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Capitulo 3: Reencuentro

Recogí el pedido del suelo e intente salvarlo, pero ya no tiene sentido porque la comida se echó a perder y no tengo dinero ni tiempo para comprar otro almuerzo. Estoy segura de que Diego se enfadara muchísimo.

—No te vi, Bell.. — Se disculpa él

—Ya no diga nada, licenciado— Le suplico sin siquiera sin mirarlo, estoy haciendo un gran esfuerzo para no gritarle todo lo que merece.

Nunca pensé volver a verlo después de lo ocurrido y que tuviera el cinismo de dirigirme la palabra como si no hubiera ocurrido nada. Es el rey de la falsedad.

—Su primo se enojará conmigo por su culpa y me correrá. —Le recrimino enfadada

—Diego no te despedirá por un almuerzo dile que es mi culpa y yo le ordenó a uno de los empleados que....

Negué con la cabeza sin permitirle continuar. No quiero escuchar ninguna de sus mentiras. Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para contenerme y no escupir mi odio.

—Yo lo arreglo. —Le respondo inexpresiva

—No sabía que trabajabas en esta área. Será hermoso ver todos los días a una carita tan bonita como la tuya. ¿Desde cuándo trabajas acá?

—Eso a usted no le interesa, señor.

—Te equivocas todo de ti me interesa, Bell y no me hables de usted, por favor.

—No puedo dirigirme hacia usted de otra forma porque usted es uno de mis jefes. De lo contrario ni siquiera le dirigiría la palabra, señor. —Le respondí con frialdad

—¿Tanto me odias?

—No tiene una idea cuanto

—¡Fer! —Exclama Mariana mientras se acerca a su hermano y lo saluda con un abrazo. Ellos siempre han tenido una relación muy sólida.

—¡Qué es este desastre! —Espeta lanzándome una mirada severa

—Lo siento, licenciada, ya lo limpio. —Le respondo encogiéndome en hombros

—Yo me tropecé con ella —Admite Fernando

—Por supuesto que te tropezarías con ella, si es un estorbo. — Ríe burlona—Vamos a almorzar, Diego esta ocupado y no puedes dejar sola a tu hermanita consentida.

—Claro que no —Responde antes de alejarse con ella, no sin antes regalarme una mirada.

Fernando se marchó y me encerré en el baño, liberé las lágrimas que tenia acumulada. Al verlo regresaron a mi cada uno de los recuerdos de lo ocurrido. Sus palabras de amor, sus besos y sus caricias, la forma en la cual me hacia volar, pero por supuesto, también recordé lo miserable que me sentí cuando escuché de sus propios labios que todo fue un juego. En mi mente están taladradas sus palabras cuando escuche aquella conversación que nunca debí escuchar, el presumía con sus amigos que había ganado la apuesta y que había sido un gran sacrificio acostarse conmigo.

—Te ordené pollo no empanadas —Espeta Diego molesto al ver su almuerzo

—Tuve un accidente y se me cayó su almuerzo por eso le entrego el mío., lo preparó mi abuela. Cuando era pequeño le encantaban las empanadas de ella. —Le recordé

—Cuando era pequeño no ahora—Exclama

—Bien ¿Entonces me las llevo?

— Solo vete, necesito que redactes la traducción del archivo que te envíe al email.

—Si señor—Asentí

El resto del día me dedique a realizar el trabajo, pero no lo logre debido a que el tiempo no me fue suficiente.

***

Cuando llegué a casa me percaté de que mis tíos están cenando con mi abuela. Estoy agotada, pero aun así me quedare en la cena porque lo que mas deseo es ver a mi solecito. Hace mas de una semana que no lo veía y ya lo echaba de menos. Si estuviera en mi poder no despegaría de el ni un segundo.

José Luis es como el padre que nunca tuve, él era el único hermano de mi madre y ha sido la única figura paterna con la que he contado. En cuanto a Graciela es una mujer muy especial, perfeccionista, clasista y malhumorada. No es la clase de madre amorosa que yo desearía para mi hijo, pero no tengo alternativa.

Me dirigí al jardín y lo observé jugar con sus carritos. El pequeño se giro para mirarme y dibujo una sonrisa en su rostro, se le formaron hoyuelos en su rostro de ángel. Amo cada parte de él, su cabello castaño y ondulado, su sonrisa, su vocecita y su mirada, aunque se parezca a la de ese infeliz.

Mi solecito no tiene nada que ver con ese infeliz.

—Belly—Grita antes de abrazar mis piernas, lo cargue en brazos y deposite varios besos en sus mejillas

—Mi solecito ¿Como estas?

—Con hambre —Responde con simpleza

—Pronto estará la comida mi amor.

—Pero yo quiero comer ahora—Él me hace ojitos de cachorro, amo ese azul.

Me dediqué a jugar con Aarón en el jardín a las atrapadas. Él no es la clase de niño que le gusta utilizar todo el día con el celular, es activo o más bien hiperactivo. Le fascina jugar al futbol o los videojuegos, realizar ejercicio al aire libre.

Mi abuela afirma que mi tío y mi mamá de pequeños eran así por lo cual es algo de familia ser desastrosos. Cuando logré atraparlo me dediqué a llenarlo de besos y cosquillas haciéndolo reír.

—¡No es justo! —Exclama

—Yo gane así que puedo darte todos los besos que quiera mi solecito. Pero dime ¿Como te fue en la escuela?

—Mal

—si alguien te molesta porque ese niño se las verá conmigo.

Él niega con la cabeza —No es un niño

—¿Te molesta una niña? —Formulo incrédula

—No quiere ser mi novia —Responde con tristeza

Reí fuerte —Eres muy chiquito para esas cosas. Cuando seas más grande tendrás a todas las niñas a tus pies mi niño hermoso.

—¡Belinda, Aarón!. —Grita mi tío

Cargue a Aaron entre mis brazos y lo lleve a lavarse las manos para posteriormente dirigirnos a la mesa. Ya estaban reunidos mis tíos y mi abuela.

—Me encanta que estemos todos reunidos —Vocifera mi abuela

—A mi también mamá ¿y como te fue en tu primer día de trabajo Bell? —Me pregunta mi tio

—Muy bien, el licenciado Diego es un amor, me trata superbién. —Mentí descaradamente porque si mi tío conoce la situación es capaz de golpearlo

—Me alegro mucho—Manifiesta mi abuela—Los niños Diego y Fernando son un amor desde pequeños. Todavía recuerdo cuando corrían por la empresa.

—Claro Abue. —Rodee los ojos internamente

—¡Aarón te ensuciaste! —Lo reprende Graciela al verlo repleto de salsa

—Es un niño salsa-Reí mientras limpio su rostro con la servilleta

—¡No es una gracia, Belinda! —Exclama molesta

—Tienes razón Graciela, pero es pequeño—Le recuerdo haciendo un gran esfuerzo para no gritarle lo que merece

—No empecemos como todos los días —Nos pide mi tío

Mis peleas con mi tía son el pan de todos los días únicamente la soporto por mi tío y por Aarón, no podría vivir sin ellos.

Me enfada la poca paciencia que le tiene a mi solecito. Soy una persona tranquila, pero si alguien se mete con mi hijo soy capaz de todo incluso de matar. Hice un gran sacrificio para que el tenga una vida feliz y no permitiré que esa mujer lo maltrate.

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