Lucía ancló una de sus manos al cuello de Henry, mientras que la otra acariciaba su mejilla, permitiendo que la besara con mayor libertad, disfrutando del roce de su lengua con la suya. Todo su cuerpo se estremeció al percibir la firmeza con la que la acerba a él. Su corazón se agitó y su pulso se disparó ante lo que ocurría.—Me sucede lo mismo —expresó al tomar distancia de él—, me gustas más de lo que imaginé—. Provocas un extraño efecto en mí.—También tú en mí —contestó sin poder quitar sus gruesas manos de su cintura. La volvió a besar e inhaló profundo, suspirando, disfrutando de los mimos que ella le regalaba. Hasta que recordó la conversación que alcanzó a escuchar entre ella y el médico que la atendió—, no creo que a tu amigo, el médico le guste saber que nos hemos besado, entonces la soltó de golpe.Lucía ladeó los labios y sonrió.—No tengo porque darle explicaciones ni a él ni a nadie, soy una mujer libre de toda atadura —expresó con orgullo.—Parece estar muy interesado
William se encontraba esperando a que llegara el hombre con el que tendría una reunión. En cuanto su asistente le autorizó la entrada, se puso de pie para recibirlo.—Muchas gracias por aceptar venir, sé que tienes una agenda muy ocupada —manifestó saludándolo con cordialidad.—Exageraciones de Camila, para la gente que aprecio, siempre me doy un espacio —sonrió.—Eso mismo pienso yo —expresó con sinceridad.Marc observó la fotografía que tenía sobre su escritorio.—Camila habla mucho de tu hija. —Tomó el portarretrato para apreciar con mayor detenimiento las facciones de la niña—. Físicamente se parece mucho a su madre biológica —resopló—, por lo que ella me cuenta, por dentro tiene mucho de Cami.Will sonrió.—Así es —comentó él—. Tiene el carisma de Camila, es intrépida como ella. He aprendido muchas cosas, que jamás imaginé.—Tiene tu sonrisa, y el tono de tus ojos —agregó, sintiendo nostalgia—. Cuídalas mucho —expresó con un nudo en su garganta—, si yo hubiera sabido que alguien
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Henry.—Sí, estoy bien —respondió con seriedad. — ¿Cuántas mujeres ha atacado? —indagó con nerviosismo—Seis —respondió con voz ronca.Lucía se llevó las manos a sus labios y los cubrió.—Pude ser la séptima —expresó con voz temblorosa.—Lo sé. —Tomó su mano y la acarició—, por fortuna, no fue así. Revisó su móvil al recibir un mensaje—, mi jefe necesita que vuelvas a la comisaría, desean hacerte un par de preguntas más, es por este nuevo caso, ¿no te importa?—No, claro, que no. Si en algo puedo ayudar con todo gusto lo haré —respondió.—Será mejor que comas algo —solicitó, sirviendo el platillo en un par de platos.— ¿En dónde estuviste? —preguntó.—Salí a investigar un posible ataque a una joven, pero todo fue falsa alarma —explicó mientras comía.Momentos más tarde ambos se dirigieron a la estación de la policia. Henry percibió las miradas de sus compañeros sobre él al verlo ingresar acompañado de la atractiva doctora Lucía Brovwn.—Supiste del nue
Natasha colocó el bote de helado que habían comprado y se dirigió a la cocina, por unos recipientes para servirlo. Se detuvo un momento al recibir una llamada.— ¿Qué necesitas mamá? —indagó con enfado.—Te he llamado en varias ocasiones, y no me respondes —reclamó.—Pensé que entenderías el mensaje y te cansarías —bufó.—Eres mi hija, tengo todo el derecho de llamarte cuando se me dé la gana —gruñó.—Estoy ocupada, voy a colgar.— ¡No te atrevas Natasha! —exclamó la mujer. — ¡Te exijo que me des una explicación sobre esa absurda demanda! —gritó con enfado.— ¿Acaso no es claro que deseo que dejes de tener derechos sobre mí? —preguntó—. Me cansé de llegar a la casa y encontrarte drogada, metiendo a cuanto hombre se te dé la gana —su voz se fragmentó.—No tienes ningún derecho a juzgarme, malagradecida.—Y tú no tienes derecho a arruinar mi vida. Volviste con ese hombre a pesar de que sabes que me a tocado, y que a intentado propasarse conmigo; lo preferiste a él —reclamó—, me demost
