«Su cuerpo siempre fue mi templo, en nuestra noche de bodas la amé y adoré, como si el mañana para nosotros no existiera.
—¿Me amas? —ella me preguntó mientras me miraba con sus preciosos ojos verdes, tan llenos de amor.
—Sí —respondí sin dudas, sin miedo, ni remordimientos, una respuesta fácil y honesta. Porque no había culpa, ni traición.
—¿Cuánto? —Ella me mordió el hombro tras preguntarme y lo único que quería decir era: «Más allá de la muerte». Sin embargo, no era lo que Elena quería escuchar.
—Tanto qué si me lo pidieras te entregaría mi corazón en las manos. Si con ello puedo hacerte feliz. —Tomé su rostro con ambas manos y la besé».
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Mira a Oliver después de cortar la llamada con Elena y piensa que todos merecían una segunda oportunidad, al menos, si el arrepentimiento era sincero. Y el suyo lo era, ¿no?—¿Qué ocurre? —pregunta con voz tensa.—Lo siento, ¿quién era ella? —pregunta, era obvio que había escuchado la llamada.—Elena, ¿por qué? —Ethan odiaba de verdad, cuando le cuestionaban sobre su vida personal.—Bueno, por aquí no es un secreto que tu amante es la mejor amiga de tu esposa —Ethan lo miró sorprendido.—¿Disculpa?—Los vi una vez en el estacionamiento, ella está buenísima, pero de verdad Ethan ¿tenía que ser ella?—Creo que has confundido las cosas…—Por allí se dice que hace meses no vives con Elena. Y también se dice que la dejaste p
Regresa a casa con un lindo peinado y un maquillaje perfecto que ha cubierto las manchas negras alrededor de sus ojos y la palidez de su piel. Pone sobre la mesa el conjunto de cosas que Quella le aconsejó que no deben faltar en la decoración de su habitación para esa noche especial. Flores, velas aromáticas, aceites y un hermoso juego de sábanas. Por un momento se siente asqueada, no es que ya no ame a Ethan o que ya no lo quiera a su lado. Su amor por él es infinito y duda que algún día pueda dejarlo de amar; es tan solo el hecho de saber que tarde o temprano deberá confesar o mejor dicho aclarar aquel malentendido. Ya no desea seguir bajo el tormento de sus acusaciones, aunque también, está consciente de que podría perderlo.Ethan con lo inestable que era podría bien abandonarla de cualquier manera. Otra posibilidad, era quedarse a su lado guardando aquel terrible secreto, pero
Caroline está de pie escuchándolo hablar con su esposa, el muy desgraciado le hablaba de una manera en la que nunca hizo con ella. Nunca le dijo te amo, hubo pocos discúlpame en las muchas ocasiones que tuvo que cancelarle a ella en nombre del trabajo o de Elena sí, pero nunca fueron en ese tono de voz dulce y de arrepentimiento sincero, siempre fueron ordenes más que solicitudes. Y ese hombre que ahora tiene enfrente no era el hombre que siempre demostraba ser cuando estaba con ella. Parecía arrepentido, parecía que le costaba dejarla plantada, cuando con ella… simplemente podía decir se acabó sin decirlo de frente, sin darle una explicación de lo que pasó. Preguntándose cómo fue posible que en menos de cinco días el haya cambiado de opinión y no solo fue de opinión él estaba echando por la borda dos años de relación y sus sueños de esta
Toma las llaves de su auto, ese que no utiliza salvo algunas ocasiones. Un regalo por no estar con ella. En ese entonces tenía la seguridad que ese caso tenía nombre, falda y tacones. Pero ella fingió creerle que un niño lo había necesitado a pesar de las marcas de pasión en su cuello —la mancha de un labial rojo en su camisa blanca—, ella fingió desde ese entonces.El auto que solo manejó una vez, porque hacerlo para Elena significaba estar consciente y aceptar su infidelidad; pasarla por alto, comprando así la paz en su matrimonio.Ahora ella maneja ese automóvil a gran velocidad, quiere disfrutar ese regalo después de dos años. Porque desea confiar en él y en su palabra.—Él me eligió —dice en voz alta. Por ese motivo decide no quedarse en casa a llorar su ausencia, planea disfrutar de una excelente cena en aquel restaurant
