Puedo escuchar mi corazón golpear con desesperación mi pecho, mis oídos me zumban y mi respiración está bastante agitada, el hombre suelta por unos instantes mis tobillos para tratar de tomarme de las manos o al menos eso es lo que pienso, pero he aprovechado este momento para lanzarle patadas de forma errática, esperando a que alguna de estas logre darle, todo el cuerpo me duele y arde, mi rostro se siente empapado tanto por el sudor como por las lágrimas y para mi infortunio, nadie viene a ayudarme. Él se logra colocar otra vez encima de mí y escucho como sisea "Quedate quieta, pequeña zorra", sus enormes manos se posan sobre las mías que siguen aferrándose a la pilastra y me obliga a soltarme, siento los dedos engarrotados.

La puerta principal se abre en un fuerte estallido, el intruso observa por unos instantes por encima de su hombro y siento como mi cuerpo se siente un poco más liviano, ya que él se ha levantado un poco, entre la oscuridad y todo el alboroto apenas entiendo bien