Capitulo 2

Tiempo después aún se encontraba sumergido en el éxtasis pre orgásmico, mientras se recuperaba, después de haber tenido el mejor orgasmo en un muy pero muy largo tiempo. Se juró que la próxima vez que volviese a hacerlo, sería en lo más profundo de Annett y con una sonrisa en los labios después de haber limpiado sus fluidos y cambiado sus ropas por algo más cómodo, calló en un profundo sueño.

— Así que... ¿estoy atrapada aquí, por causa de la nevada y hasta cuándo exactamente permaneceremos acá?

—  Hasta que la nieve se haya descongestionado del camino. Unas pocas semanas a lo sumo. ¿Ya estás aburrida de mí, pequeña Ann?

—  Sabes que no, pero tengo una fecha tope para entregar mi trabajo  —rió y le dio un ligero puñetazo en su musculoso hombro mientras hablaban.  ¿Está perdiendo peso?, se preguntó. Había parecido mayor los primeros días después de su enfermedad. Habiendo perdido peso o no, era ciertamente espectacular con su espeso pelo rubio y sus vibrantes ojos verdes, un auténtico dios nortico. Nunca había visto un hombre más atractivo. 

—  Pero tú puedes cansarte de tenerme todo el día alrededor. No estás acostumbrado a tener a alguien pegado a tus talones aquí, en medio de ningún sitio.

—  Nunca podría cansarme de tener tu compañía, no importa cuánto estés pegada a mis talones, nunca será suficiente—sus palabras fueron bromistas y ligeras, pero sus ojos estaban oscuros con una profunda pasión. Los ojos de predador se deleitaron en ella, devorándola por completo.

En la semana pasada después de su recuperación, Ann había permanecido con Nikolas esperando porque la temprana e inesperada tormenta de nieve se agotase. No había teléfonos ni electricidad allí, y aunque Nikolas le había dicho que vivía sólo a unos pocas Kilómetros de distancia del pueblo, estaban prácticamente incomunicados del mundo exterior. Al menos hasta que la nieve se derritiese un poco del camino. Habían disfrutado de una rápida y cómoda amistad, y ninguno había mencionado las caricias y los besos robados entre ellos aquella primera noche. A veces Annett se preguntaba si todo habría sido un sueño apasionado y casi podría llegar a creerlo así. 

Hasta que en momentos como aquel, cuando los ojos esmeralda de Nikolas ardían con un hambre reprimido. Entonces recordaba cada beso, cada toque y se estremecía con renovado deseo. Aquel hombre que estaba ante ella le gustaba muchísimo. Podía ser amable y gentil, tanto como divertido y pensativo su sueño mas salvaje y apasionado todo junto en un mismo paquete pero eso no aliviaba el n misterio que para ella  encerraba este hombre, pero aún después de un tiempo tan corto junto a él se sentía como si lo hubiese conocido durante toda una vida. La hacía reír, la hacía pensar, y nunca pedía nada a cambio más que su amistad. 

Nikolas le había salvado la vida y ella estaba muy contenta por eso. De otro modo, 

nunca lo podría haber conocido. Pero a veces...

La intranquilizaba. Como la manera en que podía quedarse sentado inmóvil durante horas, sin apenas parpadear. La había observado de aquella forma durante los últimos días en que había estado acostada en cama. Excusaba su fija y vigilante mirada recordándose a sí misma que era un verdadero hombre del bosque, aislado de la sociedad civilizada y no acostumbrado a otras personas, y había intentado acostumbrarse a su mirada. 

La forma en que se movía la intranquilizaba más que cuando estaba quieto. Sus músculos eran tan fluidos que se movían con gracia casi inhumana. Y era rápido. A veces ni siquiera podía ver sus movimientos. En aquellos momentos, volvía a recordarse su duro estilo de vida de este lugar, y se decía internamente que esta vida que Nikolas vivia seguramente le había vuelto más fuerte y rápido debido a un agotador trabajo. Aquellos recuerdos la ayudaban a ignorar cualquier inquietud que sintiese cuando parecía un poco...extraño.

En aquel instante, la estaba mirando tan fijamente que casi olvidó de qué estaban hablando. De pronto quiso saber más sobre él …….Se aclaró la garganta y se atrevió a preguntarle.

— ¿Tienes familia cerca?

—  Sí. Tengo muchos familiares en el pueblo.  —Dijo, sus ojos sin vacilar sobre su cara— ¿Qué hay de ti? ¿Dónde está tu familia?

— OH, no tengo. El abuelo era el último de mis parientes.

— Ah, sí, aquel sobre el que me hablaste. —Su acento era espeso y jugaba 

sobre ella como una caricia

Los ojos de él parecieron suavizarse un poco.

— Querías escapar. De su muerte y de tu soledad, ¿no? Por eso esparciste sus cenizas en el bosque y querías continuar trabajando para no recordar….

