La brisa en la terraza sacudió el cabello ahora largo de la ex señora Phoenix, quien en entonces solo portaba el apellido Armstrong. Vio a Ciro apoyado contra el borde de la terraza con una sonrisa. Si había algo que le gustaba mucho, era la naturaleza. No había que ser muy atento para darse cuenta de que cuando él estaba fuera tenía paz en su mirada y en su interior.Podría parecer frío y directo, mas era parte de su personalidad curiosa y sin pelos en la lengua, aunque a veces de verdad se esforzaba para no lastimar a la gente con su franqueza.Se abrazó a sí misma, pensó en el abrigo que dejó y se acercó a su hijo. La ansiedad todavía daba vueltas en su interior por lo que había hecho y, debido a la mirada del pelirrojo mayor, por haber sido descubierta, además. La decepción en los ojos de Logan era algo que no quería ver nunca. Sin embargo, estaba segura de que en cuanto estuvieran a solas iban a tener una charla seria.Permitía Logan opinar tan abiertamente de su vida por la sen
Tal vez la conversación hubiese seguido su curso con total normalidad, si lo que empezó por una lluvia común y corriente que no llegaba a llovizna por poco no se hubiera convertido, de la nada, en un diluvio potente. Un trueno hizo temblar las ventanas de la mansión y la luz se fue.—¡Mamá la luz! —gritó Ciro. Se puso de pie en medio del corte haciendo estruendo con la silla en el proceso y buscó en la oscuridad la mano de su madre. Ciabel, todavía sorprendida, encontró la mano de su pequeño y la sostuvo con firmeza. El primero en usar su inteligencia ahí fue Damián, quien sacó la linterna del teléfono e iluminó a cada uno.—¿Están todos bien? —inquirió con su típico tono de seriedad.Tragó saliva.—S-sí.El pequeño pelirrojo asintió con la cabeza y respiró hondo.Logan disimuló una sonrisa divertida y después desvió su atención hacia la lluvia ruidosa que estaba sucediendo afuera y cuyas gotas golpearon fuertemente, resonando, una y otra vez. —Estaba nublado, pero no creí que tant
La puerta de su habitación se cerró y esa máscara de tranquilidad que tenía la costumbre de poner si había gente a su alrededor y, así evitar preocupaciones innecesarias según él, se borró por completo.Su mano volvió a temblar, esta vez con más ahínco que antes. Respiró hondo una y otra vez. Ya estaba semi recostado en la cama, con la espalda contra su respaldo y la mirada clavada en, bueno, la oscuridad. Logan no le había dejado una sola vela y sostener el celular le pareció una tarea tan agobiante que apenas la pensó. Estaba solo con su mente y tenía que hacerse a la idea de que eso era algo posible. No podría nada más intentar dormir. Así no funcionaba él. Trató de recordar los clásicos ejercicios de respiración que su psicóloga había recomendado para momentos así. Inhaló.El rostro de Ciabel llegó a su mente.Exhaló.La imagen que a menudo lo atormentaba apareció: ella, con sus cortes en las muñecas y tirada en el baño. Inhaló.Repasó la idea de que eso que sucedió no lo hab
—¿Qué pasa? —Levantó una ceja, un tanto alerta por la forma en la que lo estaba mirando.Negó.—¿Hablarás de eso con tu terapeuta, verdad? Sonrió incómodo y volvió la vista hacia adelante.—Me dieron de alta hace bastante tiempo. Supongo que tendré que sacar un turno otra vez. —La verdad, no estaba muy de acuerdo. Sin embargo, si lo que no quería era seguir de esa manera, tendría qué.—Lo siento. Quizás no fue muy buena idea venir.—¿Eh? No, no es eso.Bufó.—Si no es eso, ¿entonces qué es, eh? ¿Has tenido otras recaídas antes? Porque eso sería peor si no fuiste a tratarlo.Rio incrédulo por su tono de regaño y sonrió un poco.—Lo que pasa es que... creo que es algo que he estado reprimiendo desde que te fuiste, emociones que guardé en una caja para seguir adelante sin darme cuenta. Creí que había superado todo lo que pasamos, pero ahora tu presencia me hizo darme cuenta de que no es así. Hay cosas que no he podido dejar atrás de verdad y quizá por eso verte fue como la gota que der
