—Yo, debo ir a... —trató de encontrar una excusa para irse, pero el dolor en su tobillo herido la detuvo—¡Ay! Exclamó al intentar levantarse de la silla.—¿Qué? ¿No puedes caminar? —preguntó Enzo, acercándose a ella.Celine levantó la mano para detenerlo, pero él ya estaba a su lado.—Estoy bien, solo me duele un poco —mintió, tratando de ocultar su molestia.Tenerlo cerca la hacía perder el control de su propio cuerpo; Enzo alteraba su estabilidad mental de una manera inexplicable.—No seas terca, evidentemente te has hecho daño. Déjame ayudarte.—No es necesario... —comenzó a decir Celine, pero Enzo la ignoró y se acercó para revisar su tobillo herido con más seriedad y preocupación.Al sentir el tacto en la zona lesionada, un quejido de dolor brotó de su garganta.—Creo que se debe a un esguince, lo más seguro —comentó Enzo, masajeando levemente el tobillo de Celine—. Llamaré al doctor para que te revise, ¿Bien?Ella asintió, resignada, sabía que sería inútil llevarle la contraria
Finalmente, cuando se separaron, sus miradas se encontraron en un silencio cargado de significado. Enzo y Celine se miraron con una mezcla de sorpresa, deseo y complicidad, sabiendo que habían cruzado una línea que cambiaría el rumbo de sus vidas. Un silencio tenso y cargado de expectativas se instaló entre ellos, mientras reconocían que no había sido casualidad haberse cruzado aquella noche.Pero la realidad no tardó en golpearlo, cayendo como un balde de agua fría sobre Enzo, alejándolo de la felicidad momentánea que había experimentado. Procesó lo que había ocurrido y se dio cuenta de que si hubiera estado en sus cabales, nunca habría cedido a los impulsos de su corazón. El alcohol, su habitual compañero en situaciones de debilidad, había vuelto a jugarle una mala pasada. Con tantas malas experiencias a cuestas, Enzo sabía que siempre acababa cometiendo alguna locura cuando caía en la embriaguez. El remordimiento por haberse atrevido a besar a Celine lo consumía, sumiéndolo en la a
Los rayos de sol se filtraron por la ventana, iluminando la habitación con su resplandor. La joven, molesta por la claridad, abrió lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz que invadía su espacio. Se sentó en la cama, bostezando y estirando los brazos, sintiéndolos entumecidos, posiblemente debido a haber dormido en una mala posición.Con pereza, se levantó y se dirigió al baño, pero se detuvo en seco al escuchar pasos en el pasillo y golpes en la puerta de la habitación.Celine abrió los ojos de par en par, presintiendo que se trataba de Enzo. Nerviosa por lo sucedido la noche anterior, la joven entró al baño para asegurarse de que estaba presentable. Al observar su reflejo en el espejo, quedó sorprendida al ver un rostro radiante a pesar de estar despeinada. Un extraño sonrojo cubría sus mejillas y un brillo singular se reflejaba en sus ojos, desconcertándola.De repente, los recuerdos de sus labios fundiéndose con los de Enzo la asaltaron,
Las noticias del compromiso de Enzo Ivanov habían trascendido hasta Londres, al ser el nieto del conocido Joseph Ivanov, exitoso empresario de la industria textil que había iniciado en el negocio y pasado su legado a dos generaciones, padre y nieto. No era de extrañar que todos estuvieran al tanto de los miembros de la familia, pendientes del trabajo que realizaban en honor del fallecido Joseph.Bastián McCartney, amigo íntimo de la familia Ivanov y también inversionista de la empresa, había decidido viajar a Nueva York junto a su hijo Jake con la finalidad de reunirse con ellos por motivos de negocios. Para Jake, sin embargo, su principal objetivo no era ese, sino asegurarse de comprobar con sus propios ojos si la noticia del compromiso de Enzo era verdadera.Al llegar a la ciudad, se dirigieron al área de embarque del aeropuerto y se encontraron con Enzo junto a una mujer pelirroja que Jake imaginó era la esposa de Enzo.—¡Oh, qué grata sorpresa! —exclamó Bastián, haciendo que Jake
En aquella reunión de accionistas en la empresa textil de los Ivanov, Enzo observaba con tensión a Jake mientras este anunciaba su decisión de quedarse en la ciudad para ocupar el puesto de su padre.—Creo que puedo encargarme temporalmente como gerente. Escuché que buscabas uno —lo miró, esperando su reacción.Sus palabras resonaron en la sala, provocando un revuelo de murmullos y miradas sorprendidas. Enzo se sentía atrapado entre la emoción de asumir la dirección de la compañía, lugar que le había otorgado su padre. Pero era evidente la frustración que también estaba sintiendo ante la presencia desafiante de Jake.Los pensamientos de Enzo se agolpaban en su mente mientras luchaba por mantener la compostura. ¿Cómo podía Jake querer un lugar en la empresa? ¿Por qué no podía simplemente seguir su vida y permitirle a Enzo tomar las riendas del negocio? —¿Por qué lo harías? El hecho de estar buscando un gerente no significa que debas ocupar el puesto. Además, ¿Qué sabes tú de gestión?
