POV DARKO ROMANOV —¿Qué quieres, Vladik? —Revisé por última vez mi Glock y la guardé en la pretina de mi pantalón, agarré otras dos más y las coloqué en mi chaqueta.—No tienes por qué ir, déjame a mí —negué levemente—. Maldición, cualquier cosa podría salir mal en esa reunión con Hernández.—Lo sé, viejo, ahora déjame hacer mi trabajo —pasé junto a él, pero me detuvo con su mano.—Mi deber es protegerte de ti mismo.—Tengo todo bajo control —inhalé profundo, tratando de mantener la calma.Vladik se cruzó de brazos, evidentemente preocupado.—El cartel de Hernández es extremadamente peligroso, y el hecho de que estén furiosos porque decidiste dejar de comprar su cocaína lo hace aún peor. No creo que quieran hablar.—Dime algo que no sepa. —Pedí, mirándolo fijamente—. Tengo todo bajo control, pero si algo me llega a suceder, te encargarás de mi esposa y de mis hermanos. —Frunció su ceño molesto, pero aun así asintió—. Escúchame bien, mi esposa no conocerá a otro hombre; si eso sucede.
El sol del atardecer bañaba el patio trasero de la mansión con una luz dorada y cálida mientras me preparaba para otra sesión de entrenamiento. Lena, con un atuendo deportivo ajustado y guantes de boxeo, me miró fijamente.—Esta vez, vamos a trabajar en algunas técnicas de combate cuerpo a cuerpo —anunció con seriedad—. Es importante que sepas cómo defenderte si alguna vez te encuentras en una situación peligrosa y es muy probable que lo estarás.Asentí con determinación, aunque tenía una chispa de nerviosismo en mí. La semana pasada estuvimos practicando tiro y era muy buena. Tuve lecciones de cómo desarmar y armar una pistola. Me explicó las partes de una pistola y cómo funcionaban juntas. Escuché atentamente, mientras tomaba notas.Practicaba regularmente, desmontando y volviendo a armar una pistola con rapidez y precisión. Lena me supervisaba y me daba consejos constantemente. Con los días, me volví hábil en esta tarea.Nos colocamos en una posición de combate, con los puños en al
POV DARKO ROMANOV —¿Qué sabor de helado llevará? Quedé perplejo ante esa simple pregunta. No sabía un carajo del sabor que deseaba Isa, jamás lo dijo y a la m****a que no la llamaría. Decidí tomar la solución más práctica: llevar todos los malditos sabores de helado que tenían, tres potes de cada uno, lo mismo con los dulces. Aún no comprendía por qué estaba triste, pero al ver cómo su vida había cambiado y el esposo que ahora tenía, era comprensible que experimentara sentimientos encontrados, pero quería creer que se estaba acostumbrando a mí, aunque fuera un camino difícil. Saqué rápidamente mi teléfono y llamé a Lena, seguramente ella sabría algo. —Me agarras un poco ocupada, ¿qué sucede? —Isabella está triste, ¿sabes por qué? —pregunté. —¿Me estás llamando para saber si Isabella está triste? ¿Es en serio o es una broma? —respondió con incredulidad. Fruncí el ceño, desconcertado por su reacción. —¿Por qué tendría que ser una broma? —Porque el estado de ánimo de una pers
Fruncí mi ceño al verlo sentado en la orilla de la cama, mi pijama se encontraba en el suelo y mis bragas en sus manos.—¿Qué haces en mi habitación? —Pregunté, mis palabras saliendo con un tono de sorpresa y desconcierto en cuanto salí del cuarto de baño.Darko levantó la mirada hacia mí, sus ojos azules brillando con una intensidad que me dejó momentáneamente sin aliento. Mis pasos se desaceleraron, pero seguí avanzando hacia él con cautela.—Nuestra bebé, nuestra —Su respuesta fue simple pero cargada de significado, y mi corazón dio un salto.—¿Qué haces aquí? —Insistí, cruzando mis brazos sobre mi pecho mientras lo miraba fijamente, buscando una explicación que tenía miedo de descubrir.—En una hora vienen mis hombres. Hay una reunión. Empezarás a asistir para que aprendas —explicó distante, como si estuviera atrapado en sus pensamientos.La tensión en la habitación empezó a subir, y mi mente comenzó a dar vueltas.—¿Cómo debo vestirme? —pregunté, tratando de romper la extraña atm
