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PARTE III: ¿DE VERDAD EL AMOR ES TAN DURO?

Luc acorta la distancia conmigo y me arrebata el teléfono de las manos, acabando la llamada con violencia. 

—¿Qué demonios te pasa? — alego e intento quitárselo, pero es inútil porque aleja el aparato con rapidez.

—No, Claire ¿qué diablos pasa contigo? — me increpa de mal humor, señalándome de forma acusadora.  

Su voz dura y fuerte me hace dar medio paso atrás con sorpresa. Pero su ceño fruncido podría ser fácilmente el reflejo del mío.

—Es mi teléfono y, si no te diste cuenta, estaba hablando con alguien — tiendo la mano para que me lo devuelva, pero no hace caso. 

—Escuché su nombre, Claire — gruñe.

—¿Y eso qué? 

—¿En serio quieres que esté tranquilo mientras hablas con ese gilip0llas? — masculla.

Lo miro desconcertada por su áspera actitud. Pero, ¿qué demonios le pasa? ¿Por qué se comporta como un imbécil?

—¿Qué tiene que ver eso ahora? — cuestiono, con las manos en la cintura —. Me estaba llamando a mí, no tiene que ver contigo. 

Me observa de arriba a abajo con frustración y claro estupor, como si estuviera delante de otra persona. Casi puedo ver el fuego en sus ojos. La ardiente ira retenida. 

Pero, ¿qué demonios le ocurre?

Sí, salí con Tristán hace, ¿cuánto? Unos cinco o seis años, tal vez.

Era joven, ilusa, ingenua, algo tonta… y realmente no me importaba si me jodian. Porque sí, Tristán la jodió conmigo y a lo grande. Pero no guardé resentimiento a los errores del pasado, ni a los errores de los ex novios que he tenido. ¿Por qué debería acordarme de ello constantemente? 

Es más, ¿por qué siguiera debería importarme ahora? 

Son errores que cometí. Que mi yo joven cometió. No puedo hacer nada más que vivir con eso. No me importaba antes y no lo hace ahora… lo único que recuerdo constantemente y que me importa lo suficiente para traerme por las nubes todo el día, esta frente a mí echando humos por las orejas.

—Te estropeó la vida, Claire. Te destrozo. Te vi, estuve contigo, ¿lo olvidas? — me recuerda mi yo tonta, llorando por un romance estúpido. Quiero poner los ojos en blanco, pero me detengo a último momento —. ¿Y qué esperas ahora? ¿Qué te deje hablar con ese capullo?

—¡Oh, por el amor de Dios! — exclamo alzando las manos, exasperada —. Él no me hizo nada. Nada. ¿Oyes? Nada. Solo fue mi… 

—¡Te fue infiel! ¡Vi cómo te rompió!

Eso me saca de quicio.

Me enoja, me enardece y ardo por dentro. 

¡Mald!ta sea! Ninguno de mis ex me ha roto realmente. Y no los estoy defendiendo porque sea alguien benevolente ni quiera ser la mejor persona, solo es sentido común; Fui yo la tonta que lo permitió, así que claramente es mi culpa. Porque tampoco fui completamente sincera con ellos y dejé que lo hicieran en un intento de que las cosas fueran parejas entre nosotros. Soy una idiota, estúpida, realmente estúpida, sin duda alguna, pero era lo que creía que estaba bien en ese entonces…, porque no los amé. Ellos sabían que nos los amaba, no con la entrega absoluta que buscaban en una relación. ¿Me lastimaron? Un poco. Soy un ser humano después de todo. ¡Pero no me han roto! ¡Jamás me han destrozado!

—¡Él jamás me ha roto! ¡No como t...! — cierro la boca justo a tiempo antes de cometer un tremendo error. 

¿Es qué acaso ese pensamiento es razonable? 

Abro los ojos desmesurados al darme cuenta de ello. Nadie es capaz de destrozarme…, pero, ¿por qué mi corazón acelerado, que duele como el infierno en este momento, sabe con certeza que el hombre que tengo frente a mí lo ha hecho? Su amor me está rompiendo… pero, ¿puede destrozarme ahora?

—¿No cómo quién, Claire? ¿Cómo Issac, Tómas, Ash? 

