—Lo siento, pero necesito tiempo para procesar todo esto. No puedo volver a lo que éramos como si nada hubiera pasado —declaró por fin—. Yo voy a quedarme aquí. Kainn la miró como si se hubiera vuelto loca. —¿Qué? ¿No vas a volver a casa, nunca más? —Pues para empezar aquella no es mi casa, y si
Desde el mismo momento en que lo había conocido, Kainn Black era un animal de presa. Así que verlo en su papel de chiquillo indefenso hacía que a Elisa se le ablandara el corazón sin que pudiera evitarlo. —¿De verdad estás bien con esto? —preguntó todavía con un rezago de incredulidad. Él le devol
Kainn apretó los labios y negó. —Nada. Ninguno de los dos sabemos lo que va a pasar, pero de lo que sí puedes estar segura es que de no me voy a ir, voy a estar aquí para ustedes tres, así que más te vale ir renunciando al sofá. Elisa abrió mucho los ojos y negó. —No, no, no, no. ¡Mi sofá no! —N
Kainn sentía que había una carga extraña en el aire, pero en medio de aquel sueño no lograba identificar de dónde venía. Abrió los ojos despacio y se sobresaltó al encontrarse a Brigitte muy cerca de él, mirándolo fijamente. Su rostro estaba pálido y concentrado, y Kainn se sentó de golpe, sintiéndo
Elisa apretó los labios con una mueca de tristeza y asintió. —Tienes razón, no puedo bajar la guardia en ningún momento —murmuró por fin. —Creo que o mejor es que yo me quede aquí —sentenció la muchacha—. Te haré compañía y así tendrás una chaperona que te cuide. Después de todo no tienes por qué
Bastó un segundo para que la cara de Brigitte se transformara en una máscara de rabia. —¿Disculpa? ¿Me estás ofreciendo dinero? —espetó furiosa. Kainn la miró de arriba abajo con un gesto de evidente disgusto y se encogió de hombros. —¿Y qué esperabas? ¿Qué otra cosa se le puede ofrecer a una muj
Brigitte estaba atónita. No podía creer lo que acababa de escuchar. Elisa debía sentirse traicionada, como si le hubieran robado su corazón y lo hubieran destrozado... o algo así. ¿Qué era aquello de "nos vamos a casa"? —¿Cómo puedes volver de nuevo con él? —preguntó con voz chillona—. ¿Estás loca?
Elisa se arregló con nerviosismo y bajó a la sala para conocer a los Parker. A fuerza de desprecios y regaños había aprendido a tratar con los suegros desde una distancia respetuosa y fría, sin embargo apenas puso un pie en el primer escalón, cuando Joseph y Barbara Parker la esperaban para recibirl