Stephanie Miller.Abro mucho mis ojos al darme cuenta de que quien está detrás del golpeteo incesante, es Matt. Mi respiración se altera, mi pulso se acelera.Vicenzo al notarlo me abraza y me dice en el oído, "no permitiré que se acerque a ti, nena. Pero debes calmarte. Recuerda que no solo eres tú ahora. Llevas tres almas contigo." Asiento a sus palabras y mientras no le quito la mirada, respiro lentamente.Desde afuera se sigue escuchando “Vamos Amelia. Sé que me odias, pero por favor, necesito saber si ella está bien. Nadie me dice nada y es como si la tierra se la hubiera tragado.”Amelia frunce el ceño, indignada, y le grita a través de la puerta, “Por todos los diablos, ¿cómo no te das cuenta de que nadie quiere hablarte? ¡Nadie quiere tenerte cerca, Matt! ¡Deja a Stephanie en paz!”“¿Puedes abrir la puerta, por favor?”Veo como Amelia suspira y me dice susurrando, “no lo dejaré entrar. Hablaré con él afuera.” Yo le tomo las manos, implorándole que no le diga nada.Ella nota mi
Matthew Anderson.En el minuto en que Stephanie me lanzó las fotografías en la cara, supe que había destruido toda nuestra vida.Observo detenidamente las imágenes y mi cerebro quiere desesperadamente darle respuesta a lo que estoy viendo, ¿Quién es? ¿Dónde fue? ¿Por qué no me acuerdo?Un minuto tardé darme cuenta de mi terrible error. La culpa y el remordimiento me invaden. Vine aquí para aclarar el contenido de las fotos que llegaron a mi casa, en donde aparecía ella siendo abrazada por un tipo, pero jamás creí volverme el causante del quiebre.Veo todo como en cámara lenta. Ella me encara y dado que no puedo defenderme, ella me da una cachetada y se marcha.Mi alma quiere desesperadamente pedir su perdón, pero mis pies se niegan a caminar tras de ella, como si mi cuerpo supiera el terrible error que he cometido.Me quedé detenido en esa puerta durante unos minutos, hasta que la planeadora de bodas viene a buscarla. Se queda pálida mirando la habitación vacía, las fotos esparcidas p
Stephanie Miller.Me quedé en silencio mirando la pantalla de mi laptop, sin poder articular ni un pensamiento o palabra. Vicenzo se queda quieto detrás de mí, con sus manos en mis hombros y siento como se tensa su agarre.Respiro rápidamente y percibo que mi corazón late acelerado. Me aclaro la garganta y le toco una mano mientras digo, “¿estás bien?”Él parece salir de su conmoción y me responde, “sí, lo estoy, aunque debería ser yo el que te pregunte eso. ¿Estás bien?”Suspiro, sin dejar de mirar la pantalla. Le digo, “¿me puedes dejar sola, Vicenzo?”Él me dice, “estaré en el living, por si me necesitas, nena.” Luego, besa mi cabeza y se retira del despacho.Vuelvo a suspirar, decidiendo si debo abrir ese correo o no. Dentro de mi estómago baten sus alas miles de mariposas a la vez, mientras que mi corazón pareciera tener vida propia. Han pasado tres meses desde que vi por última vez al que creí que era el hombre de mi vida, mi compañero de ruta.Sin más preámbulo, decido abrirlo.
