La culpa me golpeo en el rostro gracias a su pregunta porque mientras yo estaba aquí descansando y siendo atendida, mis padres estaban allá afuera quien sabe en dónde y ni siquiera quería pensar que algo verdaderamente grave les había ocurrido, debía encontrarlos. —¿Sabes en dónde están? Negué con la cabeza. Un nudo se formó en mi garganta a punto de convertirse en un llanto desesperado, pero no quería derrumbarme frente a una persona que ni siquiera conocía, mantuve mi mirada lejos de la suya, porque solo de esa manera no lograría ver a través de mí. —El servicio de búsqueda y localización de personas coloco un aviso esta tarde para los que buscan familiares. Ven con ellos, seguro te ayudaran a encontrar a tus padres— no sabía cómo o porque, pero seguía encontrándome con buenas personas que me guiaban por el camino que debía seguir, no era mucho, pero agradecí la información— no te quedes en el piso, si gustas puedes quedarte esta noche en la sala de descanso, al fin y al cabo, tod
Descubrí que el servicio de búsqueda y rescate era un grupo dedicado a la identificación de heridos y fallecidos, así que no hubo más remedio que esperar y así lo hice, espere y espere hasta que finalmente se dignaron a dar noticias de los fallecidos. —Por el momento será toda la información que proporcionaremos. Los heridos y muertos son más de los que podemos contar, así que hemos contactado con el equipo de búsqueda en la ciudad de Inverness para colaborar con los trabajos, así que toda información sobre heridos será proporcionada solo en esa ciudad. La gente comenzó a gritar, estaban impacientados, frustrados y cansados. Se quejaron sobre el trato y la falta de tacto ante la situación, nadie podía viajar un trayecto tan largo caminando, pero al no haber otra opción y después de algún par de peleas, la gente comenzó a abandonar la zona cuando los militares sacaron sus armas para tranquilizar la situación, por lo que la ciudad poco a poco se fue convirtiendo en una ciudad fantasma
—Disculpe, madame. Lo haré mejor mañana, atraeré a más clientes—respondió nerviosa sin poder mirarla a los ojos, mientras que yo no dejaba de temblar de miedo. —Tu incapacidad solo es un estorbo para las demás flores en este jardín así que, estas advertida, un error más y te vas directo a la calle— le amenazo tronando los dedos, fue entonces que sus ojos se posaron en mí, su mirada atravesó mi cuerpo como si solo observara mi miedo— ¿Quién es esta? —Es... una joven que vino a pedir trabajo señora—respondió Jazmín y al girar a verla me di cuenta que también tiritaba ante la presencia de aquella mujer. La señora me observo un segundo, se acercó a mí, me tomo bruscamente del mentón y me observo tomándose su tiempo para observar ambos perfiles de mi rostro. —Es muy joven para ser una flor de esta casa— anuncio la mujer apartándose de mi— su cuerpo apenas está tomando forma, sus pechos no tienen el volumen adecuado y seguro aún no ha tenido su regla, sería una decepción más para esta cas
Todas las noches después de mi jornada, me ponía a pensar en ellos, a veces me era imposible no llorar, los extrañaba demasiado, pero había veces en las que algo dentro de mí, me decía que todo estaría bien y solo pensaba en el porvenir de lo que quería hacer de ahora en adelante en compañía de mis padres, en reconstruir la casa y de alguna manera seguir con nuestras vidas, claro, si la guerra lo permitía, pero después de eso seguramente nos mudaríamos a un lugar lejos de la guerra como siempre lo hacíamos. Huíamos y quizás era lo mejor, no quería volver a separarme de ellos nunca más. —Puedes irte— ordeno Isabel detrás de mí. Al girar a verla observe un nuevo cargamento de ropa que lavar, motivo que me hizo sentir culpable, no podía dejarla lavar todo eso ella sola. —Aún falta mucho que lavar, puedo quedarme un rato más para ayudarte—sugerí. Era lo menos que podía hacer, después de todo me ayudaba bastante y de vez en cuando inventaba excusas para que nadie notara mi ausencia. —No
