Abre los ojos lentamente mientras siente un ligero pinchazo en su mano, Mi-suk se da cuenta de que está conectada a cables que llegan al suero. Lo ultimo que recuerda es la sensación bajo sus pies y con ello ver todo tornarse negro.
– Mi-suk, al fin despiertas. –
Es consciente que no está sola en la habitación del hospital. ¿Cómo es que ha llegado hasta allí? Pero sobre todo, ¿Quién la ha llevado?
– No sabes lo preocupado que estuve… - de nuevo, su atención va al hombre quien le habla. Se siente un poco desorientada, pero lo reconoce al instante.
– ¿Inoe?. – pregunta, pero es más consigo misma. ¿Que hace su amigo frente a ella?.
– Pero como… - rápidamente se alarma ante la idea de que puede ser reconocida y ubicada.
A pesar de tener días tranquilos la rubia sabía que en algún momento esa falsa calma se desvanecería obligándola a huir de nuevo.
–¿C-cómo me has encontrado? ¿Qué haces aquí? – trata de incorporarse sob
Después de salir del consultorio un castaño seguía de cerca a la rubia respetando su limitación al no querer hablar, parecía lidiar con un dilema mucho más profundo que darse cuenta de su alrededor y como es que su mirada se mantiene perdida en algún punto del paisaje.– Gracias por acompañarme al hospital Inoe. – suspiró después de un rato.– Quiero estar sola. – pidióYa no quedaba nada de aquella jovencita risueña que parecía iluminar su alrededor, en su lugar está una chica con grandes ojeras y hasta él masculino puede decir que Mi-suk esta algo baja de peso. Cosa que no era normal, pues él medico recomendó llevar una dieta equilibrada para salud de ella y de su hijo.– Me ire por hoy. – le advirtió. – Pero mañana te encontraré en esta cafetería. – le ex
Ha tomado el primer vuelo que lo redirija a Corea del Sur, es obvio no poder permitir esa locura seguir avanzando. Algo dentro de él le causa molestia, ha sido descuidado. Dai Shinoda nunca se ha permitido esa clase de desplantes, pero la debilidad del hombre de imponente perfil lleva escrito las iniciales de esa mujer. Lo acepta. Siendo un arma de doble filo porque entiende que sus enemigos pueden acercarse de la manera más letal con oportunidad dañarlo. Mira sobre los cristales del jet privado mientras el cielo se torna de un azul intenso sabe que el pecado y su propio infierno será el cuerpo de esa mujer de cabellos dorados. Mi-suk tiene algo que los descontrola y lo hace no pensar con la cabeza fría, incluso esa situación de su regreso evidencia lo tan terrible que es la situación. – Gracias por no decirle nada a Jisso. – La rubia se encuentra mirando a su castaño amigo mientras ambos sujetan sus tazas de café. – Si hu
Mi-suk regresa de una larga jornada laboral, quizás ahora no fuera tan rigurosa a comparación de las actividades físicas que realizaba, pero eso requería más tiempo en los trabajos para lograr equilibrar sus ingresos. Tiene que ahorrar para la llegada de su bebé.Tomando aquellos trabajos que son parcialmente tranquilos y que le hacen estar todo él día fuera. No se queja, peros sus pies sí, tanto tiempo en movimientos empezaba a tomarle un poco de factura a esa hora especifica de la noche.– ¿Qué tal si tú y yo tenemos un maratón de comida deliciosa junto a una frazada calientita? – tocó su vientre mientras sigue avanzando por el callejón.Vivir en la casa más apartada tiene las ventajas que necesita. Sus vecinos estaban un kilómetro lejos y sin duda no pasaría por los comentarios más intencionados de la gente alrededor
