Kainn contuvo la respiración, temblando de expectación al escuchar aquellas palabras. ¡Por supuesto que quería proponerle matrimonio y muy en serio, pero estaba nervioso, de verdad estaba nervioso! Elisa no era cualquier mujer, era la madre de sus hijos. —¡Cásate conmigo! —le pidió y esta vez no tu
Kainn recibió la notificación con un sentimiento de satisfacción que no podía negar. —¿Es oficial entonces? —preguntó al secretario Moe. —Sí, el banco ya sacó la notificación, la residencia de los duques de Grafton acaba de pasar a ejecución hipotecaria. La propiedad está a punto de ser puesta en
Elisa jamás había visitado antes la mansión Grafton, porque aunque Louis y Alton eran cercanos, el duque era muy celoso de su privacidad; pero no podía negar que estaba maravillada con la belleza de la propiedad. El terreno era extenso y exuberante, y los árboles y arbustos habían sido diseñados hac
Kainn sonrió de medio lado y Elisa lo vio sacarse la corbata con un gesto sensual. —¿Qué haces? —preguntó ella retrocediendo. —Pues no sé los secretos que guardará esta casa, pero sí sé el primero que nos guardará a nosotros... —respondió él, tomándola por la cintura con un gesto posesivo y alzánd
Elisa y Kainn estaban sentados en la cama, observando la lista de preparativos para la boda. Ella tenía la hoja en sus manos mientras se acurrucaba contra el pecho de Kainn. A diferencia de lo que podía creerse, no estaba abrumada por la cantidad de tareas que debían realizar antes del gran día, por
Elisa nunca había estado tan bonita como en ese día. El vestido le quedaba precioso, su pelo estaba recogido en un hermoso moño y su cara estaba maquillada de forma perfecta. Se miró en el espejo y supo que éste sería el día más importante de su vida. Ya todo estaba listo para la boda. La casa esta
Su corazón se negaba a creerlo. Incluso cuando todos decían que las noticias no eran alentadoras, ella no podía creer que Kainn estuviera muerto. Incluso cuando vio cómo remolcaban el Cadillac a medio hundir en el río. —No, no es cierto, no puede ser cierto... —sollozaba quedamente sosteniendo su v
Elisa se volvió hacia él con el corazón lleno de esperanza, pero Moe tenía una condición para seguir con aquello. —Tú no vas —declaró olvidando todo el protocolo. —Pero... —Pero nada. Estás embarazada y tienes que descansar. No les puede pasar nada ni a ti ni a los bebés, porque no quiero que mi