El sonido incesante del teléfono que reposaba en mi mesa de noche hizo que me arremolinara entre las sábanas. La tibieza que sentía mi cuerpo por el roce de su piel arrancó una sonrisa genuina de mis adentros. La noche había caído sin que nos diéramos cuenta siquiera, tomándonos desprevenidos en mi lecho, desnudos, piel con piel, perdidos en el otro en una interminable agonía de placer.Agarré el teléfono a desgana, sin abrir los ojos, y rodé sobre la cama hasta reposar mi cuerpo sobre la ninfa de ojos esmeraldas que yacía a mi lado.—¿Hola? —Aparté un mechón de pelo del rostro de Ana, que dormía imperturbable.—¡Hasta que al fin respondes, Diego! Jonás está por acabar con todo porque su hermana no aparece. ¿Ella se encuentra contigo? —barbulló un Ernesto sobrepasado.—Sí, Ernesto. Ella está aquí, pero en estos momentos no puede responder —gorjeé mientras regaba besos sobre el rostro apacible de esa mujer.—Vaya, entonces…—Sí —afirmé feliz—. Ana y yo estamos juntos… de nuevo.—Esa es
Al llegar al hotel, con las manos enlazadas y muy sonrientes, la primera persona con quien nos topamos, fue Jonás, el cual no estaba para nada contento.—Han limado asperezas —resolló.Sus ojos viajaron a nuestras manos. Asentí, serio.—Sí, Jonás, y espero que… —No llegué a terminar lo que iba a decir porque mi cuñado se me lanzó literalmente encima.—¡Enhorabuena! ¡Ya era tiempo! —Miré de reojo a Ana; sonreía y negaba por la expresión de incredulidad en mi rostro—. Espero que al fin ambos puedan ser felices, así como se lo merecen desde hace tiempo. Diego, te debo una gran disculpa por haber permitido que Ana se hubiera sacrificado… los hubiera sacrificado en el pasado. Solo quiero que me entiendas.—Si no fuera por ella —contemplé con amor a mi amada mujer—, no lo haría, Jonás, pero como el ser de luz que siempre ha sido en mi insignificante vida, me hizo comprender que sentir rencor y resentimiento por algo del pasado no me devolverían los años que perdí a su lado y con mi hijo. To
Al día siguiente, le dimos forma a todo lo que se me ocurrió.El ático del hotel, donde había una piscina climatizada y un jardín colgante, sería el escenario principal de mi pedida de matrimonio. Encargué mil quinientas noventa y cinco dalias silvestres en diferentes matices de Cuernavaca, ya que esa preciosa especie en la cultura mexicana representaba los impulsos y la pasión. ¿Y qué mejor flor para representar lo que viví a su lado?Desde que la conocí, actué por los impulsos de mi corazón y mi alma. La amé con pasión y amor infinito desde el primer día. No había mejor modo de recordárselo que llenando aquel lugar con la cantidad de flores que representaban los días de su ausencia, en los que la pasión y el impulso por quererla de vuelta jamás desaparecieron.Marcel estuvo un tanto molesto y tuve que explicarle con la mayor sutileza posible lo que en verdad pasó. Solo perdonó mi falta cuando le dije que su madre se quedaría para siempre con nosotros y que le pediría matrimonio.La
»Diego es mi par, Giuliana. Es mi complemento. Aunque hubieras logrado tu cometido, jamás te habría correspondido, ya que su alma y su corazón son míos, así como yo soy suya por entero. Ese lazo que nos ha unido desde siempre no lo ha podido romper ni los años, ni otras personas, y no se romperá jamás sin importar que estemos separados. Y aquí los únicos que podrían lograr que nuestros cuerpos se distancien, somos nosotros, él y yo. Nadie más. Está de más decir que ninguno de los dos desea eso, por lo que seguiremos unidos y juntos, con nuestros hijos, escribiendo nuestra historia hasta que nuestras respiraciones acaben. Espero que lo entiendas. Si nos disculpas, tenemos invitados a los que atender.Ana tiró de mi mano y ambos salimos de aquella habitación sin decir palabra alguna.Al entrar al elevador, su semblante se volvió pálido y estuvo a punto de caer. Con firmeza, la envolví entre mis brazos y un llanto convulso salió de ella. Con un suspiro ahogado, comprendí que, aunque me h