El silencio es incomodo mientras los sirvientes colocan los platillos alrededor. Dai mantiene su espalda pegada a la silla mientras no deja de observar a la rubia quien se remueve disgustada por tan potente mirada que no tiene intención de ceder. – Adelante, puedes servirte lo que quieras. – permite el castaño mientras lleva una taza de café amargo a sus labios. Mi-suk no entiende porque ha hecho todo eso, ¿acaso piensa torturarla antes de acabar con ella? La confianza que alguna vez confió ciegamente, se ha desvanecido. Quiere golpearse de solo pensar en lo bien que se sentía con el alto, al final todo fue una cruel mentira. – No tengo hambre. – mintió Observó todos los platillos puestos en la mesa evitando por completo el pescado, su embarazó la volvía más perceptible a los aromas y entre ellos estaba una serie de lista que simplemente no podía aceptar del todo. Su estomago se revolvió levemente al sentir el aroma y frunció el ceño pues la sal
Pasó la mayor parte de su vida buscando algo al cual aferrarse, algo por el cual luchar, su hijo es esa nueva razón.No puede deshacerse de él.– Temo de ti, Dong-min. – mira directamente a sus ojos.– Pero no te odio a pesar de ser quien eres. – Mi-suk no olvida las ocasiones donde la protegió siendo él principalmente el motivo de verse en esas situaciones.– Si le haces algo a mi hijo. – sostiene con dureza el metal entre sus manos. – No te lo perdonaré nunca. – declara. – Y no me importa a donde tenga que recurrir, te haré lamentarlo. –– Si tomas esa decisión, no solo me estas condenando a mí, sino a ese niño también. –Si tan solo hubiese ignorado ese hermoso rostro, su vida seguiría normal. Pero ahora está frente a un jefe de la mafia tratando de razonar por su hijo no
El viaje fue silencioso y tedioso. Después de esa conversación donde ambos defendiendo lo que creían mejor para sí mismos las palabras parecían haberse borrado de su vocabulario y sustituirse por la tensión e incomodidad entre ambos.Mientras Mi-suk solo quería abstenerse de cualquier información sobre él hombre que le hacía dudar de su decisión tras luchar por su bebé, Dai Shinoda veía a la rubia como su única debilidad. Lo suficientemente orgullosos para ambos ceder y romper esa barrerá que han creado.– Estarás con mi madre por un tiempo, ella te cuidará durante tu periodo de gestación. – el auto avanzaba entre las calles tecnológicas de Tokio.Harían una parada a la capital japonesa mientras Dai arreglaba algunos pendientes de su lado legal con la sociedad.– Si necesitas algo solo hazlo sa
Lo ve levantarse del escritorio después de escanear su silueta con la mirada, ambas mujeres regresan la visión hasta donde el hombre ha hablado con empatía dirigida a esa mujer de ojos miel y vestimenta negra.Mi-suk permanece en su lugar sintiendo como los tacones se hunde en la alfombra. No sabe cómo reaccionar y tampoco quiere arruinar cualquier escena que el azabache esté actuando.Debe de mantenerse al margen y colaborar.– No pensé que llegarías antes del horario acordado para tomar el almuerzo juntos. – ni con los tacones es capaz de igual la altura del masculino.Es tan alto que tiene miedo de mirarleEl azabache nota la confusión de la chica así que la guía sujetando la barbilla con el dedo índice elevando suavemente de tal forma que ambos conecten miradas.El corazón de Mi-suk se agita rápidamente mientras su garganta se sec
La rubia sabe que ya no están en la moderna capital japonesa, desde hace un par de horas el trayecto ha cambiado a uno más despejado y tranquilo. Las calles extensas y los campos verdes le muestran otra energía de ese país.Un lugar tranquilo y sin duda resguardado, puede comprobarlo en cada caseta de ingreso. Sin embargo, le provoca sentirse un poco más tranquila, después de un mes de vivir en el exilio la presencia de más personas la hacen sentir incomoda. Así que ese nuevo aire le agrada.– D-Dong-min. – el hombre volteó hacia la mujer cuando noto cierta extrañeza en su tono de voz.Su rostro esta pálido mientras la ve sujetar el cuerpo en el respaldo de la puerta de la camioneta. No lucía bien.– T-tengo que bajar. –Mi-suk dio la primera arcada tras sentir la presión de su garganta en expulsar lo que hace horas comi