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Capítulo 38: Era hora de que ocupara su lugar en esa casa y ella no iba a poder hacer nada por evitarlo

A Delilah la tomó por sorpresa ese beso, solo por eso es que no lo abofeteó y en lugar de molestarse cerró los ojos y le echó los brazos al cuello.

Pero porque la había tomado por sorpresa, si no hubiera sido así ese machista controlador se habría llevado un buen bofetón.

El gran problema era que sus brazos se le habían quedado enredados alrededor de su cuello y se negaban a moverse de ahí para darle su merecido.

—Para tener que fingir conmigo te gusta que te bese —aquella voz llena de prepotencia la obligó a abrir los ojos y parpadear con lentitud.

Debía tener una expresión de estúpida en ese momento porque la sonrisa de Maximiliano era de suficiencia.

Con lentitud fue quitándole los brazos de los hombros y comenzó a limpiarse la boca.

—Sí, definitivamente —murmuró y él alzó una ceja como esperando que continuara.

—Definitivamente, ¿qué? Te gusta, ¿verdad? No lo niegues. —Delilah sonrió y le palmeó con suavidad la mejilla.

—Lo que quise decir es que definitivamente mi amante besa muc
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