Elisa y Kainn llegaron a Santorini a disfrutar de su luna de miel de dos meses en una hermosa villa con vistas a las cristalinas aguas del Mediterráneo. Pasaron los primeros días explorando la pequeña isla con sus playas de color turquesa y sus hermosos acantilados. Caminaban por el sendero costero
Elisa y Kainn se besaron apasionadamente, sintiendo una atracción indescriptible el uno por el otro. —Tu piel es lo mejor del mundo ¿ya te lo había dicho? —murmuró—. Perfecta para ser besada.... mordida... chupada... adorada... Elisa sonrió al sentirlo vibrar bajo sus caricias. Le abrió la camisa
Con movimientos suaves empezó a entrar y salir de Elisa, mimando cada centímetro de su cuerpo con ternura mientras ella clavaba sus uñas en sus hombros pidiendo más. —¿Más, nena, quieres más? —preguntó el birmano mientras echaba atrás las caderas y se separaba para volver a penetrarla con un movimi
Moe y Kainn salieron de casa y tomaron el camino que llevaba al lago. El cielo era de un naranja intenso que presagiaba el atardecer. Kainn mandó a ensillar un par de caballos y poco después se alejaban de allí camino a los extensos potreros alrededor de la mansión Black. Durante un largo momento d
Elisa y Kainn estaban en casa, disfrutando de una tarde tranquila juntos. Elisa estaba en el tercer trimestre de su embarazo y aunque se sentía muy feliz y emocionada por la llegada de sus hijos, también ya estaba en esa etapa en que se sentía pesada y el cansancio la vencía a toda hora. Sin embarg
Los murmullos recorrieron la sala y periodistas se quedaron sorprendidos cuando Elisa reveló la verdad detrás de su matrimonio con su exesposo. Joanne no le respondió y ella no tuvo pelos en la lengua para explicar cómo se había entrado de que Alton de Brickstow era estéril y cómo la habían engañado
—¡Yaaaaaaaa! Aquel grito hizo saltar hasta al último hombre fuera de la puerta de la sala le conferencias, mientras Elisa apretaba con fuerza la mano de Kainn para soportar su primera contracción. —¡Dios como duele! —¡Eso debería decirlo yo, Escorpión! —gritó ella intentando respirar pero en medi
Elisa estaba más que emocionada, y cuando Kainn entró con su desayuno favorito, ella ni siquiera pudo hacerle caso. —¡Me dieron el alta! —exclamó y Kainn abrió mucho los ojos. —¿Cómo cuándo...? ¡Solo salí un minuto! —Pues en ese minuto la doctora vino y dijo que tus hijas y yo ya estamos listas p