¿Quién le pidió que tomara obstinadamente la decisión de llevarla cargando adentro?

La sonrisa en el rostro de Germaine se volvió un poco extraña, y su mirada escrutadora se volvió un poco sombría también.

Quinn se burló con frialdad. Colocó pesadamente la pieza de ajedrez que tenía en la mano y, con una expresión fría, le dijo con enojo: “¡No tienes ningún sentido de la cortesía! El presidente Zachary tuvo la amabilidad de cargarte aquí, pero ¿así es como hablas de él?”.

Sharon frunció los labios. Por el bien de las ganancias, el anciano estaba tratando a Simon tan bien en ese momento que si alguien no lo conociera mejor, ¡pensaría que Simon era su nieto real!

“Presidente Zachary, por favor, no se lo tome a pecho. Ella es solo una chica salvaje que está acostumbrada a sus formas salvajes porque ha estado viviendo al aire libre desde que era joven. Ella no conoce la etiqueta adecuada”, continuó Quinn, esta vez dirigiéndose a Simon.

Sin embargo, Simon no estaba enojado. Incluso mir