Ha tomado el primer vuelo que lo redirija a Corea del Sur, es obvio no poder permitir esa locura seguir avanzando. Algo dentro de él le causa molestia, ha sido descuidado. Dai Shinoda nunca se ha permitido esa clase de desplantes, pero la debilidad del hombre de imponente perfil lleva escrito las iniciales de esa mujer.
Lo acepta.
Siendo un arma de doble filo porque entiende que sus enemigos pueden acercarse de la manera más letal con oportunidad dañarlo.
Mira sobre los cristales del jet privado mientras el cielo se torna de un azul intenso sabe que el pecado y su propio infierno será el cuerpo de esa mujer de cabellos dorados. Mi-suk tiene algo que los descontrola y lo hace no pensar con la cabeza fría, incluso esa situación de su regreso evidencia lo tan terrible que es la situación.
– Gracias por no decirle nada a Jisso. –
La rubia se encuentra mirando a su castaño amigo mientras ambos sujetan sus tazas de café.
– Si hu
Mi-suk regresa de una larga jornada laboral, quizás ahora no fuera tan rigurosa a comparación de las actividades físicas que realizaba, pero eso requería más tiempo en los trabajos para lograr equilibrar sus ingresos. Tiene que ahorrar para la llegada de su bebé.Tomando aquellos trabajos que son parcialmente tranquilos y que le hacen estar todo él día fuera. No se queja, peros sus pies sí, tanto tiempo en movimientos empezaba a tomarle un poco de factura a esa hora especifica de la noche.– ¿Qué tal si tú y yo tenemos un maratón de comida deliciosa junto a una frazada calientita? – tocó su vientre mientras sigue avanzando por el callejón.Vivir en la casa más apartada tiene las ventajas que necesita. Sus vecinos estaban un kilómetro lejos y sin duda no pasaría por los comentarios más intencionados de la gente alrededor
El silencio es incomodo mientras los sirvientes colocan los platillos alrededor. Dai mantiene su espalda pegada a la silla mientras no deja de observar a la rubia quien se remueve disgustada por tan potente mirada que no tiene intención de ceder. – Adelante, puedes servirte lo que quieras. – permite el castaño mientras lleva una taza de café amargo a sus labios. Mi-suk no entiende porque ha hecho todo eso, ¿acaso piensa torturarla antes de acabar con ella? La confianza que alguna vez confió ciegamente, se ha desvanecido. Quiere golpearse de solo pensar en lo bien que se sentía con el alto, al final todo fue una cruel mentira. – No tengo hambre. – mintió Observó todos los platillos puestos en la mesa evitando por completo el pescado, su embarazó la volvía más perceptible a los aromas y entre ellos estaba una serie de lista que simplemente no podía aceptar del todo. Su estomago se revolvió levemente al sentir el aroma y frunció el ceño pues la sal
Pasó la mayor parte de su vida buscando algo al cual aferrarse, algo por el cual luchar, su hijo es esa nueva razón.No puede deshacerse de él.– Temo de ti, Dong-min. – mira directamente a sus ojos.– Pero no te odio a pesar de ser quien eres. – Mi-suk no olvida las ocasiones donde la protegió siendo él principalmente el motivo de verse en esas situaciones.– Si le haces algo a mi hijo. – sostiene con dureza el metal entre sus manos. – No te lo perdonaré nunca. – declara. – Y no me importa a donde tenga que recurrir, te haré lamentarlo. –– Si tomas esa decisión, no solo me estas condenando a mí, sino a ese niño también. –Si tan solo hubiese ignorado ese hermoso rostro, su vida seguiría normal. Pero ahora está frente a un jefe de la mafia tratando de razonar por su hijo no
