Al sentir Valeria que Alondra dejaba de hablar, pero el teléfono aún seguía conectado, su angustia fue evidente sobre todo al escuchar lo que decían al otro lado, su rostro fue palideciendo por segundos. Lucca al verla tan pálida, la interrogó.
— ¿Qué está pasando Valeria? —pronunció con preocupación.
ADVERTENCIACAPÍTULO NO APTO PARA PERSONAS SENSIBLES.Los hombres aumentaron la velocidad al divisar el auto que los seguía, pero segundos después los perseguidores pasaron a ser tres vehículos, comenzaron a disparar a los cauchos de las camionetas de los perseguidos, pero para su buena suerte todos los Range Rover, en los cuales se transportaban eran blindados, sin embargo, eso los hacía más pesados y por consiguien
Valente sentía la rabia ardiendo en su interior, tomó al hombre que yacía ya muerto encima de la mujer y lo tiró a un lado, guardó su arma y la ayudó a limpiarse de la sangre y de los residuos que había dejado el hombre encima de ella. Mientras Alondra permanecía en completo silencio, parecía como si hubiese perdido la facultad de hablar, él la ayudó a levantarse, le arregló las prendas y le dio su chaqueta para que se cubriera, al verla así quiso abrazarla y reconfortarla, que confiara que mientras estuviera con él nunca le pasaría nada, pero controló sus emociones, no quería asustarla y tampoco despertar sospecha de que ella le interesaba más de lo que los demás imaginaban.
Lucca había llegado con Valeria a la estación central de la Polizia di Stato, cuando fue a abrirle la puerta del carro, ella ya estaba descendiendo.—Mi amor, debiste esperar que te abriera—. Habló Lucca acercándose más de la cuenta, para aprovecharse en rozar su cuerpo con el de ella, lo que produjo un hormigueo y excitación en el cuerpo de Valeria, sin embargo, no se dejó sumergir en ella.&m
Todos se quedaron completamente en silencio ante las últimas preguntas del capitán Alonzo D’Anca. Él los observó detenidamente uno a uno, como si tratara de escudriñar en lo profundo de sus pensamientos. Hasta que habló Nickólas.—Mi hija no tiene enemigos y en mi caso solo tengo competidores comerciales, pero ninguno sería capaz de atentar contra mi familia. El hecho de que seamos rivales en los negocios no significa que trascendamos
Manolo salió con el capitán Alonzo D’Anca, este último cuando estuvieron solos le reclamó a su amigo.— ¿Acaso piensas que no soy digno de confianza? ¿Les dijiste a tus amigos que no confiaran en mí? ¡Dime! —Exclamó molesto— ¿Hice algo para perder tu confianza? ¿Tienes alguna prueba en mi contra de que me les vendo a los delincuentes?— ¡No exageres! —
Alondra sentía sus ojos como ascuas ardientes que avivaban el fuego de su interior. Por segundos intentó resistirse, pero cuando lo sintió acercarse e inclinarse para tomar en su boca uno de sus senos, la poca cordura que todavía subsistía en su mente, gritando con histeria para ser oída, enmudeció y ella se rindió a ese caudal que la amenazaba por arrastrarla a ese mar de deseo y de pasión que iba creciendo en su interior.Un sonido gutural salió de sus labios, al verlo inclinado frente a sí, le sujetó el cabello con ambas manos, para mantenerlo aferrado bebiendo de su pecho como si del vino m&aac
Lucca la besaba con destreza, con una profunda pasión, rodó el asiento donde estaba Valeria, corriéndolo todo hacia atrás, mientras se cambiaba de lugar, se colocó a horcajadas encima de ella, pero apoyando sus piernas en el piso para no cargarla con el peso de su cuerpo.— ¡¿Qué haces?! —Exclamó asustada— ¡¿Acaso estás loco?!—Si r
Los hombres entraron apuntando a Valente, este levantó las manos en señal de rendición aún con el arma en la mano.—No entiendo, ¿A qué se debe este ataque en mi contra? ¿Nos declaramos la guerra y no lo supe? —Interrogó con seriedad al identificar a los miembros de “Los Nostro”.Mientras hablaba, un grupo de ellos entraron a los baños y a