Cuando me levanté a la mañana siguiente me acordé de que el imbécil de mi jefe me había citado esa mañana a las 6 y media, lo que me hizo llevarme las manos a la cabeza al darme cuenta de que eran más de las siete.
Me levanté de la cama de golpe, con el cabello alborotado y comencé a correr por la habitación, de un lugar a otro, buscando ropa para vestirme, acicalándome el cabello y limpiándome la cara en el baño para que no se me viese legañosa, mientras daba grititos histéricos y me odiaba a mí misma una y otra vez por no haberme acordado de poner el despertador.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Seré idiota! Sí, soy idiota, no hay otra explicación para ser tan despistada y torpe, mis padres debían haber sido primos en otra vida y por eso era tan sumamente subnormal.
Llegué a la puert
Entre en el local, aterrada, por haber podido estropear la relación entre mi jefe y su novia, tan sólo por haber sido tan torpe de agarrar su teléfono en vez del mío. Estaba horrorizada, no tenía ni idea de cómo saldría de aquel marrón en el que me había metido de cabeza.¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda! – maldecía, a cada paso que daba.Llegué hasta la mesa, tropezándome con la mirada de mi jefe, que miraba hacia mí, sin comprender lo que ocurría.Me senté junto a él, intentando parecer calmada, y luego le di su teléfono, provocando que él volviese a mirar hacia mí, sorprendido por lo que acababa de hacer.He vuelto a equivocarme de teléfono – le aseguré, con la mirada fija en el centro de la pista, admirando como el señor Davis y su esposa llegaban hasta nosotr
Desayunamos cada uno en nuestra habitación, nos preparamos, recogimos nuestras cosas y nos encontrábamos en el recibidor. Me sentía demasiado estúpida como para mantenerle la mirada, así que simplemente le evitaba todo el tiempo.El chófer nos llevó al aeródromo y de ahí nos subimos a su jet privado. Ninguno de los dos dijo nada en todo el camino, era un silencio realmente incómodo.Tardamos un poco más de 11 horas en llegar a España, yo estaba realmente cansada y tan sólo quería llegar a casa. Llegamos a las tres de la tarde, hora española.El coche condujo hacia mi casa, y justo antes de bajarme él habló, era lo primero que me decía desde la noche anterior.Descansa hoy y el lunes, y vuelve al trabajo el martes por la tarde – aclaró, dejándome claro que me daría esos días libr
El resto de la tarde fue bien, trabajé mucho aquel día, pues tenía que ponerme al día después del fin de semana, ordenar la información del nuevo trato que teníamos con el señor Davis, preparar la reunión de accionistas del día siguiente, y un largo etc aburrido.Cuando terminé me marché a casa, sin tan siquiera despedirme de mi jefe, pues aún me sentía algo incómoda después de nuestra última reunión bastante subidita de tono. Si aquello continuaba así caería en sus fauces, y eso no era lo mejor en aquel momento, pues a pesar de todo el seguía siendo mi jefe y yo su secretaria.Llegué a casa, mi madre aún no había llegado, así que cené algo ligero (una ensalada) y me fui a la ducha, necesitaba relajarme con mis sales de baño, aceites y demás, mientras el agua cal
Llegué al trabajo antes de la hora, y me dediqué a ordenar aquel caos que habían dejado en la mañana sobre mi escritorio: un revoltijo de papeles que había que presentar en la reunión de las siete, y tan sólo disponía de un par de horas para tenerlo todo listo.Dejé el abrigo y el bolso sobre la percha y comencé con aquella ardua tarea. No iba ni por la mitad cuando mi jefe llegó al despacho, me saludó con la cabeza y entró en su oficina, sin tan sólo darme las buenas tardes.Me levanté de golpe y llamé a su puerta, para luego entrar y verle dejar su chaqueta sobre el respaldar de su silla, me miró con detenimiento mientras se desabotonaba las mangas de la camisa y se las arremangaba.Tendrá la documentación de la reunión dentro de un rato – le comunicaba – acaban de traerla y está toda
CAPÍTULO 15No volví a entrar en su despacho, una parte de mí estaba aterrada por lo que mi otra parte quería que él me hiciese, por lo que dejaría que me hiciese, así que tenía que evitarlo, tenía que evitar la tentación.Cuando llegué a casa la comida estaba sobre la mesa, y podía escuchar a mi madre reírse mientras hablaba por teléfono con una de sus amigas del baile.Cené aquel revuelto de patatas con jamón, con calma, y luego recogí la cocina, mientras mi madre colgaba el teléfono y llegaba hasta la cocina.Voy a salir un rato – me informó – los chicos quieren salir a celebrar que hemos entrado en el concurso del barrio y …¿en serio? – Pregunté hacia ella – eso es estupendo – la animé – se la ilusión que te hací
Al día siguiente me levanté con el tiempo justo de comer, arreglarme e ir a trabajar, aún me sentía demasiado confundida por lo que había deseado que él me hiciese. Por haber pensado en la sola posibilidad de acostarme con él.Aquella tarde, trabajaba con calma, en mi escritorio, tenía mucha información que mandar a recursos humanos, sobre el error que habían cometido, y no paré en toda la tarde.Alicia – me llamó él tan pronto como hube cogido el teléfono que estaba sonando – ven a mi despacho, por favor.Me levanté con desgana y entré en el despacho, con muy pocas ganas de enfrentarme a él. Mi jefe estaba esperándome, de pie, frente a la puerta.Cierra la puerta – me ordenó, para luego observar cómo le obedecía – lamento muchísimo l
No dejé de bailar en toda la noche, intentando ignorar aquella preocupación que pasaba por mi mente, sobre él, su prometida y yo. No quería encontrarme en aquella situación, en aquel extraño trío.Salí del taxi y me despedí de los chicos, admirando como estos se despedían de mí con voz borrachina. Cerré la puerta y miré hacia ellos, despidiéndolos con la mano, mientras el taxi se alejaba.Caminé hacia casa con dificultad, estaba bastante borracha. Saqué las llaves de casa, abrí la puerta y entré en el portal.Esperé largo y tendido a que llegase el ascensor, que se encontraba en la última planta, y largo y tendido a que me llevase a mi planta.Entré en casa, dejé los tacones y el abrigo sobre el sillón del salón, caminé hacia mi habitaci&oacu
Bajaba en el ascensor, bastante alterada por lo que había pasado en su despacho. Aquello se estaba descontrolando demasiado, si las cosas seguían así terminaría fallando a mis principios, y me acostaría con él. Eso no era correcto, no podía involucrarme con un hombre a punto de casarse. Pero no podía dejar de pensar en él, en sus manos aferrándose a mis nalgas. --- Aquella noche fue mucho más intensa que las anteriores, pues cuando me toqué, justo después de darme una ducha, no podía dejar de recordar en aquel beso, en sus gemidos sobre mi boca, imaginar que aún estaba allí en aquel despacho, junto a él, y que era tomada en sus brazos mientras él me acariciaba despacio, y me hacía morir de placer en sus brazos, me hacía estremecer con cada caricia, con cada beso, con cada… Me enervé de la cama, de un salto, dejando de darme placer, dándome cuenta de que aquello se estaba descontrolando, no podía dejar que aquello continuase por aquel ca