Stephanie Miller.A la media hora después de cortar la comunicación con Lilly, ella me vuelve a llamar para avisarme que el Sr. Lombardo aceptó someterse a la cirugía.Veo la hora y me preocupo de que Vicenzo aún no llega. Marco su número de teléfono, pero este suena ocupado. Decido enviarle un mensaje de voz. “Vicenzo, te llamé, pero al parecer estás ocupado. Te aviso de que mi paciente decidió someterse a la operación y ya estoy tomando un taxi con dirección al instituto. Lo más probable es que no llegue a casa y me quede a dormir allá. Te estoy aviando para que no te preocupes ni me esperes despierto. Te quiero.”Suspiro y guardo mi teléfono en mi bolsillo. Arreglo mis cosas y ya el taxi está afuera esperándome. Cuando quedaban poco más de cinco minutos para llegar al instituto, Vicenzo me llama.“¿Nena? Perdóname por no contestar antes, pero estaba solucionando un tema importante. Escuché tu audio y voy camino al instituto. Esperaré a que termines tu operación y te llevaré a casa
Stephanie Miller.Cuando veo que el hombre de 1.90 metros, vestido con un traje Armani hecho a la medida, canoso, bien conservado para sus sesenta y cinco años, con los mismos ojos azules de su sobrino, se gira y me abre mucho los ojos, sorprendido de verme, creí que me daría un infarto. El miedo fluyó por mis venas y me hizo quedarme congelada en mi espacio, presa del terror.Lilly se aclara la garganta, diciendo, “Disculpe, ¿es usted familiar del Sr. Lombardo?”Tom, el tío de Matthew, sale de su estado de conmoción y dice, “Raúl Lombardo es mi esposo. Nos casamos hace un mes, sin decirle nada a nuestras familias. Sus hijos desconocen de nuestras nupcias y preferimos que así se quede.”Observó a Lilly con una mirada fría y amenazante, haciendo que la pobre se mueva nerviosa en su sitio. El escucharlo decir eso, me dio el coraje para enfrentarlo, sabiendo que estaba compartiendo su secreto.Me aclaro la garganta y le digo, “Gusto en verte Tom. Como siempre, nunca decepcionas.”Veo com
Stephanie Miller.Cuando Tom me preguntó hace cuanto era amiga de Vicenzo, mi mente quedó en blanco. Lo único que pude hacer es guardar silencio y observar cómo mi guapo amigo, caminaba hacia nuestra dirección.Vicenzo al percatarse de que Tom me estaba acompañando, se detuvo por un instante y luego nos alcanzó, diciendo, “Tom, hace mucho que no te veía. ¿Qué te trae por aquí?”“Hum… Es curioso que me lo preguntes, ya que yo te podría preguntar lo mismo. Según recuerdo, estás muy lejos de casa, Enzo.”Frunzo el ceño mientras digo “¿Enzo?”Tom se gira para verme diciendo, “Oh por Dios, querida. No me digas que llevas todo este tiempo en este lugar, acompañada por él y aún desconoces su nombre de pila. Matt le dio ese nombre, dado que sentía que decirle Vicenzo era muy estilo gánster. Sus razones, siempre nos hacía reír.”Sus palabras provocan que mi cara se caliente, sonrojada por desconocer dicha información. Vicenzo se aclara la garganta diciendo, “En su defensa, nunca se lo dije.”“
Stephanie Miller.Luego de la operación, llegamos a la casa y Enzo me dejó en mi habitación. A pesar de lo cansada que me siento, no puedo quitar de mi mente todo lo sucedido y sobre todo lo que Tom me contó.Mi corazón bombea muy rápido y siento las palmas húmedas de nerviosismo, mientras mis pies recorren cada rincón de la habitación.Me muerdo el labio, dudando si lo que quiero hacer es lo correcto, pero ¿Qué opciones me quedan? No puedo permitir que Matt venga a este país buscándome. No puedo permitir que me vea. Ahora no.Suspiro y me resigno a mi decisión. Busco mi celular y como si fuera lo más natural del mundo, marco lentamente los números que constituyen su teléfono. Mi corazón late enloquecido y miles de mariposas vuelan en mi estómago, ansiosa por escuchar su voz.Al cuarto pitido, escucho que una voz ronca y fría me contesta diciendo, “¿Aló? ¿Quién es? ¿Cómo consiguió este número?” Me quedo en silencio escuchándolo. Suspiro y digo, “Hola Matt.”Su voz, rápidamente, cambia
Stephanie Miller.Cuatro meses después…Luego de la última conversación telefónica con Matt, en la que prometió dejarme en paz, lo ha cumplido. Enzo dice que no ha habido ningún tipo de hackeo, así que me deja tranquila de que haya cumplido con su palabra.La vida se ha vuelto bastante tranquila durante estos meses, en donde dejé de ejercer, debido a que desarrollé un cuadro de preeclampsia, haciendo que mi embarazo sea de alto riesgo.Marie y Enzo acordaron que lo mejor para mí era permanecer en cama, a lo que estuve de acuerdo. He intentado colocar todo de mi parte para que estos bebes puedan desarrollarse de la mejor manera.Como era de esperarse, son igual de testarudos que sus padres, así que ninguno se ha mostrado, dejándome intrigada con respecto a su sexo.Sigo llamándolos por números. Todos los que vienen a visitarme se ríen cuando los llamo así, pero ¿Qué más voy a hacer? Si desconozco sus sexos, no puedo darle nombres.Las chicas vienen viajando para poder estar estos últim