Stephanie Toussaint.Un mes después.Luego de la operación de mi padre, la cual fue todo un éxito, decidimos quedarnos en la ciudad durante más tiempo. Si bien la operación fue un éxito, papá sigue convaleciente y le pidió a Vicenzo que se hiciera cargo de sus negocios, mientras él se recuperaba. Amo que mi papá confíe ciegamente en Enzo, tal y como lo hago yo.Durante estos días, los hemos tomado como vacaciones. Hemos llevado a las niñas a distintas partes del país. Llevaban mucho tiempo pidiéndonos que lo hiciéramos, porque querían conocer el lugar en donde vivimos por tanto tiempo. Como era de esperar, les ha encantado y ahora no quieren volver.“¡Mami! ¡Apúrate! Quiero ir al parque.”Suspiro mientras digo, “ya voy, Lottie, cálmate.” Voy a la entrada de la casa y ahí veo a mis pequeñas esperándome.Frunzo el ceño y les digo, “¿Y ahora por qué están enojadas?”“¡Porque te demoras mucho, mami!” Cat me dice frunciendo el ceño.“Perdón, cariño. Ya estoy lista. Vamos al auto.”Salimos
Stephanie Toussaint.La cara de Antonella es una de conmoción. Yo sabía que Raúl mantenía todos sus asuntos en privado, pero nunca creí que fuera a tales extremos de mantener en la oscuridad a sus hijos. Bueno, puedo entenderlo, papá, casi hace lo mismo conmigo, si no fuera por Amelia y la gente del hospital. ¿Qué sucede con los hombres poderosos al mostrarse vulnerables?Suspiro, vuelvo a sentarme y le digo, “Tu papá me buscó cuando estaba en Suiza. Yo trabajo en el instituto de neurocirugía. Ahí me hizo una visita. Me pidió que lo intentara, ya que ningún neurocirujano quería acercarse a ese tumor. Yo acepté el desafío. Lo que me sorprende, es que no te haya dicho nada, ni siquiera después de que le diera el alta.”“No, nunca dijo nada. Es frustrante, honestamente. Yo soy la que se hizo cargo de la compañía automotriz y mis otros hermanos solo son un saco roto de dinero. Quizás por eso, papá no dijo nada.”Pienso por un momento y estoy extremadamente tentada por saber si sus hijos s
Stephanie Toussaint.Suspiro profundamente al darme cuenta de que esa mujer ha dejado abandonado a un niño en el parque. ¿Lo habrá hecho a propósito? ¿Genuinamente se le olvidó? Bueno, eso pasa cuando se deja a una persona sin hijos cuidando a niños. Amalia olvidó a las niñas en la casa una vez.Los miro a los tres y les digo, “vayan a jugar. Luego los llevaré a almorzar.”Christian me dice, “¿a los tres?” “Déjame hablar con tu padre y veamos que dice primero. ¿Está bien?”El pequeño asiente, regalándome una gran sonrisa. Luego los tres regresan a la zona de juegos y los veo correr por todos lados.Saco mi celular y llamo a Matt. Marca dos veces y escucho decir, “¿Steph? ¿Está todo bien?”Suspiro y le digo, “Hola Matt. Sí, yo estoy bien.”“Entonces, ¿qué necesitas? ¿En qué te puedo ayudar?”Me aclaro la garganta y le digo, “Matt, ¿dónde está Christian?”“¿Christian? Él está en la casa.”“¿Estás seguro de eso?”“¿Por qué lo preguntas? ¿Sabes algo?”“Chris está conmigo, Matt.”“¿Dó
Matthew Anderson.Estaba en mi oficina cuando recibí la llamada de Steph y sentí que mi sangre se congeló de miedo cuando me dijo que Antonella había olvidado a Chris en el parque. Y que, además, le advirtió que no se acercara a mí. ¿En qué demonios está pensando? ¿Quién se cree que es para intervenir de esa forma en mi vida?Es cierto que me estoy dando la oportunidad de rehacer mi vida con ella, pero eso no le da derecho de abordarla de esa forma. Estoy molesto, no. Estoy furioso. Quiero romperlo todo. Quiero gritarle y enseñarle que conmigo, nadie juega.Llamo a Antonella y me contesta al segundo pitido. “¿Matt? ¿Qué tal va todo?”Con una voz fría y carente de emoción le digo, “Eso es lo que quería preguntarte, Antonella. ¿Cómo va todo?”Ella parece pensar por unos momentos y luego dice, “Todo bien. ¿Por qué lo preguntas?”“¿Dónde estás?”Escucho que la puerta se abre y me dice, “aquí.” Y ahí la veo, detenida en la puerta, viéndome con una sonrisa amplia.Frunzo el ceño muy furioso