Era la primera vez que entraba, pero lo que vi no me sorprendió en absoluto, era lo que yo creía que era la habitación de una flor. De extensión grande y con una hermosa cama en medio de ella, con elegantes cortinas y balcones que gozaban de una excelente vista de la ciudad. Tenía un gran armario y al parecer ya había estado buscando algo que ponerse, vi hermosos vestidos de telas finas tirados sobre el suelo como si fueran trapos viejos. Cerca del armario estaba un tocador y sobre el, estaban varios frascos de lo que supuse eran perfumes, polvos de diferentes tonalidades y una caja enorme de joyas, algunas quizás eran bisutería barata pues estaban fuera de su lugar y algunos enredados con otros, pero también observe pequeñas cajas de cristal que contenían pequeños almohadones y sobre ellos collares brillantes, no eran muchos, no obstante, supuse que uno de esos debía costar una fortuna, dinero que seguramente Jazmín no poseía para comprar una cosa así, pero siendo una flor con tan rad
Al levantar la mirada me encontré con un hermoso color verde fulgurante que resplandecía en esa oscuridad, inmediatamente me perdí en esa mirada verdosa que estaba llena de serenidad. Pronto descubrí que mi salvador era un joven atractivo, de rostro afilado y pómulos enmarcados que le daban cierto toque seductor, sin olvidar su cabello castaño peinado hacia atrás, firme y algo ondulado, además de sus labios rosados que me parecieron encantadores, era la primera vez que estaba tan cerca de un hombre así, tan extrañamente bello y elegante. Fue inevitable sentir un extraño calor que envolvió mis mejillas y quizás hasta me quede sin aliento, solté un suspiro y volví a inhalar aire para recuperarme mientras el hombre frente a mí, delicadamente me soltó para situarse a una distancia más digna. —¿Se encuentra bien señorita? — mi corazón dio un giro en su lugar al escuchar la potencia de su voz, el sonido era firme, pero al mismo tiempo gentil, era como escuchar un gran león ronronear. Asentí
No pude darle su pañuelo y después de terminar mis labores tampoco pude dormir. Era estúpido, pero me quede contemplando las iniciales que se encontraban bordados en la tela. R.F.D Cuando amaneció, lo que más deseaba hacer era salir del jardín para despejar un poco mi mente. Había comprendido que hombres como él no se fijan en niñas como yo y por supuesto que el amor a primera vista no existe, solo es atracción física y nada más, pero en ese encuentro la única que se había enamorado había sido yo, soy una tonta. Después de ponerme el mismo vestido verde oscuro con el mandil blanco, decidí bajar al primer piso para preparar todo para la limpieza y tal vez deshacerme de ese pañuelo, sin embargo, al bajar por la escalera principal estaba él, solo. Quise regresar por donde vine y fingir no haberlo conocido nunca en mi vida, creí que era un caballero salido de un cuento, pero en realidad era un hombre como todos los demás, pero tal vez era la oportunidad perfecta para devolverle su pañu
—¿Entonces crees que fue obligado? —No, lo que trato de decir es que el señor Dashwood es como esos hombres que deseaban luchar por el honor. Fue ascendido al grado de Mayor general, así que debe tener mucho tiempo en esa carrera para tener un puesto tan alto, además tendrá el honor de conocer al rey en persona en invierno cuando le otorgue la medalla al heroísmo de la unión armada. —¿Heroísmo? ¿Qué fue lo que hizo para obtenerla? —Por lo que mi cliente me dijo, salvo a los hombres que vinieron anoche, de morir en una explosión al deducir los planes del enemigo. Evito la muerte de más de mil quinientos hombres y lograron avanzar y derrotar al regimiento que custodiaba esa zona gracias a él. —Lo trajeron aquí como agradecimiento—dije en voz alta, aunque no deseaba que Jazmín escuchara eso. —Tal vez, pero por lo visto el señor Dashwood prefiere otro tipo de agradecimiento que el calor de una mujer como nosotras, quizás está casado. —¿Crees? —dije sintiendo decepción, no había pensa