Nueva York Tres meses después…AnaMe sentía fatal.Esa era la definición correcta para mi estado físico y emocional.Hace dos meses no me quedó más remedio que venir a Nueva York con Jonás y Eros por cuestiones legales que me tenían ligada a la empresa que Lucas me heredó.Lo extrañaba…Extrañaba tanto a Diego que no pasaba un solo día en que no le marcara y pasara horas hablando con él. Ambos estábamos atados de pies y manos al no poder delegar nuestros asuntos por el momento en otras manos y así disfrutar uno del otro todos los días que respirábamos. Creía que la razón por la que me encontraba tan deprimida y me sentía tan enferma, era por el simple hecho de que él no estaba aquí para consentirme.En la mañana, particularmente, el estómago me pesaba tanto que no pude siquiera pasar el desayuno. Esta ciudad me caía de la patada por tantas cosas…Extrañaba sentir la tibieza del sol sobre mi rostro, la arena deslizarse entre los dedos de mis pies. Extrañaba la calidez del hogar que f
Cuando el llanto mermó, doblé despacio aquella carta y se la tendí a Jonás.—Guárdala con las otras notas y todos los recuerdos que me dejó, Jonás. Recuerda que nadie debe saber sobre ello, mucho menos Diego. —Hice alusión a todas las cosas que conservaría de aquel hombre, pues así lo deseaba.—No tienes por qué ocultarlo, pequeña. No tiene nada de malo que quieras conservar esas cosas.—Lo sé, Jonás. No obstante, si has conocido un poco a Diego, sabes que jamás estará de acuerdo en que lo haga. Sigue dolido. Presiento que eso no se le pasará por más que pasen los años y Lucas ya no esté.—¿Sabe que conservarás la casa de Santorini para Eros? —Negué—. Esto se pondrá interesante en unos años —Rio con ganas.Asentí, dado que tenía razón.—Es mejor así. Ya con los años veré cómo hacerlo cambiar de opinión. Viste cómo se puso cuando le mencionaste sobre la herencia de Eros.—Sí, y lo entiendo, Ana. Sin embargo, debe apartar lo personal de los intereses de su hijo. Además, está el otro peq
Cuando me entregaron los resultados en un sobre, mis dedos temblaron al tratar de abrirlo.Tomé una bocanada de aire y lo hice con el pálpito del pecho acelerado a mil revoluciones por minuto. Lo leí; el resultado de la prueba fue positivo. Estaba embarazada. Esperaba un bebé del hombre que amaba, al que perseguí en sueños por tantas noches, al que dibujé en mis pensamientos por tantos días.Me pasé tantos años, tantos meses y días soñando con algo que pensaba que se incumpliría. Perseguí por todo ese tiempo el amor de un hombre que creí que no me correspondía, cuando en su corazón se forjó un sentimiento tan fuerte como el mío, que el tiempo, la distancia, los extraños metidos en nuestra historia y las dificultades que la vida misma nos impuso, no lograron romper.Me dolió el alma, el corazón y la mente durante tantos años imaginándome ser la dueña de su amor, que su boca pronunciaba aquellas palabras que tanto había aguardado. Después añoraba y divagaba que, si en esta vida no volve
DiegoDespués de tanto tiempo, de tantos años, hoy puedo decir que lo tengo todo: una hermosa familia que llena mis días de dicha y de dolores de cabeza. Justo ahora sufro un calambre cerebral. Marcel, mi hijo mayor, se ha enamorado perdidamente de Alejandra, una hermosa jovencita que conoció en un crucero del que acabamos de regresar. Con apenas quince años ni siquiera puedo concebir que esté de esa manera, pero yo mejor que nadie sé que en el corazón no se manda. Aún recuerdo cómo hace seis años atrás las cosas cobraron su curso y definieron el camino que debí transitar en la vida desde un principio.Su sonrisa siempre será lo más hermoso que mis ojos conocerán. Su mirada, esas gemas esmeraldas que me aturden aún a pesar de tantos años juntos en esta misma historia, siguen siendo mi mayor perdición. Con una sonrisa dibujada en mis labios, suelo rememorar nuestro pasado. Entretanto, ella duerme acurrucada en mi pecho.Aquellos momentos marcaron el final de mi suplicio y mi sufrim