No solo está enfadado, está ardiendo de ira, recordando cada romance fallido de mi pasado estúpido.

Me paso una mano por el pelo, frustrada con esta absurda situación, y aprieto los labios mientras lo observo sin creer la raíz de su enojo y sin dar crédito a aquella tremenda revelación que ha salido a flote.

Sí, él puede acabar conmigo en un abrir y cerrar de ojos… y eso me asusta. 

Me aterra darme cuenta de ello ahora, ¿Siempre ha sido de esa manera? ¿O es efecto colateral del amor que siento por este confuso hombre? M¡erda y doble m¡erda. 

—No vas a hablar con él, ¿entendiste? — me advierte.

—¿Por qué? — pregunto, pero me mira un largo momento, sin responder. ¡Carajo! ¿Por qué demonios tuvo que entrar en mi corazón y hacerlo jirones? —. ¡¿Por qué?!

¿Qué derecho tiene a decirme que debo hacer?

Estoy enamorada de él, aunque él ni se lo imagina. Aún así, sigue siendo mi vida. ¿Quién demonios se cree para intentar controlarme de esta manera?

—¡Por qué ese cabrón de seguro regresó para volver a joderte! — vocifera. 

—¡Es mi vida! 

—¡También es la mía! — me ruge en la cara. 

Puedo sentir su respiración acelerada por la ira en mi piel y esos ojos azules acerados y molestos taladrarme el rostro con su expresión dura.

Doy un paso atrás, alejándome de él. Mirándolo como si de verdad fuera otra persona. ¿De dónde demonios vino eso?  Parpadeo lentamente mientras lo observo. 

—M¡erda — musita y se da la vuelta para darme la espalda, mientras se pasa la mano por la cara y el cabello, con un medio gruñido que reverbera lleno de frustración en la habitación.  

La tensión entre nosotros crece como la espuma y el silencio se extiende, dejándome afligida, confundida y paralizada. 

Pasa una eternidad, donde estoy inmóvil en mi lugar, sin saber que hacer o qué decir. Su repentina reacción me ha dejado sin palabras y con miles de preguntas en la mente. 

Lo oigo decir algo tan bajito y entre dientes, que no entiendo, antes de volver a enfrentarme.

—Claire — comienza, respirando profundo y pasándose una mano por la cara, en un intento de serenarse. Me señala con la otra mano, la que aún sostiene mi móvil, como si estuviera intentando calmar a un pobre animal —. Claire, eres mi amiga, no quiero que vuelvan a herirte. 

Sus palabras deberían resultar un bálsamo, pero siento que me acaban de clavar una estaca en el pecho.  Sí, soy su amiga. 

«Gracias por recordármelo, Sherlock

No me hace gracia y duele mucho más que hace un momento.  Claro, ¿cómo pude pensar por una fracción de segundo que él quisiera más de mí que eso? Es más, ahora que lo pienso, tiene todo el sentido del mundo. ¡Es su vida! ¡Claro que lo es! Y no me quiere a mí en ella llegando con mis ataduras emocionales y romances fallidos para que se esfuerce en recuperar pedazos que solo él piensa que existen. ¡Carajo! ¡Ahora entiendo todo! Me mantengo firme en el lugar, con los tacones clavados en el parqué revestido, mientras la segunda revelación de estos últimos minutos se abre paso. 

—¿Crees que iré contigo luego de que él me joda otra vez? — pregunto con sequedad, pero no le doy el tiempo para contestar. Ni siquiera puedo con el nudo que se me ha estancado en la garganta y que amenaza con que las lágrimas salgan a flote—. No te preocupes, Luc. No iré contigo. No arrastraré mi m¡erda a ti, si eso es lo que temes. Así que, despreocúpate, eso no ocurrirá de nuevo. 

Antes de que abra la boca, le doy la espalda y taconeo con fuerza hacia mi oficina. No quiero, ni deseo, escuchar lo que quiera decirme. Es más, ni siquiera quiero estar allí cuando me dé la espalda para marcharse…, porque sigo siendo cobarde y estúpida, y no puedo permitir que mi corazón, que repentinamente comienza a fragmentarse, se rompa delante de él. 

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