Cuando Darío se enteró de la adquisición violenta de sus proveedores, recurrió a Akina. Aprovechó que estaba en un viaje de negocios por la India para avisar a su esposa que retardaría su regreso a casa para ver a la más valiosa de las aliadas del grupo Missos.
—Debemos aprovechar a nuestros aliados para enviar un mensaje a Troy, que encienda sus alarmas y nos dejen en paz. —Le dijo a Patricia cuando le comunicó su decisión.
Ya sabía que ella estaba a cargo, como presidente interina, de la compañía, lo mismo que de las decisiones que había adoptado y confiaba en su criterio para que pudiera mantener el barco a flote ante la adversidad.
Cuando llegó a la casa de Akina, lo sorprendi&o
Había amanecido hacía apenas unas horas y, pese a que la hora era inusual, Andrés estaba en la portería de la mansión de los Castiblanco preguntando por Helena. El celador lo dejó pasar sin siquiera revisar su vehículo, como era costumbre, pero esta vez, en su rostro, se dibujó una sonrisa pícara. Al regresar al kiosco de la portería, no pasó por alto comentar lo que su compañero también tenía en mente: la princesita de la isla ya se había conseguido un amante.Andrés estacionó con premura, sin siquiera dejar el carro encuadrado con las líneas del espacio de estacionamiento y subió a la habitación de Helena como si fuera el dueño de la casa.La servidumbre, que en ese momento iniciaba sus labores cotidian
Al salir de la mansión, Andrés no dejaba de temblar y se pasaba la mano por el cuello, todavía enrojecido y con la marca de los dedos de León sobre la piel. Condujo prometiéndole que no volvería a ver a Helena, a la que tomaba por una loca ninfómana que utilizaba el exo para obtener lo que quisiera de los hombres. Ya hasta había convertido en un cornudo pasivo a su prometido, no se imaginaba lo que haría de él cuando estuvieran casados, si era que, después de lo que había pasado, se celebraba esa boda.Mientras recorría la carretera paralela a la playa, se cuestionó sobre cuánto de eso era culpa suya y, rememorando los hechos, se descubrió inocente. Él no había propiciado la seducción, sino al contrario. Fue Helena quien, días antes, lo había seducido para
Cuando recibió el tiquete a la isla, junto con una invitación a una de las fiestas que se llevarían a cabo en uno de los clubes más grandes de la “ciudad oculta”, Martina no podía dar crédito a su suerte, aunque también dudó. Aún con los documentos en su mano, no estaba segura de que fuera real y, si lo anunciaba en su canal de Youtube y redes sociales, se arriesgaba a quedar en ridículo en caso de que todo fuera una mentira.Optó por lo más sencillo, y hasta efectivo: generar hype.Si funcionaba en la industria de los videojuegos, y hasta había conseguido un ingreso millonario para promocionar una fiesta que, al final, nunca se llevó a cabo, ¿por qué no aprovecharlo en su canal?Em
Cuando vio al hombre que lo esperaba en la pista de aterrizaje, Andrés creyó que debía tratarse de una broma de mal gusto. No solo era un sujeto con un traje ordinario, despeinado y con apariencia de no haber tomado un baño en una semana, sino que lo saludó, agitando su mano, como si se conociesen de toda la vida, cuando lo cierto era que se veían por primera vez.Se detuvo frente al extraño sujeto, esperando que, en ese momento, le dijera que todo era una broma, incluida la caída de su criptomoneda. No fue así. El hombre saltó y cayó en el asiento.—Darío Echandía —dijo, extendiendo su mano—. De la constructora Echandía, la empresa a la que le quitaste sus principales proveedores.An
Reunidos en el salón de conferencias de la mansión, Víctor, León, Fabio y su padre, Pedro Castiblanco, esperaban a que terminaran de conectarse los otros ocho hijos, mediante una teleconferencia privada.—He querido que esta reunión la llevemos a cabo sin la presencia de otros miembros del conglomerado —dijo Pedro a sus hijos presentes y aquellos que estaban ya conectados—, porque me temo que las decisiones que hoy tomemos, serán exclusivas, solo conocidas por nosotros y, por tanto, ejecutadas de esa manera.Los rumores eran conocidos por todos los hermanos, pero esperaban su confirmación, que solo la daría el padre.—En un arrebato de emociones, provocado por no sé qué causa —continuó Pedro—,
El pie de Natasha no dejaba de rozar la pantorrilla de Darío, por debajo de la mesa del restaurante al que habían ido a almorzar, y él, como el caballero que era, no iba a negarse a un simple coqueteo de la hermosa dama, mientras explicaba, untando caviar a su pan, la manera en que Andrés Malagón podía recuperar el valor de su criptomoneda en los mercados internacionales.—No tienes más alternativa que hablar con Akina y pedirle clemencia.Esa era la parte que Andrés quería evitar. Su ego se había ido agrandando con los años, en la medida en que tenía éxito en donde otros fracasaban o en los momentos de crisis, cuando otros más le hablaban de abandonar sus esfuerzos.—Pierdes el tiempo y los a&nt
Cuando bajó del jet privado, lo primero que pidió fue una tarjeta sim para su celular. Necesitaba empezar a transmitir su llegada a la isla. El piloto del avión se encargó, de manera personal, de conseguirla.—Ten cuidado —advirtió el piloto a Martina cuando le entregó la tarjeta para su celular—. Si ven que estás grabando para un canal de Youtube o Tik Tok, puedes tener problemas. Martina asintió, pero no se explicaba cómo era posible que las autoridades de la isla, cualesquiera que fueran, porque no policía parecía haber, controlaban que las personas no filmaran, tomaran videos, fotos o realizaran cualquier tipo de captura que revelara la existencia de la isla al mundo. —¿Vamos? —preguntó Rosana a la joven, indicándole el vehículo que las estaba esperando— Recuerda, vienes como una amiga mía —dijo mientras caminaban por la pista, en dirección al carro—. Ahora vamos a visitar a mi hermana y, después de que hayamos salido, puedes recorrer la isla a tu antojo.Martina asintió antes d
Cuando escuchó su celular, Helena no pudo creer que la estuviera llamando el número que apareció en pantalla. —¿Andrés? —preguntó, incluso antes de saludar. No podía ser que quisiera verla de nuevo, sabiendo que León estaba en la isla y que dormiría con ella esa noche. No podía ser tan descarado.—Sí, ¿cómo has estado?—Oye, lo siento, estoy ocupada, hoy no podemos vernos…—No, escúchame, no llamo por eso.—Ah.—¿Puedes salir esta noche a la ciudad? —Acabo de estar allá, ¿qué ocurre?—Hay alguien que quiere verte y hablar contigo. —Andrés, no estoy para esto, ¿quién es?—Tu padrino.Andrés sintió el silencio al otro lado de la línea.—Salgo para allá —dijo Helena después de unos segundos— ¿En dónde nos vemos?Andrés le indicó la dirección. Era un hotel algo modesto, en donde estaba seguro de que no los verían. —Tardará al menos 45 minutos —dijo Andrés a Darío.—¿Vendrá sola? No le dijiste que lo hiciera. Andrés levantó los hombros. —Siempre sale sola.Los dos hombres esperaron