24

Adiel asomó la cabeza y miró a ambos lados de los pasillos, luego me tomó de la mano y me adentró al departamento, tras cerrar la puerta me miró con enojo —¿¡Te has vuelto loca!? ¿¡Qué haces a esta hora aquí!?

—¿¡No te gustó la sorpresa!? —, apretó los dientes y continuó mirándome con enojo, era como si no le agradara mi presencia.

—¡Eres inconsciente! ¿Cómo fue que saliste de tu casa a esta hora de la noche? ¿No te das cuenta el peligro que corriste al venir sola?

—Quería verte—, me acerqué, pero me apartó las manos antes de que lo tocara, se dio la vuelta y pasó la mano por su cabeza —¿No quieres que esté aquí? —, pregunté con los ojos aguados, me miró sobre el hombro y apretó los labios.

—No me gusta que hagas estas cosas, ¡Por Dios! Piensa en las consecuencias, en lo que pudo pasarte y en lo que puede suceder que estés aquí. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado?

—¿Y dónde más podrías estar? —, reproché.

—Tengo familia Crys, estoy tratando de recuperarla.

—¿A quién? ¿A la profe
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