Parte I
Escucho Voces...
" ¡Rose! "
Veo Sangre...
" - Estaremos bien... - Él dice pero veo en mis manos hilos de sangre que surcan por mis dedos y chorrean hasta tocar el piso. De antemano sé que no es mía. "
Me siento sofocada...
" - ¡Esto es por mi padre! - Grito mientras entierro una espada en el torso de alguien. "
Y algo duele...
" - Tu padre, merecía morir...- "
Despierto de golpe llevándome una de mis manos al pecho con el fin de normalizar mi respiración. Me noto bañada en sudor y extremadamente cansada, como si hubiera corrido miles de kilómetros en unos pocos segundos.
Trato de inhalar profundamente y fallo en el intento. Me siento al borde de la cama y apenas mis dedos tocan el suelo, una corriente eléctrica viaja a mi cabeza quedando ahí latente. Siento como si me hubieran tumbado de lleno al piso de vuelta a la realidad, mis oídos zumban.
- ¿Qué rayos soñé? - Me digo.
Giro la cabeza hacia mi izquierda y un zorro, que fácilmente puede pasar desapercibido como un perro, de color negro y pequeño con símbolos que surcan en todo su cuerpo y colas yace totalmente dormido a mi lado.
Sonrío.
- Supongo que, hay cosas que no puedes sentir a pesar de todo... - Susurro.
De seguro ésta es una de esas.- Me respondo al mismo que con mucho cuidado y delicadeza acaricio su cabeza y colas.
Dirigo mi mirada hacia el gran ventanal frente a mí el cuál resguarda la entrada a un pequeño balcón, y de lleno, un amanecer con tonalidades rojas en el cielo a lo lejos en las imponentes montañas me recibe.
Rojo.
"Cómo la sangre."
Cierro los ojos fuertemente e imágenes de mi sueño aparecen. Me da pánico; y de antemano sé que debo ser precavida, se dice que sangre cómo la mía suele tener revelaciones futuras de lo que puede o podría pasar.
- Solo espero, ésta vez equivocarme... - Mascullo entre dientes.
Un canario amarillo con negro me sorprende cantando en la pequeña fuente al lado del gran árbol de sauce que está en el balcón. Su cantar me calma y al mismo, me indica que es hora de levantarme antes de que vengan las mucamas a hacerlo.
Finalmente me levanto colocándome una pequeña bata para resguardarme del frío. Me dirigo al baño llenando la tina con agua caliente, me cepillo y luego desnudo para introducirme en esta.
Siento que hay algo que debería recordar, pero nada pasa por mi mente.
El sol entra con todo su esplendor iluminando el baño y pegando su brillo contra los ventanales superiores de las paredes de éste reflejando colores dentro, su luz va de lleno a mi cara y cierro los ojos para disfrutar del momento de paz.
- Princesa... - Llaman mientras tocan la puerta de la habitación.
Suspiro tratando de ignorar la voz... Hasta que recuerdo, que cierto zorro aún se encuentra en mi cama. Abro los ojos con sorpresa y como puedo balbuceo una pequeña excusa mientras salgo lo más rápido de la tina y logro ponerme una toalla alrededor de mi cuerpo.
- U-un momento.- Digo.
Huyo corriendo del baño, entro a la habitación y efectivamente. El zorro sigue cómodamente dormido.
Refunfuño al mismo que tomo la almohada que más cerca tengo y con mi otra mano sujeto las sabanas. Golpeo la almohada contra él y jalo éstas haciendo que el zorro caiga de lleno al piso. Éste se queja y vuelve a su forma original algo molesto.
- Vaya, ¡Pero qué forma tan romántica de despertar a tu novio! - Responde somnoliento y con cierto ápice de furia en su voz mientras se soba la cabeza.
Me acerco a él y lo veo algo sonrojado al notar mi poca vestidura, desvía su mirada hacia otro lado para evitar morir de vergüenza.
- No seas idiota Alejandro. - Digo al mismo que río para mis adentros.- Dormiste toda la noche en mi pecho, aún sabiendo que no debes estar aquí y ¿te pones así por verme en toalla?- Concluyo canturrona e irónica.
- Lo siento... Pero es que... - Comienza a balbucear lo que ambos sabemos.- Duele estar separado de ti, desde que éramos niños y sigue doliendo ahora que ya estamos más grandes, además muy pocas veces te he visto de esta forma.-
Toma mi mentón con una de sus manos y unimos frentes. Entrelazamos nuestros dedos y el sendero de marcas henna desde nuestras manos hasta nuestros pechos comienza a brillar tenuemente con una preciosa luz dorada.Nuestros labios están cerca y se mezclan nuestras respiraciones, cada mínimo roce es como una tortura para mí y a él le encanta hacerme sufrir de esta manera.
- Alejandro si te ven aquí... -Susurro.
- No pasará nada...- Responde de la misma forma.
Lo miro a los ojos y me pierdo en su azul, mi mano libre está en su negrura cabellera y la recorren sintiendo lo suave que es. Éste se encuentra sin camisa y a su espalda se encuentran dibujados con pequeñas piedrecitas azules los símbolos que representan su raza incrustado en su piel.