Era el momento de demostrar que podía cumplir perfectamente mi papel dentro de la Bratva. Tenía que hacerlo, pero sabía que tenía que borrar la sonrisa que se había apoderado de mi rostro desde hace minutos atrás, cuando mi esposo terminó de darme dos orgasmos devastadores que me dejaron sin aliento.—Estás absolutamente perfecta —lo miré a través del espejo, y su mirada intensa se encontró con la mía. Se acercó lentamente hasta que sus fuertes manos rodearon mi cintura—. Tu belleza parece sacada de un sueño, Isa.—¿Qué esperan de mí? ¿Cuál es mi papel aquí? —pregunté, deseando entender mejor mi rol.—Si deseas opinar, lo haces. Si quieres mandar, jodidamente lo haces. No esperamos nada en particular de ti. Simplemente sé tú misma y mantén un estómago fuerte, porque lo necesitarás.—Quiero que Oksana se vaya —declaré con determinación, sin apartar la mirada del espejo—. No la quiero en mi casa.Sonrió con aprobación y se inclinó para rozar sus labios contra mi cuello, enviando escalof
POV DARKO ROMANOV—Darko, ¿podemos hablar un momento? —Maldije entre dientes y volteé a ver a Isa, quien asintió y continuó hacia las escaleras.—Espero que sea algo realmente importante, Vladik. —Apreté el barandal de la escalera—. Dime.—Creo que sería prudente mantener a Oksana cerca —susurró—. Todo iba bien en Francia, no tenía razón alguna para regresar, y aun así lo hizo. ¿No te parece extraño?—No tengo tiempo para pensar si está conspirando contra mí. Si estás seguro de que algo está sucediendo con ella, entonces asegúrate de que no respire para mañana, y hazlo parecer un incidente similar a los ocurridos con los afganos.—¿Estás hablando en serio? —cuestionó, con una expresión preocupada en su rostro.—Tengo demasiados problemas en este momento, y no puedo permitir sumar uno más a la lista. Hazlo. Mátala.—Hay otra cosa. —Inhalé hondo, tratando de calmarme—. Lena está saliendo con alguien.Mi rostro se endureció al escuchar esto último.—Lleva a esos dos ante mí mañana a prim
Empezó con una dulce tortura, restregando su polla en mis labios menores una y otra vez. Cuando tocó mi clítoris gemí de inmediato, estaba muy sensible.—Por favor —rogué, no aguantando más.—¿Qué quieres mi dulce bella?—A ti… dentro de mí, llevándome a tu maldito infierno.Lo miré por encima de mi hombro, y en sus ojos encontré una intensidad que me dejó sin aliento. Era como si su mirada ardiera con un fuego insaciable que amenazaba con consumirme por completo. A pesar de la sensación de peligro que emanaba de él, no podía apartar la vista. Era una atracción magnética que me tenía hechizada y empezaba a gustarme más de lo que me gustaría admitir. Sus ojos se oscurecieron y grité cuando entró sin previo aviso. Contraje involuntariamente mis paredes, arrancándole un gruñido de satisfacción al hacerlo. Lentamente estiré mis brazos para buscar de donde agarrarme mientras sus recias embestidas empezaban, me hacían moverme involuntariamente una y otra vez contra cada arremetida que dab
Días después.—Realmente empecé a creer que Yarik no lo haría. Los días pasaban y no supe nada de esas mujeres.—Eres la reina, claro que tiene que acatar tus órdenes, pero algunas cosas se complicaron y no resultó fácil encontrar la información de todas ellas. Ahora ya están en el salón esperándonos.Asentí hacia mi esposo y caminamos hacia allá.Estos días habían sido un poco tensos. Sabía que estaban sucediendo cosas, pero no las compartía, solo se callaba y no me permitía salir a menos que fuera conmigo un séquito de diez hombres. Era exagerado, pero me hacía saber que algo realmente grave estaba ocurriendo. Con respecto al tema de mi padre, estaba tranquila. Me aseguró que estaba bien y que no estaba siendo sometido a ninguna tortura. Sin embargo, mis preocupaciones persistían en el fondo de mi mente.En cuanto llegamos, estaban todas ellas con sus rostros demacrados, sus miradas llenas de pánico, y otras de resignación. Fruncí el ceño al contar once, pensaba que eran doce.—¿Onc