Borja se marchó a la mañana siguiente, antes incluso de que nos hubiésemos despertado, y nadie se enteró de cómo había llegado, pues les dije a todos que un amigo me había acercado, ya que no quería que mis amigos se sintiesen culpables por no haber invitado a Borja al cumpleaños, siendo además la propia casa de este.
Le escribí un mensaje dos horas después, mientras que Alfonso y Marta preparaban la disca de reproducción de la fiesta de esa tarde-noche.
Yo:
“Espero que hayas llegado bien. Al menos debiste haberme dicho que te ibas”
Borja:
“Llegué bien. Te avisé anoche”
Yo:
“¿Qué vas a hacer hoy?”
Borja:
“Saldré a ligar y me tiraré a algu
Estaba en el hospital.No fue Borja quien me trajo, si no la ambulancia. Pues Salva se le ocurrió la idea de llamar a la ambulancia para que fuese a recogerme a la casa. Y parecía haber dado buen resultado, había perdido mucha sangre, incluso tuvieron que hacerme una transfusión por el camino.Me habían cosido la herida, puesto una venda, y dado instrucciones para no moverme de la cama hasta que estuviese curada. Reposo absoluto, aseguraban.Cuando Fonsi entró en la habitación, por segunda vez, Borja venía con él. Pero evité mirarle, aún me sentía perdida en aquella lucha interna contra mis sentimientos, pues las palabras de Marta me habían dado más que pensar.Sólo era un juego para él, su nuevo pasatiempo, pero me dejaría tirada como una colilla tan pronto como encontrase a alguien nuevo.Yo no era ese tipo de mujer
Me pasé como dos días en casa, sin poder moverme, sin poder ir a trabajar, y al tercer día ya estaba que me subía por las paredes.Las cosas en casa iban bien, Fonsi era un encanto, y Marta… ella se volvió mucho más reservada después del accidente, apenas paraba en casa, y siempre que aparecía con una enorme sonrisa en el rostro, la perdía al verme.Borja venía todas las mañanas, antes de ir a trabajar, me llevaba al hospital a que me hicieran las curas y luego volvía a marcharse.Y aquel día no fue menos, me llevó a la clínica, pero antes de bajar del auto recibió una llamada, y la cogió delante mía.Dime – respondió, mientras yo me quitaba el cinturón, y miraba hacia él, esperando a que terminase su llamada. Su rostro fue cambiando, volviéndose del feliz al cabreado - &
Abrazaba a mi mejor amigo, por detrás, tumbados en la cama, ambos mucho más calmados, acariciándole el brazo, dejando que una pregunta fluyese por mis labios.¿cuánto te gusta?Demasiado – aseguró él, al mismo tiempo que Marta entraba en mi habitación y ambos nos enervábamos para mirarla.Ya podéis salir – nos dijo, bajando la mirada, algo incómoda por encontrarnos allí, juntos – Borja se ha ido – insistió, volviendo a mirarnos – Alfonso, ¿podemos hablar un momento?Él asintió, se puso en pie y caminó tras ella, dejándome sola en aquella habitación. Mi corazón dolía y me sentía cada vez más lejos de todas las personas que me importaba. Pues Marta, a pesar de nuestra amistad,
No volví a hablar con él después de ese día. Colgaba sus llamadas y no contestaba sus mensajes, pues aún tenía que pensar en cómo llevar aquella situación.Él me había confesado que tenía sentimientos por mi compañera de piso, y que lo que sentía por mí sólo era amistad.De nuevo lo había confundido todo, igual que me había pasado una vez con Salva. Parecía que volvía a cometer los mismos errores, una y otra vez.Marta y yo apenas hablábamos, parecía molesta conmigo por haber consolado a Borja en el hospital. Pero me daba igual, en aquel momento no tenía ganas de solucionar las cosas con ella, a pesar de que Fonsi me hablaba a diario para que lo hiciese.Ese fin de semana, mi pie estaba casi curado, así que ya me sentía con ganas de volver al trabajo. De hecho, tendría
Había pasado una semana desde mi regreso a la oficina, las cosas iban viento en popa, pues tras una preselección de candidatos, habíamos elegido a un chico joven, para hacer el trabajo de Manu, sólo durante el tiempo que estuviese fuera, aunque, sospechaba, por la complicidad y el buen humor que había entre él y mi jefe, que encontrarían la forma de que se quedase, después.Justo después de preparar sus citas de la semana siguiente, entré en su oficina, aquel sábado por la mañana, después de escuchar su leve “pase”. Estaba reunido con Alberto, el nuevo.Te traigo las citas de la semana que viene – le informé dejando la agenda sobre la mesa, para luego, observar como él la agarraba y le echaba un leve vistazo. Esperé paciente a que me prestase atención.¿Algo más, Laur
Me pasé el día fuera de casa, incluso fui a tomar unas copas por ahí con Salva, necesitaba desconectar, olvidar, sobre todo eso. Y él me ayudó a hacerlo, me hizo recordar lo que sentía cuando éramos amigos, y añorarlo.Estaré aquí siempre que me necesites, Laura – me dijo, cuando ya ni siquiera podía mantenerme en pie, en la puerta de casa.Gracias por lo de hoy – agradecí, para luego sentir su cálido beso sobre mi mejilla. Sonreí, agradecida, y luego ambos nos giramos, al escuchar como el ascensor se abría.Borja con una enorme sonrisa en el rostro y un ramo de flores en su mano, miró hacia nosotros, sorprendido, perdiendo la sonrisa en ese justo momento, dejando caer la mano que sujetaba las flores, lucía defraudado.Bajé la mirada tan pronto como vi
A la mañana siguiente lo veía todo desde otra perspectiva, las palabras sabias de mi mejor amigo, durante la noche anterior, surtieron efecto. Él tenía razón, debía hablar con Borja y dejarle las cosas claras.Llamé al despacho de Borja, tan pronto como me desocupé de un poco de trabajo, y entré tan pronto como él me incitó a que se me sentase.Necesito que programes una cena con mis padres para el martes y … - comenzó, pero se detuvo tan pronto como se percató de que estaba nerviosa, pues no dejaba de tocarme las uñas, de forma exagerada - … ¿hay algún asunto del que quieras hablar? – preguntó.Si – admití, más rápido de lo normal, haciendo que él me mirase aún con más interés – verás… - empecé, si
Me gustaría poder deciros que se me pasó, que volvimos a ser amigos, que volvimos a hablar después de aquello, que al menos… aún nos hablábamos. Pero si os dijese algo de esto, os estaría mintiendo.Él no volvió a hablarme después de ese día, y yo tampoco lo hice. Ni un mensaje, ni una llamada, ni un hola cada una de las veces que nos encontramos por la calle, tan sólo éramos dos desconocidos, y ya no quedaba nada sobre el cariño que nos teníamos, o al menos, así era la teoría.Nuestro repetido error tan sólo había sido una despedida, la guinda que coronaba al pastel.Me quedó claro, tras seis meses de absoluto silencio, que todo había terminado. Pero eso no hacía que doliese menos, y por más que intentaba cerrar aquel capítulo de mi vida y encerrarlo en un cajón que nunca, ja