Su mano suelta mi mentón y viaja a mi cintura aferrándome más a él. Mis piernas son como gelatinas así que fácilmente choco un poco contra su torso y la toalla comienza a perder fuerza. Cierro mis ojos y ya no existe distancia entre su cuerpo y el mío.
- Princesa Isabel, voy a entrar.- Escuchamos a la mucama y ambos nos sobresaltamos.
Rápidamente nos alejamos y vamos al balcón, le doy su camisa y éste sube a las ramas del sauce para descender e irse.
- ¿Cuándo vuelves? - Pregunto.
- En un par de horas, tu padre quiere hablar conmigo. No me dijo su motivo.- Menciona.
"Padre"
La palabra resuena en mi cabeza y recuerdo el sueño de anoche. Miro hacia otro lado para evitar que él se de cuenta.
- Ah-Ah.- Dice negando.- No creas que no noté eso mi pequeña rosa. Por culpa de lo que sea que hayas soñado no pude dormir tranquilo.-
-¿Oh Si? Pues parecías muy relajado antes que te despertara.- Respondí sarcástica y él me fulmina con la mirada.
- ldiota.-
- Tonto.-
Escuchamos la puerta abrirse, giro mi cabeza para asegurarme de si alguien entró o no y despistada y rápidamente Alejandro logra robarme un beso en la comisura de mis labios. Sorprendida y avergonzada giro para verlo pero éste ya se encuentra abajo en la entrada del bosque en forma de zorro.
- ¡Princesa! - Entra finalmente la mucama y Alejandro se pierde entre la espesura de los árboles.
- Disculpa Mary, me distraje.- Miento.
- Pues, la próxima vez que se distraiga con el príncipe ese, recuerde que tiene cosas de mayor importancia aún por cumplir.- Refunfuña mi ya canosa nana.
Me sonrojo ante lo que dice y entro a la habitación aguantando un poco la risa. Me aseguro de cerrar bien la puerta del balcón y me acerco al borde de la cama sentándome en ella. Nana se acerca y acaricia mi mejilla.
- Ay, mi niña... - Dice algo triste.- No quería que sufriera desde tan temprana edad. Siempre soñé con que encontrase a su "Hilo Dorado" ya siendo una joven madura. ¡No que lo encontrara a los 8 años! -
La veo ir al armario para sacar un vestido a la rodilla de encaje beige junto con unos guantes especiales que nos diseñaron a Alejandro y a mi.
- Sabes cómo es nana, puede aparecer en cualquier momento.-
- ¡Aún así! ¿Acaso el destino no pudo esperar unos años más? - Y volvemos a la rutina de todas las mañanas.
Me digo, mientras tomo los guantes y paso un pequeño anillo entre mi dedo anular que es el que sostiene al guante y evite que se mueva, dejando mis otros dedos libres pero escondiendo lo importante. El sendero henna que apareció desde mis 8 años al conocer a alejandro.
Me pierdo entre mis pensamientos mientras me visto y ella, aún discutiendo, cepilla mi enmarañada cabellera ondulada. Vuelve a mí el recuerdo de cuándo conocí a Alejandro y aunque tenía el aspecto de un niño, bien sabía yo que no lo era.
Sonrío con picardía pero vuelvo a la realidad tras escuchar a nana mencionar a mi tío.
- Y al momento de verlo debes... - La interrumpo.
- Espera, ¿Mencionaste a mi tío? - Fijo mi vista a través del espejo a su cara y la veo con un semblante serio.- ¿De qué hablas nana?
Pregunto algo confundida y preocupada. Ella reacciona y sonríe forzadamente, luego toma el cepillo y lo golpea contra mi cabeza.
- ¡Nunca prestas atención! -
Me sobo en dónde fui golpeada y es ahí que me doy cuenta que mi cabello esta recogido, con algunos mechones sueltos y mi flequillo a un lado. Mi tiara esta colocada frente a mí.
