“Deja de luchar tan innecesariamente, Sharon. Solo ve con Simon. ¡Él te necesita!”. Penelope levantó su mano y el par de tijeras afiladas estaba a punto de perforar el cuello de Sharon...

“¡Detente! ¡No lastimes a mi mami!”. Sebastian apareció de la nada y se abrió paso entre la multitud, corriendo hacia su madre.

Antes de que Penelope pudiera procesar la situación, una fuerza brutal la tiró a un lado. Ella perdió el agarre del arma que tenía en la mano e inmediatamente cayó al suelo.

Ella incluso se tambaleó unos pasos hacia atrás de manera avergonzada antes de finalmente recuperar el equilibrio. Ella desvió su mirada y vio que Sebastian ya estaba tratando de salvar a Sharon.

“¡Suelta a mi mami! ¡Déjala ir!”. Sebastian estaba tirando de las manos del guardaespaldas.

“Sebastian...”. Sharon no pudo evitar sorprenderse por la apariencia de Sebastian. ¿Cómo supo que ella estaba aquí? ¡Él ni siquiera se había recuperado completamente de su herida todavía!

“¡No lo toques! ¡Él está her