El sonido del disparo se extiende por toda la nave. Veo cómo le ha matado. Un ataque de pánico se apodera de mí, me hace temblar y llorar al mismo tiempo. Carlos se acerca rápido a la cama, me besa, me abraza, me consuela durante un buen rato.
—Ya, ya, ya, pequeña, no llores, dentro de quince días te irás de aquí, no volverás a vernos —dice, mientras me acuna entre sus brazos, hasta que consigue que me quede dormida.
Ya ha pasado una semana, voy espabilándome de mi sueño poco a poco. Escucho sus voces, están cerca de mí, abro mis ojos despacio y veo a Pedro y a Carlos hablando de mí.
—Dentro de una semana se hará el intercambio. Ya la han comprado, en cuanto llegu
Sé que Esthela ha venido a depilarme para venderme.—¿Estás segura de que te quieres casar con Carlos? —pregunto a Esthela.—Sí. ¿Tienes algún problema?—Yo… qué va, amiga, ninguno, solo que quiero que te acuerdes siempre de mí.—Lo haré, tranquila, siempre recordaré que, con el dinero que recibimos por ti, me case con Carlos.—Ay, no es por eso, hombre, es más, es porque sé que cuando se acuesta contigo piensa en mí.—¿Qué estás diciendo?—Tu clítoris es el más jugoso que he visto en mi vida. Las muñequitas son muy ricas para comer —me decía todo eso y mucho más, creo que soy bastante especial para él.—¡Cállate! —dice con lágrimas al borde de los ojos, mientras calienta la cera para
La única forma es llamar la atención del hijo de Mareck esta noche. Recuerdo algunas cosas que me enseñó Esthela para atraer a los hombres.Abro el armario de la ropa, busco el vestido más sexy que hay. Me encuentro un vestido de lentejuelas verdes, atado al cuello, con mucho escote y la espalda al aire, a la altura de las rodillas, con una apertura en el lateral que deja ver mi muslo.Nicoletta vuelve con la comida. Me trae de primero pelmeri, que son unas bolas de pasta rellenas de carne molida por dentro. De segundo, unas brochetas de carne y verduras. De postre, un yogurt griego.Está todo tan rico, que como hasta que no puedo más. Me ha sobrado un montón, pero mi estómago no me permite comer más.&md
—Niña, vamos, el amo me dio permiso para que te vengas conmigo, solo tengo una hora para mí.—Gracias —digo y la vuelvo a besar.—Quiero que intentes reprimir tus ganas de sexo, hasta esta noche —dice, separando sus labios de los míos.Ella me coge del brazo y nos dirigimos a su habitación. Me siento en su cama a esperar mientras se ducha. Cuando sale, busca un vestido para ponerse.—¿Habrá mucha gente? —pregunto, preocupada.—Quiero que sepas algo, para que no te asustes esta noche.—¿Qué me quieres decir?—La fiesta se realizará en la sala principal que has visto desde los palcos, pero luego bajaremos al sótano. Intentaré no dejarte sola, te ayudaré con el idioma.—¿Cómo llegaste aquí?—Mis padres generaron una deuda, Mareck los mató y se
Comenzamos a andar. Cruzamos la sala y nos adentramos en un pasillo con el color de sus paredes un poco psicodélico; va pasando del blanco al rosa, del rosa al rojo, del rojo al morado, a medida que vamos avanzando se oscurecen los colores, hasta llegar al negro.El pasillo termina y llegamos a una puerta de madera vieja. Tiene un gran cerrojo en medio, parece una puerta de una mazmorra medieval.Mareck abre la puerta para que entren sus invitados, busco el techo y está sobre unos tres metros de altura.Entramos en fila, veo cómo sus invitados se dividen en cuatro grupos. Yurik me lleva de la mano y vemos a la primera chica.—Mírala, está atada a una cruz de San Andrés, se atan las manos y los pies a los extremos —dice Yurik señalando con la mano hacia ella.—No quiero ver esto, vámonos a otro sitio.—Más tarde nos iremos, pero primero aprende.Lleg
Con el paso de la semana, Yurik me lleva de compras y me compro algo de ropa de mi talla. También me ha comprado un vestido precioso de color rojo, para la fiesta de cumpleaños de su padre, que es la semana que viene.No quiero ir a esa casa, pero Yurik me ha dicho que tenemos la obligación de ir.Llevo en casa de Yurik tres días y estoy siendo muy feliz con él, me gustan mucho los ratitos que pasamos juntos.—Yurik, tengo que hablar contigo, debo contarte algo —digo muy seria sentándome a su lado en el gran sofá que tiene su casa.—¿Qué pasa, pequeñaja?—¿Por qué me llamas pequeñaja?—Porque lo eres.—Bueno, da igual, no sé cómo decirte esto, pero tienes derecho a saberlo.—Pequeñaja, di lo que sea.—No soy virgen —digo con la cara escondida entre mis manos
En menos de dos minutos, el médico sale de mí y me vuelvo a desmayar; entre Yurik y Nicoletta me reaniman. Cuando despierto, el médico ya no está en la habitación.—Te vas a poner mejor —dice Yurik besando mi frente.Alguien llama a la puerta. Antes de abrirla, Yurik y Nicoletta se quitan la ropa y esconden las sábanas con sangre debajo de la cama al escuchar la voz de Mareck.Nicoletta se abraza a Yurik y abren la puerta. Mareck se acerca a mi cama, pasa un dedo por mi cuello recogiendo una gota de sudor para llevárselo a la boca y saborearla.—¡SEXOOO! —dice, y ríe al mismo tiempo.Me tapo con la sábana todo lo que puedo, tira de ella y me deja desnuda por completo. Yurik se acerca, me tapa bien y habla con su padre, hasta que consigue que se vaya de la habitación.Nicoletta le da un beso a Yurik y este le da una palmada en trasero para que
Cuando terminamos me lleva al estanque sujeta del brazo para ir tirando de mí; antes de llegar al estanque, me encuentro rodeada de patos.Cuak, cuak, cuak, el sonido de los patos se cuela en mis oídos.—¿Ves?, te echan de menos.—Sí —digo muy triste.—Niña, todo se va a solucionar, alegra esa cara.—¿Crees que me quiere?, ¿crees que vendrá pronto?—Claro que sí, niña.Me acerco al estanque y les echo de comer. Intento darme la vuelta al ver cómo se revolucionan, pero antes de terminar alguien tapa mis ojos.—¿Quién soy? —pregunta Nicoletta, entre risas.Suelto el pienso en el suelo y me doy la vuelta despacio; antes de mirarle los ojos siento un beso en mis labios, las lágrimas brotan en mis mejillas.—Todo va a salir bien, confía en mí
Nos ponemos en marcha. Yurik llama al coche y se sube con nosotras, enseguida llegamos a un aeropuerto privado. Nos espera un avión.—Monta en el avión, no pierdas tiempo, el chófer irá contigo y se quedará el tiempo que estés allí.—No me dejes así, ven con nosotras —digo, abrazándome a él.—Tengo que estar aquí, hasta que todo se calme. Iré a buscarte lo antes posible, no intentes ponerte en contacto conmigo, yo te llamaré sin que nadie lo sepa —dice, dándome a la niña en brazos, para que le suelte a él.—Te quiero —digo, dándole un beso.El chófer nos dirige dentro del avión, y nos coloca los cinturones de seguridad.Llevamos algunas horas en avión y no hago más que mirar el teléfono entre mis manos. El viaje se me está haciendo muy largo,