—¡No te irás con ese maldito!

Valerio estaba lleno de celos, no obstante, como nunca había reconocido aquel sentimiento, no podía identificarlo.

Mientras que Livana lo miraba atontada sin entender el motivo de su comportamiento.

Valerio se dejó caer frente a Livana alzando su falda hacia su cintura dejándola expuesta mientras que arrancó su ropa interior de un tirón.

La Thalassi dio un grito ahogado cuando la lengua del macho cubrió su humedad provocando que ella se arqueara bajo su toque.

Casi podía sentir el aroma de su deseo pues, por más que ella se negara lo deseaba febrilmente.

Livana llevó sus manos hacia los hombros de Valerio sintiendo sus piernas temblorosas al mismo tiempo que cerraba los ojos delirante de placer.

Su lengua intrusa hacía estragos en ella recorriéndola de arriba a abajo para después penetrar su entrada.

Una de las manos de Valerio se había aferrado a su cintura mientras que la otra dejó que su pulgar acariciara el botón del placer de Livana.

La Thalassi com