delay. Mientras yo no puedo olvidarla, ella ni siquiera me recuerda! Por un momento llegué a pensar que tal vez sí, pero al final me recordó que yo solo era un desconocido para ella.Delay, lo estaba esperando en el auto. Fue él quien le habló a la muchacha desde la ventana, por pedido del mismo Juanne.Era su chofer, sin embargo lo consideraba más que eso, era como un hermano, un amigo incondicional en esos momentos extremos de su vida.Delay le dio un par de palmadas en la espalda y le habló en tono alentador.–Hombre, ya verás como esa hermosa mujer, mañana mismo te llama y cae rendida a tus pies –luego esperó respuesta del muchacho pero Juanne no dijo nada… Al cabo de unos minutos, se ladeo un poco ha
Capítulo 11JuramentosMissie llegó a su casa y al bajar del taxi lo primero que vio fue a su padre, que estaba sentado en las escaleras de la entrada a la casa. El tejano estaba a su lado, trataba de levantarlo pero aquel hombre estaba tan ebrio que no podía mantenerse en pié. Missie bajo del auto y a toda prisa llegó hasta ellos.–Sebastián, ¿cuando llego mi padre así?, ¡Dios mío, Papá! ¿Cómo llegaste a este estado?Ella ya estaba devastada y ahora encontrar a su padre en ese estado tan deprimente. Sacó fuerzas de donde no tenía, y ayudada por el tejano levantó a su padre y lo llevaron adentro.–Por favor Sebastián ayúdame a ponerlo en la cama.Salió del cuarto y el tejano Sebastián le contó lo que había pasado.–Señorita, el
Capítulo 12De regreso a La poza de los juegosA la mañana siguiente, se fue a las cominerías, se sintió muy débil al levantarse. Al mirarse en el espejo, sus ojos aun estaban hinchados. Su mente no estaba en paz aún.Ni siquiera se acercó a la cocina a tomar su acostumbrado jugo. Cuando bajó de su cuarto lo hizo a toda prisa, corría, Ann la oyó y salió a la sala. Traía ya la bandeja. Missie la miró con ojos reprobadores pero le sonrío con mucha ternura, mientras Ann le decía –No me diga que se pensaba ir sin tomarse su jugo señorita. ¡Nada es más importante ahora que estar bien alimentada! ¡No se me vaya a enfermar mi niña!–¡Está bien Ann, me tomaré el jugo, gracias!La señora Ann le decía, al tanto que ella agarraba su vaso de jugo –Mire, váyase rapidito, que ya sé que no quiere ver a su papá, ya la conozco, cuando se levanta tan temprano es para no verlo –se calló por un momento, Missie le volvió a poner el vaso de jugo en la ba
Capítulo 13Por unos tragosSu padre llegó muy temprano esa tarde y se fue directamente al cuarto de Missie. Tocó la puerta con timidez, sabía que su hija estaba molesta con él, pero al igual que ella, ambos eran frenteros y apremiantes en las cosas que les involucraban.–Adelante –Missie, sabía que era su padre. Le sonrío al entrar.–Soy yo hija. Puedo hablarte ahora o prefieres descansar. Me ha dicho Molé que llegaste empapada con la lluvia y te encerraste aquí.–Estoy cumpliendo su mandato. Fue ella quien me ordenó que me metiera en la cama, después de que, casi a la fuerza, me hizo tomar un té caliente para evitar que me dé un resfriado.Su padre sonrió cariñosamente. Luego la miro y comenzó su conversación pendiente.El semblante le cambio totalmente a Lois Vincent, se torno serio, sombrío. Entonces comenzó a decirle:–Hija, antes que nada quiero pedirte perdón –le miro directamente a los ojos–. Sé que lo
