Elisa sintió que las náuseas se apoderaban de ella, pero antes de que sus rodillas se aflojaran, Moe la ayudó a llegar al sofá y sentarse. —¿Secuestrado? ¿Están seguros? Pero ¿Cómo... quién...? —preguntó con tono desesperado. Moe asintió con la cabeza, tomando una profunda respiración antes de hab
Elisa estaba agotada. Sentía como si el corazón le pesara una tonelada mientras le golpeaba el pecho, la preocupación por Kainn le pesaba en el alma como jamás había imaginado, lo extrañaba tanto que era casi físicamente doloroso. Las horas se convirtieron en días sin noticias, hasta que Moe por fi
Kainn se despertó sobresaltado, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho y la respiración agitada. Habían pasado otros dos días, ambos llenos de una tensión y una desesperación insoportables. Kainn no tenía nada que comer ni beber, y se sentía débil y con náuseas. Ya eran cuatro en que no p
Elisa sintió como si su corazón volviera a la vida. Kainn era un hombre fuerte, ella lo sabía, y aquello significaba que todavía estaba resistiendo. —Moe, desde el principio, explícanos bien por favor —le pidió con nerviosismo. —OK, OK. El día de su boda, el día que Kainn desapareció, salió de la
Kainn estaba sentado en su rincón, con media camisa abierta para soportar el calor de aquel sótano. Estaba cansado, hambriento y deshidratado, y aun así necesitaba mantener la fachada porque estaba seguro de que su familia muy pronto descubriría lo que había hecho. —Me diste tu palabra. Una comida
—¡Pues este idiota no necesito veneno ni pagarle a nadie! —espetó Alton—. ¡Solo hizo falta una aguja hipodérmica y aire que nuestro señor dios nos dio de sobra! Ahora a eso le dicen "embolia", ¿no te enteraste? —Rio con desprecio, como si hubiera matado a un animal y no a un ser humano—. Además el v
Era un golpe seco, caliente, punzante. Jamás había recibido un disparo con anterioridad así que realmente no tenía con qué compararlo. Se sostuvo el costado con un gruido de dolor mientras escuchaba a Kainn gritar su nombre y lanzarse hacia él. No parpadeó aturdido. El impacto había lanzado su cuer
—Ella está bien, angustiada igual que nosotros, pero la estamos cuidando, y tus hijos son fuertes, siguen agarraditos esperándote —le dijo su madre—. Pero tú ¿estás bien? ¿No te pasó nada? —preguntó separándose un poco para observarlo de arriba a abajo. —A mí no, mamá, pero Moe está herido. El homb