Descansaba sobre su pecho, después de haberlo hecho durante dos veces más aquella noche, con él acariciando mi brazo, con las yemas de sus dedos, mientras me besaba la frente, despacio, incapaz de dejar escapar aquel mágico momento.
Reí divertida al escucharle decir aquello.
Aquel día en la oficina, era un verdadero caos, tuve que ponerme al día con el trabajo acumulado y mi jefe tenía un humor de perros. No dejaba de gritar a todo el que entrase en su oficina, incluso a mí me chilló en un par de ocasiones.Pasaba las citas a limpio, cuando un repartidor llegó a nuestro departamento, con un enorme y bonito ramo de flores en la mano, era precioso, de claveles en tonos rosas, tenía como tres tonos diferentes de rosas y había una blanca en el centro.Traigo un ramo para la señorita Laura… - comenzó el repartidor – vaya, no tiene apellido.Debe de haber un error – comencé, pero aun así firmé la hoja del repartidor, como que lo había recibido, para que este pudiese marcharse tranquilo.Agarré la tarjeta, para leer la nota, quizás eso p
Al día siguiente, como los dos días anteriores volví a recibir flores de mi admirador secreto, en aquella ocasión era hortensias.“Gracias, Laura, por aparecer en mi vida y darme la satisfacción de verte cada día. Gracias por tu vitalidad, tu alegría, por verlo todo con el vaso medio lleno. Gracias por devolverme las ganas de vivir y de creer en la gente. FPosdata: Si tienes curiosidad por quién soy, ven esta noche al bar de en frente, te estaré esperando. F”Estuve esperando, deseando que llegase la noche, durante todo el día, pues quería saber la verdadera identidad de aquel tipo.Me quedé esperando por largo rato, pero casi eran las once de la noche, y no había ni rastro, del señor F. Quizás todo era una broma, quizás, sólo me estaba tomando el pelo y yo hab
Borja se marchó a la mañana siguiente, antes incluso de que nos hubiésemos despertado, y nadie se enteró de cómo había llegado, pues les dije a todos que un amigo me había acercado, ya que no quería que mis amigos se sintiesen culpables por no haber invitado a Borja al cumpleaños, siendo además la propia casa de este.Le escribí un mensaje dos horas después, mientras que Alfonso y Marta preparaban la disca de reproducción de la fiesta de esa tarde-noche.Yo:“Espero que hayas llegado bien. Al menos debiste haberme dicho que te ibas”Borja:“Llegué bien. Te avisé anoche”Yo:“¿Qué vas a hacer hoy?”Borja:“Saldré a ligar y me tiraré a algu
Estaba en el hospital.No fue Borja quien me trajo, si no la ambulancia. Pues Salva se le ocurrió la idea de llamar a la ambulancia para que fuese a recogerme a la casa. Y parecía haber dado buen resultado, había perdido mucha sangre, incluso tuvieron que hacerme una transfusión por el camino.Me habían cosido la herida, puesto una venda, y dado instrucciones para no moverme de la cama hasta que estuviese curada. Reposo absoluto, aseguraban.Cuando Fonsi entró en la habitación, por segunda vez, Borja venía con él. Pero evité mirarle, aún me sentía perdida en aquella lucha interna contra mis sentimientos, pues las palabras de Marta me habían dado más que pensar.Sólo era un juego para él, su nuevo pasatiempo, pero me dejaría tirada como una colilla tan pronto como encontrase a alguien nuevo.Yo no era ese tipo de mujer
Me pasé como dos días en casa, sin poder moverme, sin poder ir a trabajar, y al tercer día ya estaba que me subía por las paredes.Las cosas en casa iban bien, Fonsi era un encanto, y Marta… ella se volvió mucho más reservada después del accidente, apenas paraba en casa, y siempre que aparecía con una enorme sonrisa en el rostro, la perdía al verme.Borja venía todas las mañanas, antes de ir a trabajar, me llevaba al hospital a que me hicieran las curas y luego volvía a marcharse.Y aquel día no fue menos, me llevó a la clínica, pero antes de bajar del auto recibió una llamada, y la cogió delante mía.Dime – respondió, mientras yo me quitaba el cinturón, y miraba hacia él, esperando a que terminase su llamada. Su rostro fue cambiando, volviéndose del feliz al cabreado - &
Abrazaba a mi mejor amigo, por detrás, tumbados en la cama, ambos mucho más calmados, acariciándole el brazo, dejando que una pregunta fluyese por mis labios.¿cuánto te gusta?Demasiado – aseguró él, al mismo tiempo que Marta entraba en mi habitación y ambos nos enervábamos para mirarla.Ya podéis salir – nos dijo, bajando la mirada, algo incómoda por encontrarnos allí, juntos – Borja se ha ido – insistió, volviendo a mirarnos – Alfonso, ¿podemos hablar un momento?Él asintió, se puso en pie y caminó tras ella, dejándome sola en aquella habitación. Mi corazón dolía y me sentía cada vez más lejos de todas las personas que me importaba. Pues Marta, a pesar de nuestra amistad,
No volví a hablar con él después de ese día. Colgaba sus llamadas y no contestaba sus mensajes, pues aún tenía que pensar en cómo llevar aquella situación.Él me había confesado que tenía sentimientos por mi compañera de piso, y que lo que sentía por mí sólo era amistad.De nuevo lo había confundido todo, igual que me había pasado una vez con Salva. Parecía que volvía a cometer los mismos errores, una y otra vez.Marta y yo apenas hablábamos, parecía molesta conmigo por haber consolado a Borja en el hospital. Pero me daba igual, en aquel momento no tenía ganas de solucionar las cosas con ella, a pesar de que Fonsi me hablaba a diario para que lo hiciese.Ese fin de semana, mi pie estaba casi curado, así que ya me sentía con ganas de volver al trabajo. De hecho, tendría
Había pasado una semana desde mi regreso a la oficina, las cosas iban viento en popa, pues tras una preselección de candidatos, habíamos elegido a un chico joven, para hacer el trabajo de Manu, sólo durante el tiempo que estuviese fuera, aunque, sospechaba, por la complicidad y el buen humor que había entre él y mi jefe, que encontrarían la forma de que se quedase, después.Justo después de preparar sus citas de la semana siguiente, entré en su oficina, aquel sábado por la mañana, después de escuchar su leve “pase”. Estaba reunido con Alberto, el nuevo.Te traigo las citas de la semana que viene – le informé dejando la agenda sobre la mesa, para luego, observar como él la agarraba y le echaba un leve vistazo. Esperé paciente a que me prestase atención.¿Algo más, Laur