Christopher se dirigió al despacho de Andrej y le pasó la suma estipulada y un plus, haciendo que el hombre sonriera veladamente. —¿Esto significa que la pasó bien? —preguntó Andrej. —Muy bien, debo decir, tiene usted un establecimiento muy bueno y a chicas muy... eficientes —respondió él con voz
Mala llegó temprano a la dirección que le habían dado en la entrevista de... ¿trabajo? ¡Ni siquiera sabía qué era aquello. Era un edificio moderno de oficinas en el centro de la ciudad y a primera vista era impactante, del tipo que ella solo miraría de lejos. Alisó su ropa y se preguntó si no sería
—Chris —replicó él—. Chris está excelente. Y no importa que no hayas terminado la escuela, puedes hacerlo aquí, puedes estudiar aquí. En cuanto tengas tus papeles te ingresaremos al programa de becas de la Compañía y puedes ver qué te gustaría estudiar. Le hizo un gesto para que lo siguiera y la ll
Mala caminaba con los guardaespaldas detrás de ella. Era una sensación extraña, no estaba acostumbrada a que la escoltaran pero sabía que ahora era necesario. Iban al banco y aquella cantidad de dinero que debía ser protegido. En cuanto llegaron los guardaespaldas siguieron las órdenes de Moe, saca
Mala sintió que hasta los oídos le pitaban. Ella no quería volver allí, sabía que había muchos riesgos involucrados y no podía darse el lujo de no ser capaz de regresar. En Inglaterra estaba lo único que le importaba en todo el mundo, y tampoco podía estar lejos mucho tiempo. —Chris, no puedo ir a
Recordaba todo el horror que había enfrentado mientras la sacaban de allí, y no quería que volviera a suceder. Sin embargo apenas aterrizaron en Serbia bajaron del avión directo a una camioneta de lujo que ya estaba esperándolos en el hangar privado. Moe se ocupó de la seguridad del aeropuerto y na
En sus pocos años había jurado que no sentiría aquello, menos por un hombre, y muchísimo menos por uno que apenas conocía. Pero lo cierto era que si ella liberaba feromonas "anti-pendejos", Christopher Moe liberaba feromonas "pásame la lengua". Mala sentía un cosquilleo en lo alto de su estómago qu
—¡Pero no la vayas a matar, pobrecita! —¿¡Pero no dices que es venenosa!? —rezongó Chris. —Pues sí, pero si elimináramos a todos los venenosos del mundo perderíamos al noventa y ocho por ciento de la población mundial —replicó Mala y Moe hizo una mueca. —Buen punto, cuando tienes razón la tienes