Atónito ante sus palabras, el mundo ha dejado de girar. Ella lo encontró con su amante, ella ahora lo sabe. Pero todavía así quiere suplicarle perdón, necesita que ella se detenga y lo escuche. Sin embargo, ella está lejos de él, huyendo. Sus emociones están alteradas. No le importan sus palabras crueles, porque merece cada una de ellas.Entonces ocurre lo impensable, mira la escena frente a sus ojos en cámara lenta. Un auto rojo se pasa el alto, impactando al instante con una chica que cruza la calle, y al darse cuenta de lo que vendría grita:—¡Cuidado, Elena!Fue demasiado tarde.El auto rojo la impacta de lleno en el lado derecho del auto. Elena pierde el control, enviándola directo a estrellarse con un poste. Por la velocidad al impacto sale disparada por el parabrisas. El coche rojo se impacta sin mayor daño en una tienda a la contra esquina.Ethan
Ethan no se ha movido de la sala de espera, sentado en la pequeña e incómoda silla, mantiene los codos recargados en las piernas, y su cabeza mirando el piso entre sus pies. Lágrimas traidoras caen en las baldosas sucias del lugar como gotas apenas perceptibles para cualquiera. Al escuchar la puerta abrirse y unos pasos apurados supo que era su hermana y sus padres. Endereza la espalda y al verlos aproximándose cada vez más cerca se pone en pie y levanta la barbilla, como si estuviera preparándose para ir a la batalla. El suspiro resignado y dolorido confunde a sus padres, lo que ellos con seguridad ven es la culpa carcomiéndolo.Sin embargo, Quella es otra historia. La chica se coloca frente a él y le suelta no una bofetada que le voltea la cabeza a un lado, sino dos y luego, una más antes de ser detenida por su padre que la toma de la cintura y la hala hacia atr&aacut
Ethan está sentado frente al escritorio de su padre, Emma, su madre, a su lado. Ella ha tomado su mano, pero Ethan simplemente no soporta su empatía y se suelta lo más sutilmente que puede.Quella está de pie detrás de su padre, mirándolo acusadoramente.—Quella, explica tu actitud hacia Ethan —ordena Joseph.—Porque esta mierda de aberración que tienes como hijo…—Quella fue cortada por su padre, ya que comenzaba de nuevo a exaltarse.—Quella, sin ofender… y no me repetiré de nuevo. No eres una niña y tu hermano tampoco.—¡Es la verdad, papá! Él tiene la culpa del estado en el que Elena se encuentra. ¡Oh mi Dios, está en coma! —jadea cubriéndose la cara para sollozar, apenas ha caído en la cuenta de la gravedad del estado de su mejor amiga. Su rabia era tanta que se había cegado
Sintiéndose miserable, ve la fotografía que yace en el escritorio de Joseph Donovan. Son sus padres, Quella, Elena y él, en la última navidad que han festejado. Están sentados en el comedor de la casa de su madre, brindando por la felicidad y bendiciones de ese y el próximo año.Observa con detenimiento a Elena, ella sonríe, pero su sonrisa no es verdadera. Lo supo en ese entonces porque la convivencia entre ellos apenas era soportable. Estaban fingiendo frente a sus padres una felicidad que no tenían. Pero en sus ojos puede ver una tristeza más profunda. Ahora lo ve, carecen de luz, su mano cerca de la suya, sin tocarse. Él mira a la cámara, igual sonríe, pero ve el fastidio que, en ese momento, le provocaba estar allí mintiendo. Luego, están sus padres. Emma, su madre, sonríe cálidamente hacia la cámara, pero su padre la está mirando a ella. N