—Ella está bien, angustiada igual que nosotros, pero la estamos cuidando, y tus hijos son fuertes, siguen agarraditos esperándote —le dijo su madre—. Pero tú ¿estás bien? ¿No te pasó nada? —preguntó separándose un poco para observarlo de arriba a abajo. —A mí no, mamá, pero Moe está herido. El homb
Escorpión no, dragón, de los que echaba fuego por la boca, hidra de siete cabezas y mirada asesina que se posaba en aquel detective de Scotland Yard. Kainn estaba sentado en aquella silla de la habitación de Elisa, tenso, con los ojos fijos en el hombre frente a él. Había pasado por muchas cosas en
—Es una pregunta trampa —rio Kainn al sentir el cuerpo caliente de la muchacha detrás de él y se dio la vuelta lentamente para atraparla entre sus brazos mientras el agua corría sobre los dos—. Sé que tiene que ser una pregunta trampa porque yo a ti siempre te necesito y mucho, y tú lo sabes. Se mo
Jamás Kainn había probado una sensación más dulce que la de regresar a casa con su familia. Moe estaba recuperándose bien y Barbara se había quedado con él mientras Kainn llevaba a Elisa de regreso a la mansión. Tenían el cuerpo y y la mente cansados y agobiados por todo lo que había sucedido, pero
—Gracias por esto —dijo con la voz temblorosa por la emoción—. Aunque sabes que no era lo que estaba buscando. Kainn asintió con seguridad. —Precisamente porque no lo estabas buscando, porque no lo has buscado nunca, es que te lo mereces. Y ahora todo será mejor... ¡Y solo tengo una condición para
Alton arrugó el ceño como si no pudiera comprender sus palabras. ¿Un terrario? Sí, un terrario enorme, sellado, y desde fuera el birmano lo miraba como si él fuera un insecto. El aire a su alrededor era cálido, pero aun así había una sensación de opresión y aislamiento. La única iluminación venía de
Kainn no podía esperar más. Ya habían pasado por demasiadas cosas como para detenerse a pensarlo más. La amaba, ella lo amaba, iban a tener dos hijos juntos, ¿qué más había que esperar? —Elisa, ¿te quieres casar conmigo? —preguntó, mirándola a los ojos. —Por supuesto que sí —dijo ella con una sonr
—¡Estás muy coqueto tú! —rio ella. —Es que estoy imaginando nuestra luna de miel. Tú y yo, en una villa blanca de Santorini. Elisa gimió despacio al sentir su boca paseando por la curva de su cuello. —¿Ajáaaaa? ¿Y qué va a pasar en esa villa? —lo provocó mientras sus cuerpos parecían incendiarse