- Tu tío viene para acá de visita y tú lo recibirás, es tu deber como princesa... -
Las palabras caen como piedras y siento una gran incomodidad, la personalidad de mi tío jamás fue de mi agrado. A veces suele tener un carácter muy agresivo y cada que viene de visita sólo trae problemas.- ¿Se quedará mucho tiempo? - Le pregunto a nana.- No lo sé mi niña... - La miro por el reflejo del espejo y siento que me oculta algo.Algo no esta bien
"A veces es mejor esperar una puñalada por quienes provienen de tu sangre a aquellos que se incrustaron en tu corazón. Pues al final, es preferible perder litros de sangre a que perder un corazón latente. "Parte IILlego al castillo y apenas entro al salón varias personas comienzan a saludar y regalarme sonrisas. Devuelvo su saludo con una sonrisa igual. A veces pienso que me la paso más acá que en mi propio "Reino" por decirlo de una manera entendible.Busco entre los pasillos a alguno de los asesores o escuderos del rey y noto algo raro. No hay ninguno cerca.— Esto no me agrada.— Digo al mismo que busco las escaleras a la segunda planta del castillo.Voy por medio camino cuando escucho a unos 6 metros a un par de guardas susurrar entre ellos. Trato de afinar mi vista escondiéndome tras una de las columnas y logro divisarlos. Ambos están en el pasillo que lleva a los jardines tr
Respiré profundamente y me aleje un poco de él retomando mi compostura.— Alejandro... Hoy mi hermano, mi propia sangre me traicionará junto con sus militares y parte de la servidumbre del palacio.— Dijo sereno.Yo tense la mandíbula y apreté mis puños. Ahora todo tenia sentido, la falta de guardias, el que esté solo, la llegada de su hermano...— En ese caso.— Sonrío sin ganas.— Espero sus órdenes, señor.Tomó el libro de las leyes y la colocó entre nosotros depositó una de sus manos sobre él y me hizo colocar la mía también.— Repite después de mí.— Dijo y asentí.— Yo, Alejandro. Príncipe del reino de los elfos, protector del bosque y protector de la princesa Isabel. Juro solemnemente, mientras tenga vida que protegeré a Isabel y haré lo que sea po
Parte I"El asesino de la estirpe"Decir que el ambiente era tenso es poco. Con la llegada del general "Samael" hermano del castaño Rey Esteban, todos los encontrados en el salón tuvieron que soportar una guerrilla de miradas y una tajante incomodidad entre hermanos. El mayor, dolido y con una gran sed de sangre y el menor, apasionado y protector que ya conocía su trágico destino.Sólo una persona en el salón del trono, ignoraba lo que ocurriría esa noche, una joven de ojos olivados que sólo tenia en mente un pensamiento "Acabar con este día lo mas rápido posible"Triste y desgraciadamente para ella, justo ese día perdería más que sólo un título de nobleza. No, vaya que perdería mucho más.Como se rige en todos los cortejos de bienvenida, cada quien saludó al general con digno respeto. Al acercarse nuestra protagonista a tan
Culminó posando los labios sobre isabel, sus manos viajaron a la cintura de su amada y la apretó más contra él. Ella en respuesta viajó sus manos a la cabellera de alejandro y comenzó a acariciar.Era un beso algo estropeado, los labios se movían con cierto temblor y timidez. No querían que nadie los vieran en esa posición y menos haciendo tal cosa.Bajo su ropa una luz dorada comenzó a brillar y sus corazones se fundieron en uno solo como siempre solía pasar.Un suspiro escapó de los labios de isabel y alejandro aprovechando eso profundizó el beso. Ella abrió un poco más su boca dejando que el introdujera su lengua y se mezclara con la suya.Las manos que se encontraban en su cintura se apretaron un poco más enterrando inconscientemente las uñas.- Ale t-tus... - Balbuceó en un mínimo espacio que tuvieron para respirar
" Hay amores que simplemente nunca se olvidan, sin importar de quien se trataba. "Fuga de Amantes- No, no pasa nada mamá. - Respondí avergonzada aún con mis manos sobre mi cuello pasando mis yemas por dónde estuvieron los labios de alejandro. Ésta enseguida vino a mí con una sonrisa pícara.- Vamos, soy tu madre y te conozco. -Dijo incitando a que le contase la razón de mi actitud.Internamente debatía entre si contarle o no, pero entonces recordé de quién se trataba. Era mi madre, y sin importar cuantas veces evite decirle la verdad ella ya sabría cuál era. Me conoce más que nadie.- Haber, supondré que se trata de alejandro. - Mencionó de repente haciendo que me paralizara. - Así que de eso se trataba... Vaya, el amor de jóvenes es algo tan bello. -Se alejó y entró en el baño susurrando algo
Desgraciadamente todas las habitaciones de la realeza (La mía y la de mis padres) quedaba en medio del pasillo, y no al principio donde podemos llegar rápidamente.Según el plan que me había contado alejandro, ya después de haber cruzado la cocina y entrar al pasillo principal debíamos movernos rápido, porque ahí no hay lugares ni cruces por los cuales escondernos.- Isabel, hay que apresurarnos. - Tomó mis manos y me levantó.Corrimos sigilosamente y entramos a la cocina. Descansamos unos segundos y alejandro se asomó por la puerta.- Maldición. - Susurró.- ¿Qué pasa? -- La conexión de la cocina al pasillo está bloqueada. - Sentí mis nervios recorrer mi cuerpo. Él tomó su espada.De repente, la puerta trasera de la cocina se abrió. Ambos nos asustamos y alejandro empuñó su
Unpajaritolindomesusurróaloído"Quiérete"- ¿Quéhicistetú?+Mequise. - Datrespasosysepierdeenlaneblinadelacaída.Han pasado cuatro horas, lo sé porque es el tiempo que me toma desde el castillo a la espesura del bosque. No estoy completamente seguro del si aún siguen tras nuestra pista, lo que sé es que es tarde. Demasiado. Y estar a tan altas horas de la madrugada sólo en este bosque con ella entre mis brazos es un peligro sumamente gigante para ambos.Escucho pasos y ramas romperse a lo lejos.Me pongo alerta pero no puedo hacer mucho, una de mis manos está en la correa deMaximusel que era el corcel del rey. Negro como la noche y con cuatro patas delanteras y traseras, es un animal magn&iacut