Elisa y Kainn se abrazaron desesperadamente, con sus bocas uniéndose en un beso intenso y sus cuerpos apretándose en una vorágine de caricias. Los dos estaban conscientes de lo que el otro necesitaba y de que ninguno iba a parar. Kainn la arrastró con él al suelo y Elisa rio cuando rodaron sobre la
Le dio la vuelta y un segundo después estaba sobre ella, subiendo una de sus piernas sobre su cintura para llegar más hondo, más duro, más rápido. Elisa se aferró a la alfombra con un grito y él se empujó con fuerza dentro de ella, con movimientos feroces y profundos. —Adoro verte desnuda... no vue
Kainn respiró profundamente y tiró de la mano de Elisa para sentarla en su regazo. —Está bien, te lo voy a contar todo, pero quiero... necesito algo de ti. Elisa frunció el ceño pero ya imaginaba lo que el birmano iba a pedirle. —No tienes que preocuparte, no le diré nada a nadie —murmuró. —No e
Elisa arrugó el ceño porque eso era sospechoso. —Si hubiera sido una buena mina, se la habría quedado para él —comprendió. —Así es. Pero cuando trató de venderla, el único que estaba disponible para comprar era un asiático, coreano —le contó Kainn—. Y como todo asiático supersticioso decidió confi
Elisa sintió el calor de Kainn cuando se despertó entre sus brazos. A pesar de que sólo hacía unas semanas que había llegado a aquella casa, no podía evitar sentirse inexplicablemente segura y contenta sabiendo que abría los ojos para verlo a él. Lo miró durante un largo momento. Era muy atractivo,
—Sé que no quieres ponerme en peligro, pero voy a acompañarte, eso es asunto decidido. Kainn la abrazó y durante dos días todavía estuvieron ultimando los detalles. Luego el secretario Moe les dio la noticia que esperaban. —Están arreglando un vuelo para irse. Lord Grafton y Lord Brickstow viajará
Tierras. Hablaban de nombres y lugares que solo ellos conocían perfectamente por ser locales. Durante un largo rato estuvieron los dos en aquella negociación, pero finalmente el señor Ba Kaung mandó a uno de sus sirvientes a traer té verde y la entrevista pasó del despacho del regente a la terraza d
—Su nombre es Kha. Estamos aquí por él —le dijo y tomando su mano, se acercó al pequeño que debía tener unos siete años. Estaba sentado junto a un par de rústicas muletas en el portal de una casita muy pobre; y una anciana salió apenas los vio acercarse. —Solo queremos ayudar —le dijo Elisa tendié