Cuando llegó a la mansión Arison, Natalia se sorprendió de tener una pequeña celebración en su honor esperándola. No pudo evitar sonreír cuando divisó a su hermanita Annie en medio de la multitud. Para el momento tenía quince años y se había convertido en una jovencita hermosa. Su cabello era castaño con reflejos dorados y sus ojos eran de un impresionante color hazel. Superar una niñez difícil y llena de maltrato, le resultó a Annie todo un reto. Natalia no dejó de acompañarla en medio de este doloroso proceso, visualizándose a sí misma en su pequeña hermana. Con la diferencia de que ella, a su edad, no había contado con tanto apoyo. Pero le enorgullecía saber que Annie no tendría que pasar por esto sola y que la tenía a ella para que sostuviera su mano en medio de este camino tormentoso. A diferencia de lo que Luisa sentía por ella, no parecía odiar a Annie con la misma fuerza, ya que las últimas palabras de la mujer, antes de marcharse de la cárcel en aquella visita hacía ya tr
Natalia no podía dejar de observar cada rincón de su consultorio. Era tan bonito. Se sentó en su escritorio con una sonrisa ancha, mientras contemplaba el pequeño, pero acogedor espacio. Estaba diseñado con tonos suaves y detalles infantiles que buscaban tranquilizar a los pequeños visitantes. Incluso tenía algunos peluches, dibujos de sus hijos que había enmarcado en la pared, también había una alfombra colorida en el centro, la cual complementaba el ambiente. Su esposo había sido el patrocinador de todo esto. De hecho, aquel había sido su regalo de graduación. A la mañana siguiente, luego de que hicieran el amor, le puso una venda en los ojos y la subió al auto porque tenía una sorpresa preparada para ella. Al principio se sintió recelosa de su actitud misteriosa, pero luego confío plenamente en su esposo y en lo que sea que tenía para ofrecerle. En esos años de casados no se arrepentía de nada referente a Fabián, sabía que había elegido al hombre correcto. Un hombre que
¡Una niña!Las lágrimas corrían por las mejillas de Natalia sin que pudiera creer lo que estaba escuchando.¿Acaso había oído bien?¿Estaba embarazada?¿Pero era real?¡Sí, era real!Su esposo la abrazó, mientras le agradecía por la hermosa noticia.—Sabía qué sucedería. Solamente era cuestión de tiempo —le decía, plenamente convencido. Al parecer, él nunca había dudado de que este sería el resultado tarde o temprano. Las esperanzas de su esposo se habían mantenido vigentes a pesar de los años.—Yo… ¿Cómo es posible? —le preguntó a la doctora, ansiosa por una explicación lógica. Había perdido la fe, había creído que nunca sería capaz de darle un hijo a su marido, incluso había estado a punto de lanzarlo a los brazos de otra mujer. Pero ahora todo había cambiado.—No lo sé con certeza —respondió la ginecóloga, dudosa—. Supongo que se trata de un milagro. ¡Felicidades por las buenas nuevas!Natalia recibió instrucciones detalladas sobre el cuidado de su embarazo, el cual no dejaba de se
Las palabras de Orena quedaron esparcidas en el aire por demasiado tiempo. Nadie parecía dispuesto a pestañear debido a la tensión y a lo insólito que era todo esto.¿Había venido a ver a la bebé?¿Cómo se había enterado de su nacimiento?Existían muchas preguntas sin respuestas y pocas oportunidades de analizarlo todo en profundidad.—¿Qué quieres, mamá? —fue Fabián, quien se decidió a romper el silencio.—Ya te lo dije, he venido a conocer a mi nieta.A pesar de todos esos años sin verla, una de las cosas que no habían cambiado en Orena, era aquel tono altanero que siempre solía utilizar. Seguía siendo la misma mujer molesta a la que no le gustaba que le llevaran la contraria.—¿Con qué intenciones? —siguió indagando Fabián con evidente desconfianza.—¿Cómo que con cuáles intenciones? —pareció ofenderse por las implicaciones de la pregunta—. Ninguna mala intención si eso es lo que insinúas. Es mi nieta y quiero conocerla, eso es todo.El hombre pareció dispuesto a rebatirle con algu
