Hola, mis preciosas lectoras. Hoy no estuve muy bien de salud, pero no las quise dejar sin actualización. Solo será un capítulo.
—¡Estoy tan feliz! —gritó Aurora mientras la agarraba de los hombros y la movía como si fuera una muñeca.Delilah parpadeó intentando salir del sueño.Su hermana, que se había mudado a la casa la tarde anterior, se coló en su habitación gritando como una loca.—¿No podrías ser feliz con menos intensidad? —farfulló, apenas había dormido por estar pensando en cómo iba a cumplir la petición de su suegra—. Estoy muerta de sueño.—Después vuelves a dormir, pero ahora despierta porque tengo que darte una gran noticia. No me lo puedo creer, es un milagro, Nana. No dejan de llegarme solicitudes aceptadas de universidades que ni en mis mejores sueños entraría. ¡Nana, despierta!La palabra universidades y los gritos de Aurora provocó que saliera del letargo con mucha rapidez.Se sentó en la cama y miró a su hermana con una mezcla de emoción por su felicidad y de aprehensión porque sabía lo que significaba.Su suegra estaba cumpliendo su palabra y ella debería cumplir la suya.***Horas después
Delilah enrojeció después de decirlo e intentó ocultarle su rostro para que él no se percatara.Su esposo estaba rígido, ella estaba pegada a su cuerpo y él mantenía los brazos sueltos como si evitara tocarla.Esperó que la tomara de la cintura, que la llevara de nuevo a aquella habitación, pero él solo se quedó quieto.Lo único que mostraba que la había escuchado fue el movimiento que hizo su nuez de Adán al tragar.—No… ¿No tienes nada que decirme? —balbuceó y no le quedó otro remedio que apartarse un poco para mirarlo a la cara.Maximiliano tenía una expresión de estar pasando el peor momento de su vida.Nada que ver con los sonriente que estaba cuando la perseguía como un loco por la casa sin importarle lo más mínimo estar desnudo.—Esta noche no estoy de humor, lo siento, pero tendrás que buscar otra compañía.Delilah no podía permitir que él la rechazara, suficiente tenía con las ocasiones que lo hizo cuando sabía que era ella.—¿Por qué no estás de humor? —preguntó antes de pod
Maximiliano encendió las luces al entrar tras Zafiro, ella se había adentrado en la habitación a oscuras y con paso seguro, pero apenas cerró la puerta la vio dudar.Fue solo un instante, pero lo suficiente para que él que la estaba observando como un lince a su presa se percatara del cambio.Zafiro sonrió como una invitación para que se acercara a ella, de forma inconsciente la vio llevarse la mano al collar que siempre colgaba de su cuello y que le había dado aquel nombre falso.Lo frotó, era como si lo usara de talismán para controlar sus nervios porque por más que intentaba demostrar que era una mujer segura de sí misma, él estaba al pendiente de cada movimiento que ella hacía y veía que esa seguridad era fingida.La mano le temblaba un poco, le costaba mantenerle el contacto visual a pesar de estar sonriendo y cuando creía que no la veía se frotaba el pecho como si quisiera calmar los latidos del corazón.—¿Por qué tan callado? —le dijo intentando rellenar el silencio que se habí
Delilah cerró los ojos y se abandonó a las sensaciones que aquel beso le estaban proporcionando.No fue como ella imaginó, no la estaba devorando como el hombre sediento de sexo que imaginó que era y aquello solo podía ser una manipulación más para seducir a las mujeres.Él parecía estar adorándola.La besaba lento, profundo, jugando con sus labios hasta arrancarle suspiros de satisfacción que no podía controlar.Maximiliano la levantó provocando que sus pies dejaran de tocar el suelo, uno de sus brazos rodeaban sus piernas y ella se aferró a su cuello al ver que comenzó a caminar.Todavía le hormigueaban los labios por los besos cuando esa sensación se le introdujo en el estómago cuando abrió aquella puerta y la cama quedó visible.No podía echarse atrás ni salir corriendo de nuevo, pero no pudo evitar ponerse muy nerviosa.—Tranquila —lo escuchó decir justo en el momento en que la soltó con cuidado sobre la cama—. No ocurrirá nada que tú no quieras.—Pero quiero que ocurra —se atrev