De la “A a la “Z”Missie, de pie frente a su madre le comenzó a interrogar:–Quiero que me expliques cómo es que toda la fortuna de mi padre se acabó, cómo es que las empresas Vincents están a punto de cerrar, qué desde que nos fuimos a Toronto hasta hoy día todavía mi padre es quien nos sustenta y nos cubre todos los gastos, incluyendo los de la Villa. Quiero que me expliques por qué es así? ¡Mamá, tú ganas una exorbitante cantidad de dinero! Entonces como es que, según las cuentas de mi padre, absolutamente todo, incluyendo el fastuoso departamento en el que te das ciertos caprichitos, también es a cuenta de él.Lois Vincent, se acercó a Missie, y cariñosamente le tomó de la mano mientras le decía:–No está bien que le hables así a tu madre, además… ¿Cómo puedes decir esas cosas?Missie miró a su madre esperando respuesta, Elizabeth Leanders, muy sorprendida y confundida a la vez, no se atrevía a decir palabra alguna.–¿Es que no me piensas r
Elizabeth Leanders cuenta su historiaEntonces, Elizabeth Leanders, cuando ya no le quedaba más remedio, comenzó a contarle una historia a su hija…–Cuando me casé con tu padre ya había tenido un largo noviazgo con un francés que conocí en Nueva Orleans, donde yo vivía con mis padres. Con él estuve casi cinco años de noviazgo apasionado a escondidas de mis padres, luego, cuando ellos se enteraron, me hicieron llevarlo a casa. Esa noche le pidieron que formalizara la relación y le pusieron fecha a la boda, entonces él confesó que no podía casarse conmigo porque ya estaba casado en su país. Mi padre lo sacó de la casa mientras lo apuntaba con su rifle, y el francés se fue y no volvió a aparecer por aquellos lados.Missie oía atenta, mientras su padre triste y apesadumbrado oía a aquella mujer. Que pese a todo, amaba irremediablemente.Elizabeth se volteó a mirar a Lois Vincent, mientras, con delicadeza, echaba sus cabellos hacia atrás sacudiendo
Buscando otras opcionesLuego de unos días, después de que habló con su madre, ya calmada y con otras ideas en mente, se decidió a llamar a Dereck para plantearle, de manera sutil, la posibilidad de trabajar con una empresa en Estados Unidos, para desarrollar las pruebas de campo de su proyecto de grado, pero Dereck la cortó enseguida, le dijo que eso ya estaba planificado con sus padres desde ek inicio de la carrera y que ellos estaban dispuestos a aportar todo lo necesario para ello, agregando que ella lo sabía y había estado de acuerdo.Después de que habló con Dereck, y éste le rechazó la idea de realizar el proyecto en Estados Unidos, entonces a Missie se le ocurrió que pudiera pedirle a Dereck que la ayudase, y que sus padres, a través de las industrias Douglast sean los inversores en las empresas de Lois Vincent, así podía dejar de lado todo lo que tuviera que ver con Juanne y estaría salvando a su padre de la inminente quiebra.A l
DecisionesDespués de una noche con tanto en su mente, Missie se levantó y bajó temprano a la cocina esa mañana, y viendo a Ann moverse en ella para prepararle el desayuno, se sentó a esperar mientras la observaba ir y venir de un lado a otro. Colocándose de forma cómoda en la silla, se reclinó un poco en la orilla de la mesa y con una pierna debajo de sus glúteos.Ann se volteó hacía ella y por encima de sus ya gastados anteojos, la miró con curiosidad y soltó una sonora carcajada.–Jajajaja, señorita Missie, hacía años que no la veía así. Usted trama algo en esa cabecita –y riendo aún, continuó:–Pareciera que hubiese hecho una travesura y está esperando ver el resultado para reírse de ello, ¡mire que la conozco! Esa carita es la misma de cuando me revolvía los cubiertos en las gavetas y se sentaba ahí mismo, montando primero la pierna en la silla para después ponerle su trasero encima. ¡Así mismo esperaba para burlarse de mí cuando me v