Natalia observó con devoción cómo su pequeña hija Jade daba sus primeros pasitos en dirección a su padre. Fabián se encontraba al otro extremo con los brazos abiertos, mientras la niña se acercaba lentamente. Una serie de aplausos resonaron en la estancia cuando la pequeña alcanzó su meta. Siendo recibida en los brazos de su padre, no pudo evitar sonreír anchamente con sus cacheticos regordetes y toda su inocencia rebosando en el pequeño espacio. La sala de la casa estaba adornada con globos de colores y guirnaldas, puesto que se estaba celebrando un año del nacimiento de aquel milagro viviente. El lugar se encontraba lleno de niños, siendo sus hijos unos de los principales protagonistas de la velada. La familia se había ampliado tanto que Natalia no pudo evitar emocionarse al verlos a todos juntos, conviviendo. En la celebración se encontraban Diana y su esposo Horacio, acompañados de su pequeño hijo Henrik de seis años. También estaban Ana Paula y su esposo Iván, quienes asist
Un saludo, queridos lectores. A los que me preguntan les aviso que la historia de Jade, estará publicada aquí mismo. Si quieren darle continuidad a la vida de todos los personajes de esta hermosa historia, entonces pueden quedarse. También trataremos parte de la historia de los trillizos, entre otros asuntos más que quedaron pendientes. Seguirán apareciendo Natalia y Fabián, pero ya no como protagonistas, sino como padres de la generación más joven. Si la historia principal les gustó. Entonces no olviden dejar una buena reseña. ¡Muchas gracias!!
Jade Arison siempre fue la niña consentida de mamá y papá. Lo tenía todo. Tenía tres hermanos protectores y atentos. Y amigos cercanos. Siempre pensó que su vida estaba resuelta y que no existía ninguna cosa con la que se viera obligada a enfrentarse. Realmente crecer dentro de una burbuja no parecía ser la solución más eficiente cuando sus circunstancias estaban a punto de cambiar drásticamente. Una e****a llevó a su familia al borde de la quiebra. Y una propuesta inesperada surgió de una persona a la que consideraba casi un hermano. —Cásate conmigo y solucionaremos el problema financiero de tu familia —le dijo Adriel Meier, su mejor amigo. —Acepto, pero debes de saber que no te amo —fue su respuesta. Una mueca de desagrado se dibujó en el rostro de su futuro esposo, pero a pesar de su inconformidad se selló aquel pacto. ¿Podría un matrimonio por compromiso terminar bien o estarían destinados a una vida infeliz para siempre?
—¡Tuvo que ser obra suya! —se quejó Natalia, dando vueltas en la habitación mientras negaba insistentemente con la cabeza. La tensión en el ambiente era casi palpable. Un manojo de documentos se encontraba esparcido sobre la cama, dando como conclusión unas alarmantes cifras en números rojos. ¡Estaban al borde de la quiebra! —No creo que haya sido capaz —la contradijo Fabián con calma, una calma que no coincidía para nada con la agitación de un momento tan crucial como este—. Ella ha cambiado mucho en todo este tiempo. Tú lo has experimentado de primera mano. —Lo sé. ¡Lo sé! —concordó Natalia, pero no podía alejar del todo las sospechas de su mente. —Esto simplemente fue mala suerte —sentenció su marido, renuente a buscar culpables o hacer falsas acusaciones a personas inocentes. —Yo creo que hay algo más. —¿Algo como qué? —Piénsalo, Fabián. Ella te los presentó. —Por favor, Natalia. No insistas en querer hacerla ver culpable. —Pero es que todas las pruebas apuntan hacia ell