62. No Puede Ser

—¡Maldito transito!— Me quejo cuando finalmente consigo estacionar en el garage del hospital donde está internada la mujer que amo.

Ya es más de media noche, estoy abatido por el dolor, y no haber podido comunicarme con Guillermo no ha hecho las cosas mucho más fáciles. Bajo del auto a toda prisa, y camino hasta entrar al hospital. Camino por los pasillos hasta llegar al área donde estaba hace algunas horas con Guillermo, y para mi sorpresa no está solo él. —Buenas noches.— Digo algo confundido y cruzo mi mirada con la de Guillermo —¿Cómo esta Sofía?— Pregunto sin poder prestar atención a nada más.

—¿Tú eres el jefe de mi hija?— Me interrumpe una voz masculina y al darme la vuelta me encuentro con un señor bastante alto de cabello gris y ojos azules. Se le ve triste y no es para menos.

—Soy un poco m

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