Quizás de todas las personas en aquella sala, Alton y Kainn fueron los más sorprendidos cuando Louis se negó a salir de su celda. —¡¿Estás loco?! —le gritó Alton—. ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Nos vienen a buscar de no sé qué corte internacional! Ni siquiera parecía importarle que estaban delante
Kainn sintió que su corazón se detenía por completo en ese instante. —No... no no puede ser... —susurró él cerrando los ojos como si todo fuera una pesadilla—. No puede ser, no es ella. Dime que está bien... El secretario miró al Comandante y este estaba casi temblando. —Lo lamento. Había una per
Nunca las horas habían pasado más lento ni sido más dolorosas. Cada segundo que pasaba Kainn sentía que una parte de su alma moría. Durante años había intentado mantenerse humano, mantener bajo control al hombre que solo quería hacer que el mundo entero sufriera su dolor. Pero ya no tenía por qué es
Elisa bajó del auto y entró en el pequeño muelle, el aire salado la recibió como a un amante perdido hacía tiempo. Sintió una conexión instantánea con el pequeño pueblo costero, las calles empedradas y las coloridas casas enclavadas en la ladera. El sonido del mar golpeando la orilla era música para
Encontrar a Brandon Moguer no era difícil ya que todos en el distrito lo conocían. Era un rico hacendado, amable y muy querido en la comunidad; y el secretario Moe no demoró mucho tiempo en mostrarle a Kainn la foto que había encontrado en internet. —¿Es el padre de Elisa? —preguntó Kainn sorprendi
Por otra parte, tenía su sesión diaria de visitar a Louis, el duque siempre acababa amenazándolo, pero la verdad era que nadie había venido a tocar a la puerta para preguntar por su desaparición. Por muy importante que se creyera, la verdad era que a la gente como él nadie lo extrañaba. —¿¡Eres tú
Estaba nervioso, asustado y a punto de echarse a temblar, pero todo eso era bueno y sobre todo estaba feliz porque sabía que Elisa estaba viva. El vuelo a Francia se le hizo inmensamente largo y luego aquel viaje por carretera terminó de sacarlo de su centro de control. Cuando finalmente llegaron a
Kainn de verdad no quería asustarla. Estaba en las nubes con el hecho de que ella estuviera bien y el bebé... ¡los bebés, eran dos! también estuvieran a salvo. —Está bien, voy a contarte todo lo que pasó, pero por favor tienes que prometerme que estarás tranquila —le suplicó él—. El señor Moguer fu