Los días habían transcurrido tranquilamente, sin mayor estrés para Enzo a pesar de haber estado soportando la presencia de Jake que frecuentó la empresa un par de veces. Esto no le agradó a Enzo, pero había estado reflexionando en las palabras de su padre y, aunque no cambió de parecer ni su opinión fue diferente respecto a Jake, seguía pareciéndole el mismo inepto de siempre. Se esforzó por mantener la compostura delante de él en todo momento, a pesar de las provocaciones del rubio.Esa tarde, después de terminar de revisar los documentos, recibió una visita de parte de Celine, lo cual tomó por sorpresa su presencia en la empresa.—Buenas tardes, Enzo —dijo la joven luego de cerrar la puerta tras ella—. Espero no haber venido en un mal momento.—Descuida, he terminado por hoy. ¿A qué has venido? —la miró con intriga.Sus orbes grises la observaron detenidamente, repasando sus delicadas facciones y grabándolas en su memoria. Detuvo su mirada en los labios de la pelirroja, trayendo con
El restaurante se encontraba en una calle céntrica de la ciudad, con una fachada de estilo europeo y grandes ventanales que permitían ver el interior lleno de mesas elegantemente decoradas. El ambiente era acogedor, con suaves luces que creaban una atmósfera íntima. El lugar estaba lleno de recuerdos y Celine notó inmediatamente en la expresión de Emir que aquel sitio tenía un significado especial para él."Muy astuto, Enzo", pensó Celine, reconociendo la intención de su esposo al recomendarle ese restaurante.—¿Sabías que este era mi lugar favorito? —expresó Emir, tomando asiento frente a ella.Celine abrió la boca, fingiendo sorpresa, y negó con la cabeza, tratando de no delatarse con su mirada.—¿De verdad? No tenía ni idea...—Entonces hay dos opciones: puede ser una casualidad, aunque no creo en ella, o debo suponer que ha sido Enzo quien ha hecho la reserva. Él es el único que sabe de la existencia de este lugar —dijo Emir entrecerrando los ojos hacia ella, pero la llegada del c
Celine nunca imaginó escuchar esas palabras salir de la boca de Emir. Se quedó unos segundos procesando lo que le estaba pidiendo, sin estar segura de cómo reaccionar. Sabía que aceptar significaba traicionar a Enzo al ponerse del lado de su padre, y eso era algo que no estaba dispuesta a hacer.Con recelo, decidió preguntar.—¿Qué quiere decir con todo esto, señor?Emir metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y sacó un sobre negro que extendió hacia la joven. Ante la falta de reacción de Celine, él bajó el brazo. Este contenía la información que le había suministrado su secretario con relación al plan armado por su hijo.—Estoy al tanto de la farsa que están llevando a cabo. Enzo nunca fue alguien que cambiara de opinión tan fácilmente. Durante cinco años, he presionado para que se casara, pero siempre se negó. Sin embargo, bastó que te conociera para que finalmente cediera. ¿Coincidencia? No lo creo. Parece que fuiste la solución a su dilema —hablaba con calma, como si estuv