Horas más tarde, los invitados se retiraron de la majestuosa mansión, dejando a los recién casados y al señor Emir, quien se encontraba visiblemente ebrio tras haber bebido en exceso. Enzo se encargó de llevar a su padre a su habitación, a pesar de la resistencia que este mostraba para seguir bebiendo. Con determinación, Enzo se negó a permitir que su padre continuara consumiendo alcohol, ya que no era una persona dada a este hábito a menos que la ocasión lo ameritara.Para Emir, ver a su hijo casarse fue motivo de gran felicidad, a pesar de que no había sido según sus planes originales. Sin embargo, le reconfortaba saber que Enzo no estaría solo, que había encontrado alguien que lo amara de verdad. Había insistido tanto en que su hijo buscara compañía por motivos muy importantes y particulares, aunque Enzo no lo supiera.Una vez en la habitación, recostado en la cama y con Enzo a su lado, Emir tomó la mano de su hijo y, con voz apenas audible, le expresó su felicidad en ese momento.
A medida que la noche avanzaba, ambos continuaron durmiendo en esa posición incómoda pero reconfortante. El amanecer asomó por las ventanas, iluminando la habitación con una luz tenue y cálida. Entre sueños, Celine sintió el movimiento de Enzo a su lado y, con su mano aún apoyada en su abdomen, se acomodó más cerca de él. Sin darse cuenta de lo que hacía, buscaba inconscientemente su calor, su protección. Fue entonces cuando Enzo despertó lentamente, sintiendo el suave roce de los cabellos de Celine en su pecho. Abrió los ojos con cautela y se encontró con su rostro tan cerca del de ella que podía sentir su aliento en su piel. Se encontraba en un estado de confusión total. Nunca se había visto en una situación tan íntima y cercana con alguien, y mucho menos con alguien a quien apenas conocía. Una sensación extraña invadió su pecho, un sentimiento desconocido que no podía identificar.Intentó no hacer el más mínimo movimiento para no despertarla, y así librarse de aquella embarazosa s
Enzo arrastró a Georgina fuera de la mansión, soltando su brazo una vez que estuvieron en el jardín. Se volteó hacia ella, visiblemente enfadado. No podía creer que, después de todo lo que había pasado entre ellos, ella tuviera la osadía de venir a armar un escándalo.—¿Por qué has venido? ¿No es suficiente con haber destrozado mis ilusiones y demostrar el poco afecto que sentías por mí? No tienes derecho a decirme quién me conviene o no, no es asunto tuyo si me he casado con otra persona. Deja de entrometerte en mi vida —dijo Enzo bruscamente.La tristeza se apoderó del rostro de Georgina, sin intentar ocultar el impacto que las palabras de Enzo habían tenido en ella. Reconocía que había lastimado y herido profundamente a Enzo, tanto en su orgullo como en sus sentimientos. A pesar de ello, le costaba aceptar la idea de dejarlo ir, ya que se había dado cuenta demasiado tarde de lo que realmente sentía por él.—L-lo siento, nunca fue mi intención herirte, Enzo. S-si me dieras la oportu
El chófer estacionó el auto frente a la imponente mansión, y Celine descendió de él, sin embargo, no pudo evitar preguntar hacia dónde se dirigía su esposo. Aunque Enzo no le dio muchos detalles.—Llegaré un poco tarde, asegúrate de cenar —fue lo único que dijo Enzo y antes de cerrar la puerta del coche. Le entregó un celular para que pudiera comunicarse con él si surgía cualquier emergencia.Celine asintió agradecida, luego de ver el auto alejarse, decidió entar a su ahora cálido hogar. Bueno, si es que podía llamarlo así. Se sentía invadiendo el espacio de alguien más, sin tener claro dónde era su verdadero lugar. Recordó la época cuando su madre aún estaba viva, y era feliz a pesar de tener poco. El simple hecho de tenerse mutuamente era suficiente para ambas. Celine echaba de menos a su madre profundamente y no había un día en que no la extrañara.La melancolía la invadió, sintiéndose triste y sola en aquel enorme lugar. O quizás era el hecho de no tener a nadie, se sentía perdida