El nombre de Ciabel comenzaba con la misma letra con la que empezaba "caos" y precisamente eso era lo que significaba para Damián el tenerla sobre su cuerpo y entre sus brazos. Igualmente, su caso no fue muy diferente. Al fin y al cabo, lo que hizo tan dolorosamente delicioso lo que estaban haciendo era el sentimiento de brevedad, de desespero, de sentir que en un segundo todo desaparecería y, a la vez, de estar bailando bajo un montón de rayos debajo de la tormenta. En este caso, los rayos no eran propiamente eso, sino que se trataba energía disparada entre los dos, en cada toque, tras cada jadeo.El movimiento y la posición no favorecieron nada el vestido corto que la muchacha todavía portaba, así que quedaron a la vista sus muslos. La besó inclinándose hacia ella y obligándola a arquear la espalda.—Me vuelves loco —susurró—. Mereces ser castigada por hacer una cosa como esa. —Sonrió contra su boca. Bajó las manos hasta sus piernas, las sostuvo con firmeza y a partir de ellas la
La pelinegra se apartó despacio del cuerpo del contrario y se recostó boca arriba mirándolo. Todo pasó tan rápido que a esa sensación arrolladora ni siquiera pudo procesar del todo. Sonrió con lentitud.—Eso... —Cerró los ojos estirándose.Damián tomó aire. Se acomodó la ropa y fue directamente hacia el baño. Volvió con papel y se encargó de limpiar el desastre que había entre las piernas de Ciabel. La aludida rio al sentirlo. Al terminar, lanzó los papeles al bote de basura y se tiró a su lado. Durante una buena cantidad de segundos, lo único que hicieron fue ver el techo de la mansión sin hablar al respecto. El problema esencial era, evidentemente, procesar en sus cabezas lo que hicieron solo porque querían.—Me convertí en la amante —dijo en voz baja, con ironía.—Me convertí en infiel —ironizó el otro. Se pasó una mano por la cara y suspiró—. Decidimos ser estas personas, por lo que es esto lo que nosotros buscamos, Ciabel. Debemos tolerar las consecuencias que se nos avecinan
El desayuno transcurrió en silencio. Logan estaba callado, extrañamente concentrado en el desayuno y Ciro todavía parecía dormido, a pesar de que estaba comiendo. Por la mañana, era realmente difícil que alguno de los dos se despertara del todo. Otra cosa en común además de las características físicas.Ninguno dijo nada. Una hora después, se marcharon. Ciabel apenas si saludó a Damián y este casi ni la miró cuando se marchó. La mansión nuevamente permaneció vacía. Estaba seguro de que en menos de lo esperado iban a llegar Clarissa y Demian. Después de todo, los dos adoraban desayunar con él.Se encargó de limpiar todo y sacar la basura del bote, no quedó ninguna evidencia de lo que había sucedido. No estaba muy seguro de qué era lo que pasaría precisamente si su esposa se enteraba del amorío que había tenido. Casi que creía que era algo que estaba esperando de su parte hace mucho tiempo. Al admitirlo, se la imaginaba levantando una ceja con esa coraza que protegía su corazón. Se enco
—¡No puede ser! —chilló Celene apenas la escuchó. Se tapó la boca mirándola con los ojos abiertos y llenos de sorpresa—Te acostaste con él —susurró incrédula con una sonrisa—. Eres el diablo, Ciabel Armstrong.—Shhh. —La empujó con una almohada. Estaban solas en la casa, puesto que Ciro estaba estudiando.Rio bajo mirándola, atenta.—¿Y? ¿Cómo fue? ¿Fue bueno, fue magnífico, estupendo?Puso la mirada en el techo y se mordió el labio inferior.—Fue un desastre. Lo hicimos como conejos, no hubo mucho juego previo ni nada. Solo queríamos una cosa. —Se tapó la cara—. Y no diré más. Solo... —Te sientes culpable por ser una rompe hogares —susurró divertida. Se acostó a su lado y puso la vista en el techo también—. Bueno, mira, si lo ves del lado positivo, por fin lo hiciste con una persona que no tiene tres neuronas en el cerebro. Me agrada Damián, aunque ahora no tanto. Es un infiel —bromeó—. Pero si lo piensas detenidamente, no es infiel, sino fiel, ya que te ha querido a ti durante todo