No quería que tuviera al bebé. Ese había sido su primer instinto. No quería que lo tuviera pero escuchar a Elisa decir aquello, verla sufrir era como si le abrieran el pecho con un cuchillo de pan. La vio subirse en la primera camioneta y le hizo un gesto al secretario Moe para que se la llevara mie
—Eli eso no es cierto, yo no quise lastimarte, no quise... —Por favor, vete, quiero estar sola. Vete —murmuró ella mirando afuera por la ventana—. Porque si no te vas tú, me voy a ir yo. Y si de algo Kainn Black estaba seguro en aquel momento era de que Elisa no amenazaba en vano. El resto de ese
Jamás en su vida el secretario Moe había visto a su jefe tan angustiado. Kainn Black era un hombre de acción, y ahora que se acercaba su venganza la lógica dictaba qe estuviera preparado y furioso, pero en lugar de eso estaba pensativo y desesperado. No se atrevía a decirlo en voz alta, pero sabía q
Alton se puso lívido y se prendió de los barrotes, intentando sacudirlos inútilmente. —¡Eres una basura, un arrastrado, y te estás dejando llevar por tu zorra! ¡Nada más! —exclamó Alton fuera de sí—. ¿Dónde está, eh? ¿Dónde está Elisa que no anda por aquí regodeándose? Kainn sonrió con calma. —Es
Había pensado que se sentiría peor, que aquel viaje tendría alguna repercusión para su salud, pero solo tenía razón a medias, porque a medida que Elisa se alejaba de la mansión Black, era como si retomara fuerzas para lo que debía hacer y lejos de sentirse peor, su energía solo aumentaba. Durante u
Tenía que ser mentira, aquello tenía que ser una mentira. Kainn sabía que Louis era un hombre malo, pero no creía que pudiera tener poder para lastimar a Elisa desde tan lejos, lo más probable era que hubiera inventado todo eso. Elisa no podía haberse ido de casa, ella estaba embarazada, estaba débi
Quizás de todas las personas en aquella sala, Alton y Kainn fueron los más sorprendidos cuando Louis se negó a salir de su celda. —¡¿Estás loco?! —le gritó Alton—. ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Nos vienen a buscar de no sé qué corte internacional! Ni siquiera parecía importarle que estaban delante
Kainn sintió que su corazón se detenía por completo en ese instante. —No... no no puede ser... —susurró él cerrando los ojos como si todo fuera una pesadilla—. No puede ser, no es ella. Dime que está bien... El secretario miró al Comandante y este estaba casi temblando. —Lo lamento. Había una per