Mi corazón dolía mucho últimamente, no sólo porque evitar a Salva me estaba matando, sino porque estar en continuo contacto con mi jefe, sonriéndonos, como si todo fuese bien, me estaba resultando un infierno.
No podía enamorarme de él, y tenía tanto miedo de hacerlo, porque él ya me gustaba, y sabía que de ahí a lo otro había tan sólo un paso, y más en aquellos momentos en los que él era un verdadero encanto conmigo, y más aún después de habernos acostado, aunque fingiésemos que no.
Él volvió a ser él de siempre en unas pocas semanas, tan pronto como se quitó la venda, y volvió a no necesitarme. Volvió a las andadas, trasnochaba, salía de fiesta, y volvía a tener a más de un ligue en la agenda para follar.
Llevarle la agenda estaba resultando ser un infie
Cuando desperté, a la mañana siguiente, me percaté de que estaba sobre la cama, con una niña pequeña abrazada a Borja, mientras él nos abrazaba a ambas.¿En qué momento me había quedado dormida, cuando se suponía que tenía que coger un vuelo y volver a casa?Abrí los ojos, y miré hacia él, sorprendida de que él estuviese despierto, observándome, con la niña en medio de ambos. Me sonrió, despacio, para luego pronunciar, casi sin voz un leve G-R-A-C-I-A-S.La niña se estiró y miró hacia su hermano, luego a mí, con una enorme sonrisa en su rostro, antes de hablar.Nano – comenzó la niña, mirando hacia su hermano mayor - ¿vas a llevarme a vivir a tu casa contigo y tu novia?Ojalá pudiera – reconoció él
Descansaba sobre su pecho, después de haberlo hecho durante dos veces más aquella noche, con él acariciando mi brazo, con las yemas de sus dedos, mientras me besaba la frente, despacio, incapaz de dejar escapar aquel mágico momento.Deberíamos dejar de hacer esto – comencé, sin tan siquiera moverme ni un palmo – no podemos seguir echándole la culpa al alcohol cada vez que nos acostemos.Cuando volvamos a Madrid, lo dejaremos atrás – aseguró, intentando tranquilizarme – pero ahora caya, aún tenemos tiempo para un cuarto asalto, antes de que volvamos.Reí divertida al escucharle decir aquello.Eres increíble – espeté, divertida, haciéndole reír a él, mientras ambos nos mirábamos.Lo sé – chul
Aquel día en la oficina, era un verdadero caos, tuve que ponerme al día con el trabajo acumulado y mi jefe tenía un humor de perros. No dejaba de gritar a todo el que entrase en su oficina, incluso a mí me chilló en un par de ocasiones.Pasaba las citas a limpio, cuando un repartidor llegó a nuestro departamento, con un enorme y bonito ramo de flores en la mano, era precioso, de claveles en tonos rosas, tenía como tres tonos diferentes de rosas y había una blanca en el centro.Traigo un ramo para la señorita Laura… - comenzó el repartidor – vaya, no tiene apellido.Debe de haber un error – comencé, pero aun así firmé la hoja del repartidor, como que lo había recibido, para que este pudiese marcharse tranquilo.Agarré la tarjeta, para leer la nota, quizás eso p
Al día siguiente, como los dos días anteriores volví a recibir flores de mi admirador secreto, en aquella ocasión era hortensias.“Gracias, Laura, por aparecer en mi vida y darme la satisfacción de verte cada día. Gracias por tu vitalidad, tu alegría, por verlo todo con el vaso medio lleno. Gracias por devolverme las ganas de vivir y de creer en la gente. FPosdata: Si tienes curiosidad por quién soy, ven esta noche al bar de en frente, te estaré esperando. F”Estuve esperando, deseando que llegase la noche, durante todo el día, pues quería saber la verdadera identidad de aquel tipo.Me quedé esperando por largo rato, pero casi eran las once de la noche, y no había ni rastro, del señor F. Quizás todo era una broma, quizás, sólo me estaba tomando el pelo y yo hab
Borja se marchó a la mañana siguiente, antes incluso de que nos hubiésemos despertado, y nadie se enteró de cómo había llegado, pues les dije a todos que un amigo me había acercado, ya que no quería que mis amigos se sintiesen culpables por no haber invitado a Borja al cumpleaños, siendo además la propia casa de este.Le escribí un mensaje dos horas después, mientras que Alfonso y Marta preparaban la disca de reproducción de la fiesta de esa tarde-noche.Yo:“Espero que hayas llegado bien. Al menos debiste haberme dicho que te ibas”Borja:“Llegué bien. Te avisé anoche”Yo:“¿Qué vas a hacer hoy?”Borja:“Saldré a ligar y me tiraré a algu
Estaba en el hospital.No fue Borja quien me trajo, si no la ambulancia. Pues Salva se le ocurrió la idea de llamar a la ambulancia para que fuese a recogerme a la casa. Y parecía haber dado buen resultado, había perdido mucha sangre, incluso tuvieron que hacerme una transfusión por el camino.Me habían cosido la herida, puesto una venda, y dado instrucciones para no moverme de la cama hasta que estuviese curada. Reposo absoluto, aseguraban.Cuando Fonsi entró en la habitación, por segunda vez, Borja venía con él. Pero evité mirarle, aún me sentía perdida en aquella lucha interna contra mis sentimientos, pues las palabras de Marta me habían dado más que pensar.Sólo era un juego para él, su nuevo pasatiempo, pero me dejaría tirada como una colilla tan pronto como encontrase a alguien nuevo.Yo no era ese tipo de mujer
Me pasé como dos días en casa, sin poder moverme, sin poder ir a trabajar, y al tercer día ya estaba que me subía por las paredes.Las cosas en casa iban bien, Fonsi era un encanto, y Marta… ella se volvió mucho más reservada después del accidente, apenas paraba en casa, y siempre que aparecía con una enorme sonrisa en el rostro, la perdía al verme.Borja venía todas las mañanas, antes de ir a trabajar, me llevaba al hospital a que me hicieran las curas y luego volvía a marcharse.Y aquel día no fue menos, me llevó a la clínica, pero antes de bajar del auto recibió una llamada, y la cogió delante mía.Dime – respondió, mientras yo me quitaba el cinturón, y miraba hacia él, esperando a que terminase su llamada. Su rostro fue cambiando, volviéndose del feliz al cabreado - &
Abrazaba a mi mejor amigo, por detrás, tumbados en la cama, ambos mucho más calmados, acariciándole el brazo, dejando que una pregunta fluyese por mis labios.¿cuánto te gusta?Demasiado – aseguró él, al mismo tiempo que Marta entraba en mi habitación y ambos nos enervábamos para mirarla.Ya podéis salir – nos dijo, bajando la mirada, algo incómoda por encontrarnos allí, juntos – Borja se ha ido – insistió, volviendo a mirarnos – Alfonso, ¿podemos hablar un momento?Él asintió, se puso en pie y caminó tras ella, dejándome sola en aquella habitación. Mi corazón dolía y me sentía cada vez más lejos de todas las personas que me importaba. Pues Marta, a pesar de nuestra amistad,