Enzo llegó a casa y al entrar, se encontró con Celine, quien llevaba unos minutos esperando por él. Al verlo, la vergüenza tiñó su rostro al notar la bolsa que traía en las manos, llena de toallas femeninas.¿Por qué había traído tantas? Se preguntó la joven, ante lo exagerado que había sido Enzo. No obstante, no pudo pasar por alto lo atento y considerado que era al ir él mismo a la tienda. Cualquiera que los viera, creerían en lo afortunada que era al tenerlo como esposo. Nada más lejos de la realidad. A pesar de no conocerlo completamente, para la joven, Enzo era un buen hombre que la había rescatado de una vida miserable. Sin embargo, no podía decir con certeza si sería el esposo ideal que todas deseaban. —He comprado varias, no estaba seguro de cuál es la que usas. Pero por suerte, George me ayudó a elegir las más ligeras y cómodas para ustedes. Él es un experto, con tres hermanas, no es de extrañar —dijo Enzo, aumentando la vergüenza de la joven, que lo miraba incómoda.—Mucha
—Yo, debo ir a... —trató de encontrar una excusa para irse, pero el dolor en su tobillo herido la detuvo—¡Ay! Exclamó al intentar levantarse de la silla.—¿Qué? ¿No puedes caminar? —preguntó Enzo, acercándose a ella.Celine levantó la mano para detenerlo, pero él ya estaba a su lado.—Estoy bien, solo me duele un poco —mintió, tratando de ocultar su molestia.Tenerlo cerca la hacía perder el control de su propio cuerpo; Enzo alteraba su estabilidad mental de una manera inexplicable.—No seas terca, evidentemente te has hecho daño. Déjame ayudarte.—No es necesario... —comenzó a decir Celine, pero Enzo la ignoró y se acercó para revisar su tobillo herido con más seriedad y preocupación.Al sentir el tacto en la zona lesionada, un quejido de dolor brotó de su garganta.—Creo que se debe a un esguince, lo más seguro —comentó Enzo, masajeando levemente el tobillo de Celine—. Llamaré al doctor para que te revise, ¿Bien?Ella asintió, resignada, sabía que sería inútil llevarle la contraria
Finalmente, cuando se separaron, sus miradas se encontraron en un silencio cargado de significado. Enzo y Celine se miraron con una mezcla de sorpresa, deseo y complicidad, sabiendo que habían cruzado una línea que cambiaría el rumbo de sus vidas. Un silencio tenso y cargado de expectativas se instaló entre ellos, mientras reconocían que no había sido casualidad haberse cruzado aquella noche.Pero la realidad no tardó en golpearlo, cayendo como un balde de agua fría sobre Enzo, alejándolo de la felicidad momentánea que había experimentado. Procesó lo que había ocurrido y se dio cuenta de que si hubiera estado en sus cabales, nunca habría cedido a los impulsos de su corazón. El alcohol, su habitual compañero en situaciones de debilidad, había vuelto a jugarle una mala pasada. Con tantas malas experiencias a cuestas, Enzo sabía que siempre acababa cometiendo alguna locura cuando caía en la embriaguez. El remordimiento por haberse atrevido a besar a Celine lo consumía, sumiéndolo en la a
Los rayos de sol se filtraron por la ventana, iluminando la habitación con su resplandor. La joven, molesta por la claridad, abrió lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz que invadía su espacio. Se sentó en la cama, bostezando y estirando los brazos, sintiéndolos entumecidos, posiblemente debido a haber dormido en una mala posición.Con pereza, se levantó y se dirigió al baño, pero se detuvo en seco al escuchar pasos en el pasillo y golpes en la puerta de la habitación.Celine abrió los ojos de par en par, presintiendo que se trataba de Enzo. Nerviosa por lo sucedido la noche anterior, la joven entró al baño para asegurarse de que estaba presentable. Al observar su reflejo en el espejo, quedó sorprendida al ver un rostro radiante a pesar de estar despeinada. Un extraño sonrojo cubría sus mejillas y un brillo singular se reflejaba en sus ojos, desconcertándola.De repente, los recuerdos de sus labios fundiéndose con los de Enzo la asaltaron,