Eun-ji. La verdad, por lo que estaba emocionada ante la cena con la familia de tío de Martin, Adam Lewis, era para ver si reaccionaba de alguna manera conmigo, debido al interés que prestó el asesino, durante el apagón en la cena de la mansión Lewis, pero la verdad no vi ninguna, en realidad su atención se centraba más en llevarse bien con mi marido. En esa noche ninguna de sus miradas fue dirigida hacia mí, ni a ninguna de las mujeres que estábamos en la mesa, incluida su esposa, más de los normal. Eso sí, más bien percibí las miradas que Adam Lewis, dedicaba a una de las criadas que nos servía, la observé porque cada vez que se acercaba a servir a señor Lewis, se mostraba nerviosa y asustada, me di cuenta de que era joven, muy joven, con aspecto de niña, de no más de catorce años, era la misma sensación que percibí en la casa del abuelo de Martin. - “¿Qué es lo que verdaderamente estaba pasando?, y ¿Por qué la doncella miraba al señor Lewis con miedo? ¿Será cierto, que como imagin
Narrador. La sonrisa del señor Lewis, lo decía todo, ante él estaba, y como una revelación, estaba la mejor manera de atraer a su mujer a su lado, esta información costó mucho obtenerla, los espías que había apostado en la casa de Walter Black, para espiar los pasos de la mujer que le pertenecía, y saber qué clase de vida llevaba con el gerente general de Lewis C.O. Habían tenido que hacer muchos esfuerzos para pasar desapercibidos, además el inteligente gerente estaba obsesionado con la seguridad, así que en la casa había un sistema de anti-escuchas, radares, inhibidores y otros dispositivos para evita que sus vidas fueran espiadas. -“¿ Qué era lo que tenía que esconder el señor Black? ¿Qué era tan importante que no debía ser descubierto?”- pensó el señor Lewis. Pero ahora lo sabía, al principio le invadió la ira al saber que su esposa, hacía vida marital con ese estúpido lisiado, dormían juntos, y se relacionaba como pareja. Aunque nadie le había asegurado si su mujer estaba allí
Eun-ji. Cuando llegó Bianca a la mansión prácticamente no hablaba, John estaba libido de la ira y la preocupación al ver a su mujer es ese estado, que no reaccionaba con nada, era como si estuviera en shock, o como si el terror le hubiera dejado petrificada, lo hacía sentir inútil y eso para el gran abogado era algo nuevo, y que no le gustaba la sensación, más bien lo odiaba. Corría llevarla a una de la habitación de invitados, mientras mi marido convencía a John Baker Stuart, que debía dejarme actuar a mí, mientras ellos se reunían en el despacho de Martin, para que el abogado le contara todo lo que había pasado. Bianca permanecía traumatizada, sentada en la cama mirando por la ventana de la habitación, pero sin fijar la vista en nada. Sabía que tenía que sacarla de ese estado y opté por la vía rápida, pero efectiva, cogí el vaso de agua que le había subido las de servicio, les dije al personal de servicio, que salieran de la habitación. Y cuando estuve sola, con ella, me puse del
Eun-ji.El que protestaran, y se negaran a que desarrolláramos nuestra idea, era algo que teníamos previsto, por eso Bianca tomó una solución alternativa. Utilizar su cumpleaños, algo que nunca había hecho, ya que en dos días cumpliría veinte nueve años. Desde que se enteró lo que había pasado con su madre esa noche y quién la había asesinado. El origen de su nacimiento, para Bianca, no era motivo de celebración, y mi amiga decidió que no era algo para celebrar, y había renegado de su cumpleaños, porque veía, esa fecha como la confirmación de lo que el cerdo, del ser que la engendró, le hizo a su madre, para luego asesinarla años después, cuando ella quiso huir de él.Pero si para cogerlo tenía que celebrar su cumpleaños, lo iba a hacer, no se lo íbamos a poner tan fácil, a ese desperdicio de hombre, y como Martin no me dejaba actuar de cebo, para cazar a ese tiburón, sólo nos quedaba ofrecerle algo tan atractivo, que él no pudiera resistirse a asistir, que más atractivo que celebrar