El viaje fue silencioso y tedioso. Después de esa conversación donde ambos defendiendo lo que creían mejor para sí mismos las palabras parecían haberse borrado de su vocabulario y sustituirse por la tensión e incomodidad entre ambos.Mientras Mi-suk solo quería abstenerse de cualquier información sobre él hombre que le hacía dudar de su decisión tras luchar por su bebé, Dai Shinoda veía a la rubia como su única debilidad. Lo suficientemente orgullosos para ambos ceder y romper esa barrerá que han creado.– Estarás con mi madre por un tiempo, ella te cuidará durante tu periodo de gestación. – el auto avanzaba entre las calles tecnológicas de Tokio.Harían una parada a la capital japonesa mientras Dai arreglaba algunos pendientes de su lado legal con la sociedad.– Si necesitas algo solo hazlo sa
Lo ve levantarse del escritorio después de escanear su silueta con la mirada, ambas mujeres regresan la visión hasta donde el hombre ha hablado con empatía dirigida a esa mujer de ojos miel y vestimenta negra.Mi-suk permanece en su lugar sintiendo como los tacones se hunde en la alfombra. No sabe cómo reaccionar y tampoco quiere arruinar cualquier escena que el azabache esté actuando.Debe de mantenerse al margen y colaborar.– No pensé que llegarías antes del horario acordado para tomar el almuerzo juntos. – ni con los tacones es capaz de igual la altura del masculino.Es tan alto que tiene miedo de mirarleEl azabache nota la confusión de la chica así que la guía sujetando la barbilla con el dedo índice elevando suavemente de tal forma que ambos conecten miradas.El corazón de Mi-suk se agita rápidamente mientras su garganta se sec
La rubia sabe que ya no están en la moderna capital japonesa, desde hace un par de horas el trayecto ha cambiado a uno más despejado y tranquilo. Las calles extensas y los campos verdes le muestran otra energía de ese país.Un lugar tranquilo y sin duda resguardado, puede comprobarlo en cada caseta de ingreso. Sin embargo, le provoca sentirse un poco más tranquila, después de un mes de vivir en el exilio la presencia de más personas la hacen sentir incomoda. Así que ese nuevo aire le agrada.– D-Dong-min. – el hombre volteó hacia la mujer cuando noto cierta extrañeza en su tono de voz.Su rostro esta pálido mientras la ve sujetar el cuerpo en el respaldo de la puerta de la camioneta. No lucía bien.– T-tengo que bajar. –Mi-suk dio la primera arcada tras sentir la presión de su garganta en expulsar lo que hace horas comi
– ¿No te ha gustado el té, querida? – Mi-suk sale de sus pensamientos mientras siente la mirada avellana de la mujer mayor. Rápidamente niega – Disculpe, hyungnim-Young. – sus mejillas arden al sentirse torpe frente a esa mujer. No puede evitarlo, Mi-suk nunca ha tenido la facilidad de tratar con las personas, no ahora que es evidente que esa madre es de Dong-min y tiene cierta etiqueta y porte que la hacen sentir muy pequeña a su comparación. – Puedo ver lo que pasa, te sientes confundida, ¿no es así?. – dejando la vajilla sobre la mesa. Young toca la campañilla de la mesa para llamar a la servidumbre. – Por favor, traerle a la señorita Kim un latte. – la menciona abrió los ojos. – No puedes tomar café por el embarazo, así que una bebida dulce será igual de magnifica. – no puede creer que lo sepa. – Hyungnim-Young, ¿u-usted lo sabe?. – la curiosidad en la mirada de la tierna chica logra hacer sonreír a la mayor.
Los días habían corrido lo suficientemente rápido, hace tres semanas que Mi-suk entró a la mansión Shinoda resguardándose en la protección hacía su hijo. Durante esos días, apreciaba las clases que la señora Kang había recomendado para sobrellevar el tiempo pues según su propia experiencia el ambiente de una esposa de alguien tan importante en el bajo mundo como la elite japonesa jamás debía de verse como un tierno cordero.La rubia tendría que aprender, él mundo en la cual creció y creyó ha desaparecido y la fiereza de la jungla llena de animales salvajes dispuestos a quitarle lo suyo empezaba desde él día en que Dai diera el anuncio de su compromiso, eso solo lograba agitarla más. Pues, ¿realmente podría soportar la tensión de personas que de alguna forma tenían maldad a su manera? .– Muy