Alargó la mano y después de estrecharla, Alton le entregó los documentos legales de Elisa. —No había creído todo lo que decían del Escorpión Negro, pero será cierto eso de que es muy peligroso —murmuró—. Felicidades, señor Black, acaba de ganarse una nueva esclava. Kainn guardó los documentos en s
—¡Demonios, no tengo un respiro! —murmuró Kainn con frustración cuando le explicaron lo que estaba pasando. Estaba agotado por pasar la noche entera en el hospital y furioso por la negociación con el cabrón de Alton de Brickstow, pero sabía que era la única manera de conseguir a Elisa sin mayores c
—Tú te metiste a mi habitación, si quieres hablar, habla. —¡Vístete! —No estoy tan desnudo, gracias. Elisa se giró solo un poco para verlo a los ojos, siseando con frustración al ver su mirada divertida, pero apenas dio el primer paso para alejarse cuando Kainn sintió que perdía la respiración.
Kainn respiró profundo antes de tomar una manta y cubrirla con ella. Pasó los brazos debajo de su cuerpo y no pudo evitar que toda su piel se erizara al contacto con su calor. "¿No se supone que las inglesas son témpanos de hielo?", pensó con una sonrisa sarcástica. Pero Elisa había demostrado de
Elisa asintió y lo siguió con paso decidido hasta su despacho, mientras lo veía recogerse el cabello en un chongo desordenado. —¿Por qué estoy aquí? —fue su primera pregunta. Él puso sobre su escritorio un documento y se cruzó de brazos. —La versión corta: firma esto y te contaré la versión larga
Elisa miró al escorpión. Habría temblado si su brazo no hubiera estado apoyado en el de Kainn. —¿Cómo me haces esto? ¡Te voy a matar! —susurró ella entre dientes. —No va a pasarte nada, no mientras yo esté aquí —respondió él—. Pero si Ginger es el primero de tus enemigos, hay dos cosas que puedes
Vio a Kainn quitarse las botas para caminar sobre la madera y lo imitó. Era una locura, pero colgar de la mano de aquel extraño la hacía sentir segura. —Los últimos días parecen demasiado irreales —murmuró finalmente—. Es como darme cuenta de que antes no tenía mucho, pero ahora estoy completamente
Elisa trataba de despertarlo, pero era como intentar despertar a una pared. Intentó hacer que se bebiera un par de pastillas para la fiebre, pero su temperatura no dejaba de subir y reconoció el momento exacto en que necesitaba ayuda. Abrió la llave de la tina, porque obviamente no podría sostenerl