De por qué te estoy queriendoNo me pidas la razónPues yo mismo no me entiendoCon mi propio corazónAl llegar la madrugadaMi canción desesperadaTe dará la explicación...
La gente aplaudía y miraba en dirección al bar, fue entonces que Edith lo vio, sus miradas se encontraron. Él estaba sentado en el bar con su porte sensual y varonil, las mujeres empezaron a susurrar preguntándose quien era ese hermoso macho que emanaba testosterona a lo loco.
Te quiero vida míaTe quiero noche y díaNo he querido nunca asíTe quiero con ternuraCon miedo, con locuraSólo vivo para ti...
Armando señalaba a Edith, despacio y muy elegantemente se levantó caminando hacia ella. Edith sentía unos nervios incontrolables, era una declaración de amor muy bonita.
El fin de semana llegó, era domingo por la noche: Edith se encontraba en la hacienda de Armando, estaban acostados acababan de hacer el amor. Comenzó a sonar su celular y él juguetón trataba de evitar que tomara la llamada, ella reía luchando con él, al observar que era Renata, le hizo caritas para que la soltara y cedió. Renata le contaba acerca de su cita a ciegas y para su sorpresa el admirador de Renata era Miguel, Edith trató de alejarse un poco de Armando para que no la escuchara.
El viernes por la mañana, Edith desayunaba con Guillermo y su madre, era un día soleado muy bonito.—Quiero su opinión sobre algo —carraspeo Edith, haciendo una pausa para comer un trozo de aguacate —, ¿qué pensarían si me tomo unos días fuera de la hacienda? Sé que estamos a tope de traba... —Guillermo la interrumpió.—¡Vete tranq
Edith se deshacía en sus brazos, le encantaba la manera como la tocaba y como la encendía. No podía dejar de pensar en tenerlo dentro suyo, si esto era estar enamorada, ella estaba jodidamente perdida de amor. Él le sacó un pecho y le mordisqueó el pezón, Edith sintió desfallecer, estaba más mojada que nunca, se sacó el otro pecho y se lo ofreció; los ojos de Armando brillaron, sin perder tiempo le succionó el pezón y le restregaba su erección en su humedad.—Hazme tuya —le susurró al oído, lamiéndole el l&oacut
Armando se veía como un actor de películas, luciendo un atuendo deportivo y gafas de sol negras, tremendamente sexy: la tomó de la mano y caminaron hacia las gradas del jet, los pilotos saludaron a Armando con confianza.—Erick, Robert, les presento a mi novia Edith —los guapos pilotos de unos 45 años le extendieron la mano muy amables.—¡Mucho gusto! —les contestó
A la 1:10 p.m. Llegaron a New York, hacía frío y un poco de viento, se abrigaron bien y subieron al coche que los esperaba. Al entrar al hotel, Alicia de se adelantó a recepción mientras los botones cogían sus maletas. Armando no soltaba la mano de Edith, entraron al elevador todos juntos. Renata y Alicia bajaron en el piso 30, Miguel en el 31 y ellos dos en el 32. Al entrar, la dos observaron cómo salían varias personas de una sala, por sus trajes pulcros y sus ademanes sofisticados eran empresarios, lo confirmaron cuando vieron al fondo a Armando con una de sus manos en el bolsillo y la otra en su maletín mientras hablaba con una mujer joven, bellísima y elegante; se tocaba su pelo y ponía su mano en el hombro de él, Edith suspiró molesta no miraban a Alicia por ningún lado. Armando abrió sus ojos antes de que la alarma sonara, enseguida la apagó no quería despertar a Edith: sonrió viéndola dormir a su lado, estaba boca abajo con su espalda desnuda y su pelo largo que le caía como cascada por su cara y hombros; se veía tan bonita y sexy, tomó su celular para sacarle una foto, le dio un beso en su cabeza y salió de la cama, hoy solo trabajaría medio día le tenía preparada una sorpresa por la tarde. —Jimena te presento a mi novia, Edith —su novia... esto sí que era increíble, pensaba. Edith extendió su mano respetuosamente y ella le correspondió el saludo.—Un gusto —saludó Jimena, sin dejar de observarla. Último capítuloCapítulo 21. 2
Capítulo 22. ¡Te amo!
Capítulo 22.1