La mano de Kate sujetaba con fuerza la sábana al sentir la lengua de aquel hombre de piel color chocolate, sobre su feminidad, jadeaba sin cesar ante la forma en la que aquel hombre la atendía.—Eres exquisita —pronunció el sujeto y se acercó para besarla.Kate jadeó con fuerza al sentir su intrusión, sus brazos se aferraron a su esculpido torso.—¿Hace cuanto no estabas tan húmeda? —preguntó Romeo.—Mucho —contestó ella con la respiración agitada—,hace mucho tiempo que no me hacías tuya, Will —dijo, liberando un par de lágrimas en los ojos, mientras sus párpados estaban cerrados.El hombre ladeó los labios y sonrió al escuchar como lo llamó y prosiguió con el trabajo asignado, dando grandes envites, hasta hacerla retorcerse del placer. Una vez que cambiaron de posición Kate tomó el mandó y logró liberarse, sintiendo como su pecho subía y bajaba.Se dejó caer sobre su fornido pecho.— ¿Me amas Will? —indagó.Una vez que el hombre la giró, buscando llegar a la cima respondió.—Siempr
William retrocedió un par de pasos y se llevó las manos a la cabeza.— ¿A qué madre te refieres? —bufó. — ¿A la que ordenó que Camila abortara? ¿O la que tiene a su hijo recluido en internado? —la miró con severidad. — ¿En qué mundo vives?Katherin presionó sus puños.—Estoy consciente de que, ha cometido errores…— ¿Errores? —la miró con incredulidad, interrumpiéndola, sabiendo que debía cuidar lo que decía—. Tu hija no tiene corazón, no mide lo que hace —gruñó.—Es por eso que tomé la decisión de internarla, para que recobre la cordura —la mujer retomó la palabra—. Necesita de mucha ayuda y por eso estoy aquí.—Ojalá sea como dices y por primera vez, estés pendiente de tu hija. Me atrevo a asegurar que tu hija lo único que ha hecho es seguir tu ejemplo.Katherin separó los labios en una gran O, al escucharlo.—¿Qué quieres decir con eso? —gruñó con enfado.—Al buen entendedor pocas palabras —expresó—, espero que en verdad la ayudes, y se haga responsable de lo que ha hecho. Que teng
Lucía agitó su cabeza y afirmó.—El señor Marc, fue quien encontró a la novia de William —explicó—. Él la atendió en la clínica de uno de sus amigos y la cuidó durante su convalecencia.Henry se llevó las manos a la cabeza.—Ahora comprendo muchas cosas. —Inhaló profundo.—Yo no, deseo que me expliques. Marc sufre mucho buscando al asesino de su hija. —Volvió a mirar aquellas imágenes, sintiendo un fuerte escalofrío.—Stacy y yo, nos casamos muy enamorados. —Suspiró profundo—, a pesar de que no le caía muy bien a su papá, a ella no le importó que no estuviera de acuerdo —se quedó en silencio.— ¿Por qué no le caías bien? —indagó con curiosidad.—Para un hombre tan importante como Marc Jonhson, era muy poca cosa ser un simple oficial de policía, por lo que me prometí esforzarme más para darle lo mejor a su hija, una chica acostumbrada a las mejores cosas —explicó.Lucía acercó su mano y deslizó sus dedos sobre su dorso.— ¿Fueron felices? —preguntó.—En un principio sí. —Ladeó los lab
«¿Crees que yo la asesiné?».Lucía abrió sus ojos de golpe al escuchar la cuestión de Henry, y lo miró a los ojos, sintiendo que el tiempo se detenía por una fracción de segundos, entonces sereflejó en su azulada mirada.—Responde mi pregunta, ¿crees que yo la asesiné? —volvió a preguntar, sin parpadear.La joven doctora, movió su cabeza negando.—No, no lo creo —dijo sin titubear.Henry colocó ambas manos sobre sus mejillas y acercó sus labios a los de ella. Separó con su lengua su boca y comenzó a hurgar en su interior, buscando tener contacto con su lengua.La lengua de la chica, acudió al encuentro de la lengua de él, escapándosele un ligero gemido, ante la forma tan apasionada que la besaba.Escucharla jadear lo hizo estremecerse, se separó de ella para tomar aire y poder mirarla a los ojos.—Yo no la asesiné —dijo en voz pausada, reponiéndose de aquel avasallador beso, que lo hacía desear más—, por eso me liberaron. —Pegó su frente a la de ella.— ¿Por qué Marc piensa que tú ere