16 - Miradas.

Descansaba sobre su pecho, después de haberlo hecho durante dos veces más aquella noche, con él acariciando mi brazo, con las yemas de sus dedos, mientras me besaba la frente, despacio, incapaz de dejar escapar aquel mágico momento.

  • Deberíamos dejar de hacer esto – comencé, sin tan siquiera moverme ni un palmo – no podemos seguir echándole la culpa al alcohol cada vez que nos acostemos.

  • Cuando volvamos a Madrid, lo dejaremos atrás – aseguró, intentando tranquilizarme – pero ahora caya, aún tenemos tiempo para un cuarto asalto, antes de que volvamos.

Reí divertida al escucharle decir aquello.

  • Eres increíble – espeté, divertida, haciéndole reír a él, mientras ambos nos mirábamos.

  • Lo sé – chul
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