Delilah había cometido el error de quedarse dormida después de lo sucedido.Despertó con Maximiliano a su lado y ella usaba su pecho como almohada.Se movió con cuidado de no despertarlo.Los ojos le molestaban por haberse dormido con las lentes de contacto puestas y temió haber perdido la peluca, pero por suerte continuaba en su lugar.Apenas logró sentarse en la cama, miró a su esposo que continuaba dormido, se veía tranquilo y relajado.Al menos él parecía poder permitirse esa calma, ella estaba deseando salir de allí.No quería continuar a su lado ni un minuto más porque una parte muy escondida de ella quería besarlo mientras dormía para despedirse.Lo había hecho, cumplió con lo que su suegra quería, pero no esperó que le doliera tanto.Andrea tenía razón, aquello acabaría con ella.No estaba preparada para dejar sus sentimientos de lado y se sentía horrible por haber deseado a ese hombre que no tuvo ningún escrúpulo en acostarse con ella sin saber que era su esposa.Se fue arras
Delilah no había logrado dormir después de llegar a su casa, se había demorado tanto que se encontró a Andrea dormida en el sofá, esperándola.Cuando la escuchó, se levantó enseguida y la mujer tuvo que verla muy mal porque la abrazó sin decir una sola palabra y la arrastró con ella hasta el sofá.Lloró durante un largo rato mientras Andrea la sostenía con cariño.Tener una madre debía sentirse así, ella ya no recordaba los abrazos de la suya.—Al final lo hiciste —dijo Andrea una vez que la vio más calmada.No fue una pregunta, era una afirmación.—Sí, te dije que lo haría y no pensaba echarme atrás —murmuró y bajó la cabeza, la avergonzaba reconocer la forma en que su esposo había caído en una mentira—. Solo espero que haya funcionado porque no quiero regresar.Andrea la ayudó a quitarse la peluca y liberó su cabello.—¿Fue cruel contigo? —preguntó—. Nunca pensé que él fuera así, su padre era un hombre muy bueno y su madre… Hablaré con ella para que detenga esto.—No hablarás con na
Habían pasado dos semanas desde aquella noche en el club y Delilah no había sido capaz de regresar.No dejaba de pensar en su esposo y su ánimo había decaído tanto que por más que intentó ocultarlo frente a Aurora, su hermana no se creyó ninguna de sus excusas.Por ese motivo, en ese momento se encontraba cenando con Marco el amigo de su esposo.Y no porque ella lo hubiera decidido.Una vez más, alguien decidió dirigir su vida y esa ocasión fue su hermana que envió un mensaje a Marco para aceptar esa invitación.Cuando lo supo ya era tarde para negarse y casi fue llevada a rastras por su hermana hasta la ducha para que se arreglara.—Entonces… ¿Cómo van las cosas con Maximiliano? —preguntó Marco después de media hora de silencio incómodo en el que ella no sabía qué decir.Delilah alzó el rostro sin tener muy claro qué quería saber y también un poco avergonzada porque justo estaba pensando en su esposo.Para su desgracia ese ser despreciable había sido su pensamiento principal y sobre
Maximiliano vio marcharse a Delilah y no despegó su vista de ella hasta que salió del restaurante.Sabía muy bien a dónde se dirigía porque había seguido a Marco desde que la fue a recoger a «su casa» y se llevó a «su mujer» a esa cita que él acababa de estropear.Puede que le hubiera dado carta blanca a su amigo para que saliera con su esposa, pero las cosas habían cambiado y pensaba dejárselo muy claro.Aunque sería en otro momento, porque no iba a darle la oportunidad de que se la llevara de nuevo y que estuvieran a solas en el coche otra vez.Sabía muy bien cómo acababan esas citas y solo de pensar en su esposa, en su cama y para colmo con su mejor amigo, le provocaba ardores en el estómago.—Deja de comportarte de forma tan egoísta —escuchó que le decía su amigo, aunque quizá desde ese momento debería llamarlo enemigo—. No has querido saber nada de Delilah y apenas la invito a cenar tienes que aparecer y fastidiarlo.—Para ti es la señora Verona, mi esposa, nada de Delilah —farfu