Eun-ji. Costó mucho esfuerzo y muchas horas de ruegos, enfados, exigencias, llantos y explicaciones, por parte de Bianca y mía, para que esos dos cedieran a nuestra idea, y aun así, nos habían advertido que al mínimo movimiento extraño, o acercamiento por parte del maldito asesino de nuestros padres, como había pasado en la casa de John y Bianca, o como el suceso del corte de luz en la mansión Lewis, y se paraba todo, a nosotras nos rodeaban los seguritas, como si fuéramos Forntnox, la casa de la moneda de Estados Unidos, para que en segundos, nos metieran en una limusina, que estaría preparada, en la misma puerta del evento. Si no estábamos de acuerdo con esta condición, todo quedaba cancelado. Bianca en un principio protestó, pero tras encerrase varias horas en el dormitorio, que compartían ahora en la mansión de Martín y mía, hasta que aseguraran mejor la suya, tras el asalto, mi querida amiga, y pariente política, volvió dócil como una corderita, y acepto todos los términos sin
Martin.Nada más llegar al hotel, una sensación de que algo no estaba bien me invadió, llámenlo sexto sentido, pero sentí como el vello de mi piel se erizaba, y decidí hacerle caso.Algo me decía que, de alguna manera, el cobarde actuaría esta noche. Esa sensación fue la misma que esa vez, en esa noche, cuando estaba dentro del coche boca abajo mientras veía a mis padres heridos desangrase.En mi memoria, el olor a sangre se mezclaba con el de la gasolina derramada, y aun pese a esa edad, y después de años de terapia, tras miles de técnicas terapéuticas para tratar de superar la muerte de mis padres, recordé como oí que alguien se acercaba. Mis padres estaban inconscientes, quise llamarlo, pero esa sensación me invadió, la de un terror que no había conocido, que me obligo a silenciarme, optando por cerrar los ojos como veía que estaban mis padres. Creo que eso me salvó la vida, porque oí la voz de un hombre decir.- “Hecho, señor Lewis.”- Me costó años de entender que había sucedido,
Eun-ji. Sabía que la idea que habíamos tenido no era la mejor, pero teníamos que movernos rápido, tras lo sucedido en la mansión que Bianca y John, una casa con la más sofisticada red de seguridad que, había en el mercado, con un personal muy preparado custodiando sus entradas, sólo había una única forma de que hubiera sido asaltada como fue, y que hubiera sido un trabajo desde dentro. Esto lo confirmó Bianca, cuando la noche anterior al evento, pasaba por delante del pasillo que estaba cerca del despacho de mi marido, y vio como uno de nuestro sirviente apoyado en la puerta del despacho, había puesto un aparato electrónico, pegado a la puerta, mientras con unos cascos muy pequeños se lo introdujo en el oído. Le pareció muy sospecho, y con cuidado de no ser vista, se situó en la pared lateral, para cubrir con la librería grande del pasillo, que la ocultaba a la vista de todos, sobre todo de los lo que estaban en el pasillo. No sabía quienes estaban en el despacho, pero lo sospechab
Narrador. Mientras todo esto se producía, Edward Lewis, recibía la noticia del secuestro de su nieto, y montaba en colera. - “¿No dije que lo mantuvieran vigilado?, ¿Es qué tengo que hacer las cosas yo mismo, para que todo salga como quiero?”- dijo mirando a su mejor amigo. - “Tranquilo sabes que no le pasara nada, tienes a dos de tus mejores hombres infiltrados en toda esta historia, pero la cuestión es ¿Por qué lo dejaste llegar tan lejos?, comprendo que es tu hijo, pero creo que hace años ya ha sobre pasado los límites, hasta se deshizo de su madre. Sabes Edward, que debería haber estado encerrado en el psiquiátrico, desde que se obsesionó con su hermana. Ese fue un limité, que nunca debió pasar. Tras esto lo demás, fue la rotura de todos los límites, hasta llegar a la máxima atrocidad, eliminar a parte de tu familia, a tu sangre. Ha ido demasiado lejos.”- dijo su mejor amigo y abogado. - “Es por eso, que no deseo que me protejas con lo que pretendo hacer, quiero pagar junto a m