Matthew Anderson. Taylor conduce a toda velocidad hacia la finca de los Miller. Pensar en que estaré allí, nuevamente, después de tantos años, hace que mi estómago burbujee de nerviosismo. Suspiro, porque pase lo que pase con mi vida, siempre amaré a Steph y añoraré la vida que tuve y que me arrebataron. Llegamos y Taylor se estaciona en frente. Me abre la puerta y me bajo del auto. En la entrada, está Enzo. No es la persona que esperaba ver, pero no me queda de otra que ser cortes. Se lo prometí a Stephanie, después de que me comporté como un completo idiota en el hotel. Estrecho su mano mientras le digo, “Vicenzo, gusto en verte.” Él me levanta una ceja y dice, “¿lo dices en serio?” Me encojo de hombros y le digo, “Le prometí a Steph que tendríamos una relación cortes. Honestamente, ya no quiero pelear más, Enzo. Ambos somos padres y por lo que Steph me dijo en el teléfono, nuestros hijos se hicieron amigos. ¿Podemos llevar la fiesta en paz?” “Por mi parte, no tengo problema,
Stephanie Toussaint. Cuando escuché que Matt estaba preguntando por la fecha de nacimiento de las niñas, supe de inmediato que estaba sospechando algo. Los tres niños son idénticos. Es obvio, para cualquiera que los vea, que tienen algún padre en común. Pero nunca se me ocurrió cómo se revolvería el estómago al sentirme amenazada por este secreto. Sé que debo confesarle a Matt todo, y estará muy enfurecido. Lo sé. Pero no sé cómo. Me recuesto en mi cama, mientras espero a que Amelia me traiga un agua de hierba para poder calmar mi burbujeante estómago. Emily me observa desde la puerta con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Le digo, “sea lo que quieras decirme, Emily, solo dilo.” Ella se rasca el puente de la nariz y me dice: “¿Cuándo le dirás a Matt que él es el verdadero padre de las niñas? Tiene derecho a saberlo, ¿sabes?” Abro mucho los ojos y le digo, “Sé que tiene derecho a saberlo. Eso lo hace más difícil. No quiero tener que llegar a una disputa legal con él.” “Creo
Stephanie Miller. Después de los acontecimientos pasados, decidimos invitar a Tom y Raúl a cenar a la finca. No es la primera vez que cenamos juntos, pero en verdad, esta vez, tenemos motivos ocultos, que conciernen la seguridad y estabilidad de las niñas. Con Enzo necesitamos saber si estarán seguras alrededor de Antonella o no. El timbre suena y veo que Mildred abre la puerta. Sonrientes, ingresan Tom y Raúl a la finca. “¡Qué gusto de verlos!” Les digo abrazando a cada uno. Enzo los abraza también mientras les dice, “Qué bueno es tenerlos aquí. ¿Cómo han estado?” Tom dice, “Hemos estado bien, excepto por este clima. Detesto el invierno.” Raúl sonríe y dice, “Tom, tú detestas muchas cosas, pero el invierno no es una de ellas.” “¿Cómo qué no? Sí, detesto el invierno.” “Detestas el frío, pero no el invierno.” “Es lo mismo.” Veo que Raúl mueve su cabeza en negación, mientras prefiere guardar silencio para no entrar en una discusión con su marido. Me dice en el oído, “esposa fe
Stephanie Toussaint. A la pregunta de Tom, le acompaña una mezcla de emociones. Él sabe perfectamente que, si la respuesta es sí, tendrá problemas con Raúl y Antonella, por sus repentinas inseguridades. Honestamente, no sé qué hacer. Solo miro a Tom y le digo, “Espérame un minuto.” Me coloco de pie y me acerco a Cat. “Hey, nena. ¿Qué pasó? ¿Tuviste una pesadilla de nuevo?” “Sí, mami. El hombre malo de nuevo se metió en mis sueños. Pero esta vez, había una mujer que lo acompañaba.” Frunzo el ceño y le digo, “¿y qué hacían, nena?” “Se llevaban a mi hermano, mami.” Abro mucho los ojos y veo la cara de Enzo que se torna pálida. Rápidamente, la tomo en mis brazos y le digo, “No te preocupes, cariño. Es solo un mal sueño. Vamos, te llevaré a tu cama.” Veo cómo bosteza y apoya su cabeza en mi hombro, mientras la llevo a su habitación. Durante todo el trayecto, no paro de pensar en el sueño de Cat. Ellas saben que tuvieron un hermano y que desapareció. Quizás saber eso le está formand