Ella apartó la mirada.

— Sí. ¿Cómo lo adivinaste?

Lo volvió a mirar, inexplicablemente curiosa por su respuesta. Se encogió de hombros, los firmes músculos ondeando bajo su camisa.

—  Puedo verlo en tus ojos, la soledad. Querías a tu abuelo, y ahora que se ha ido no tienes otra familia. Ahora estás sola.

Annett bajó los ojos, y miró sus manos apretadas con fuerza sobre su regazo.

— Sí —Estuvo de acuerdo quedamente.

—  Así que viniste aquí para olvidar tus preocupaciones por un tiempo. Es 

algo bueno. —dijo él suavemente, su espeso acento en un murmullo.

Ella sonrió.

— Y he conocido un buen amigo, eso es algo bueno también. —agregó.

Él se quedó inmóvil. Sus ojos esmeraldas perforando los suyos.

— Sí, es algo muy bueno.

* * * * *

Más tarde, recogieron leña para la larga tarde que tenían por delante. El 

pesado abrigo de Annett, cogido prestado del armario de Nikolas, la cubría 

desde la cabeza hasta los pies, pero el viento seguía siendo frío y cortante. 

Cuando se había caído por el barranco, su mochila contenía dos mudas de 

ropa, aunque ninguno de los artículos era lo suficientemente abrigado para 

aquel clima nevado. Le alegraba que él fuese  un hombre tan grande, y que 

su abrigo mantuviese la mayor parte del viento fuera. 

—  ¿Dónde conseguiste la leña? ¿Este bosque no está protegido debido a 

su edad? o bueno eso lei antes de venir aca...

Nikolas gruñó.

—  Esta parte del bosque no. El gobierno no tiene deseos de salvar todo el 

Viejo Bosque. Sólo conservan  algunas areas principlamente aquellas donde habitan las especies en peligro, esta area es bastante remota por lo que  el gobierno no muestra interes y mientra respetemos la naturaleza ella siempre nos cuidara.

—  Pero la mayoría de estos árboles son centenarios, incluso hasta tienen 

miles de años. ¿Los aldeanos y tú no los taláis para hacer leña?  —su voz 

estaba horrorizada. 

Ella y su tío habían pasado sus vidas intentando prevenir cosas así con 

sus esfuerzos de conversación y la proteccion de la vida salvaje.

—  ¡No! Uso los árboles jóvenes, con la madera joven y enferma, vida a los árboles grandes siempre estara segura con mi gente.  —Cortó el aire con la mano, una expresión apasionadamente rusa.  —   Estos árboles no podrían ser reemplazados, ademas mi pueblo tiene la costumbre de cuando un bebe nace los padres siembran un arbol y el pequeño debe de cuidarlo toda la vida ya que este se vuelve su confidente y cuando tu ciclo de vida termina este se vuelve tu remanete y descansas en el.

Hubo un momento de silencio. 

—  Siento haber dudado de ti.  —Ella sonrió y le lanzó una bola de nieve a 

la cabeza.

Nikolas farfulló indignado cuando la bola de nieve lo alcanzó. Con un gruñido 

tiró el montón de leña que había recogido y alargó la mano para hacer su 

propia bola de nieve. Annett rió y comenzó a correr, resbalando en la nieve 

suelta. Con sólo dos pasos, Nikolas la atrapó. 

—  ¿Por  qué has hecho eso? ¡Creí que estábamos teniendo una pelea de 

bolas de nieve, no jugando a fútbol americano!

Él ladeó la cabeza a un lado, un cautivador rasgo que había notado que 

hacía cuando estaba juguetón o curioso. 

— Pero corriste.

—  Claro que corrí,  tonto. ¡No voy a quedarme quieta simplemente y 

esperar para que me golpee con unabola de nieve !

— Pensé que corrías por que querías que te persiguiera. ¿No quieres jugar 

a que te persiga?

— Bueno, yo... no creo que haya pensado en eso.

Qué pregunta tan rara. De pronto fue muy consciente de su peso 

presionándola. Su cálido aliento jugaba sobre su cara, y se 

encontró cautivada por la belleza salvaje e indomable que de el emanaba.

— Bueno yo...hago esto durante un tiempo cuando atrapo mi presa.

Con aquellas palabras todavía sonando en el aire entre ambos, descendió 

súbitamente y la besó.

Era el primer toque íntimo entre ellos desde la noche en que había 

despertado de la fiebre. Recordar y soñar con aquellos primeros besos había 

consumido cada pensamiento  y la realidad era aún mejor. Él sabía al aire 

salvaje y a oscuro deseo. El beso aumentó en calor y pasión. Sus 

respiraciones se estremecieron en el interior de la boca del otro, mientras 

sus lenguas se batían en un baile tan viejo como el tiempo. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo