Camila yacía dormida entre la tibieza del cuerpo de él, la tenue luz de la luna, alumbraba lo suficiente para que William, pasara largo rato observando sus delicadas facciones, y disfrutara de la cercanía de su piel. Acercó sus labios con mucho cuidado y besó la punta de su nariz, cada que emitía un respiró, se le colaba su dulce aroma de flores de cerezo, haciendo que se llenara de una gran vitalidad, que hacía mucho tiempo no tenía. —Eres mía —susurró—, completamente mía. —Acercó su rostro al hueco de su cuello y reposó ahí, disfrutando de la manera en la que respiraba con tranquilidad, a diferencia de él, que no lograba conciliar el sueño, aún no podía controlar las marejada de emociones que lo desbordaban, se sentía como un adolescente, con su primer amor. Acomodó una de sus suaves manos sobre la curvatura de su cintura, entonces la puntita de sus dedos, comenzó a deslizarse en pequeños círculos, una y otra vez. Bostezó sintiendo que el sueño, por fin empezaba a vencerlo. Hast
Agitaba con desesperación uno de sus pies, haciendo que la punta de su fina zapatilla, chocara con uno de los pedales de su auto, miró el reloj, viendo que comenzaba a oscurecer y no lograba ver que saliera de trabajar Camila.— ¿Dónde demoni0s estás? —bramó presionando los dientes.Hasta que la puerta de salida del personal de aquella reconocida pastelería se abrió y poco a poco comenzaron a salir los empleados.—Vaya por fin. —Encendió el motor de su elegante audi, al ver que Camila caminaba mirando su móvil, comenzó a seguirla a discreción. Justo cuando ella se detuvo, aprovechó para acercarse—. Sube —ordenó—, tenemos que hablar y poner las cosas en claro —indicó descargando en su mirada la rabia que sentía.Camila inhaló profundamente, canceló el servicio de Uber y subió.— ¿De qué es lo que desea hablar? —cuestionó.De inmediato Kate aceleró el auto y buscó alejarse de la gran urbe.— ¡Callate! —exclamó—, aquí la que da las órdenes, soy yo —espetó—, yo te dire cuando puedas habla
Era de madrugada y William seguía sin tener noticias de Camila, caminaba de un lado a otro, lleno de gran aflicción, algo en su interior le decía que ella no estaba bien. Su garganta picaba ante el nudo que intentaba contener. — ¿Dónde estás? —se preguntó con la voz fragmentada, deseando que entrara por esa puerta sana y salva. El toquido de su puerta, hizo que sacudiera su rostro y saliera de sus pensamientos. —Lo busca el señor Henry. Linda comentó desde el exterior. —Que pase —respondió aclarándose la voz. La mujer abrió la puerta, sin poder dejar de ver al atractivo agente, su presencia la impuso, ya que era casi igual de alto que su patrón, su piel era un tono medio, además que lucía una atractiva barba de candado y bigote, no pudo evitar mirarlo de arriba hacia abajo, distinguiendo unos converse de bota, vaqueros oscuros y un suéter de cuello de tortuga y una chamarra de mezclilla, un look informal, tan distinto, pero igual de apetecible que para el hombre que trabajaba. —
— ¿Encontraron a mi mamá? —Ivy abrió la puerta de estudio de William, se acercó corriendo. — ¿Dónde está mi mamá? —movió con sus manitas la espalda de él.William abrió los ojos y enderezó su cuerpo, giró su rostro dándose cuenta de que se había quedado dormido sobre su escritorio y que ya había amanecido.— ¿Encontraron a mamá? —Ivy preguntó sin poder ocultar su preocupación—. Ya fui a buscarla por toda la casa, pero no la vi.La barbilla de Will tembló, al ver la carita llena de aflicción de su hija. Pasó las manos sobre su rostro para intentar desaturdirse.—Aún no —contestó en un susurró, reflejándose en la mirada de Ivy. Se puso de pie y la alzó entre sus brazos, para intentar reconfortarla, al ver que sus ojos eran completos pozos a punto de estallar.— ¿Por qué no aparece mi mami? —chilló con dolor, aferrándose con fuerza a su papá. —No lo se, cariño —contestó intentando mostrarse fuerte.— ¡Quiero ver a mi mami! —Ivy suplicó sin dejar de llorar—, por favor devuélvemela.Willi
—Por favor, no permitas que nada malo le pase a mi mamá. —Ivy clamó estando de arrodillada en su habitación, recargando sus codos sobre su cama—, haz que vuelva con nosotros, te lo suplico querido Dios, mi mami siempre me ha dicho que tú todo lo puedes. —Limpió con el dorso de su mano, el cúmulo de lágrimas que picaban sus ojitos. —Ahora te toca a ti —dijo a su papá, quien estaba arrodillado a su lado.William pasó saliva con dificultad, ante la solicitud de su hija y se quedó sin decir nada.— ¿Qué ocurre papá?—No estoy seguro de que me vaya a escuchar —resopló—, hace años, muchos años que no hablo con Dios —mencionó con sinceridad, sabiendo que ni siquiera tenía la certeza de su existencia.Ivy se llevó las manos a sus labios y los cubrió.—Estoy segura que si lo hacemos juntos, nos escuchará. —Su mirada brilló y sostuvo las manos de William—, cierra tus ojos y pide por mi mamá, por favor. Ella dice que a todos nos escucha y a todos nos ayuda —se fragmentó su voz.Inhaló profundo e
Al salir del ascensor, caminó a pasos firmes sobre las relucientes baldosas, que conducían hacia su oficina, al entrar frunció el ceño sintiendo gran molestia por la iluminación del interior, de inmediato tomó el control de uno de sus libreros e hizo que se cerraran.Dio un par de pasos más, hasta descender el escalón en desnivel y tomó asiento sobre uno de los mullidos sillones de la sala, recargando su cabeza sobre el oscuro respaldo, perdiéndose en sus pensamientos.—Le pedí a Tiana, que me avisara cuando llegaras —Guillermo dijo al ingresar—, toqué un par de veces, pero no respondiste. Espero que no te moleste que entre así. —Caminó hacia él.—No, no me molesta. —Sacudió su rostro y esperó a que se sentara frente a él.Guillermo colocó un vaso de café sobre la mesa.—Te traje uno. —Señaló con su dedo índice.—Lo necesitaba —William lo sujetó y dio un breve sorbo.— ¿Te ves muy agotado? —su amigo se desabrochó dos botones de su sacó y tomó asiento.—Lo estoy. —Presionó ambos labios
— ¿Se trata de Camila García? —Henry preguntó. —No —respondió sacando el aire que contenía—, no es Cami —contestó con voz fragmentada, sintiendo que el alma le volvía al cuerpo. El agente resopló aliviado. —También me da gusto saber que no es ella —mencionó, en ese instante ambos salieron del lugar—. Para pasar el mal trago, te invito un trago, ¿que dices? —indagó mientras salían del ascensor y salían del lugar. —Lo necesito —confesó con voz ronca. No es la primera vez que lo hago, y me. —Se aclaró la garganta. No se cuanto podré resistir, identificando pertenencias, o a chicas con sus características. —Pasó saliva con dificultad En ese momento llegó Guillermo. — ¿Era ella? —indagó lleno de preocupación. —No —contestó William—, no era Cami —respondió dibujando una escueta sonrisa. —Que alivio —respondió con sinceridad su amigo y lo abrazó—. Aún hay esperanzas. —Sí así es, me aferro a ellas, no descansaré hasta encontrarla —prometió. —Le acabo de invitar un trago a Will —int
—Tranquilízate muchacha, no es bueno que te alteres. —Marc sujetó su mano intentando reconfortarla. —Cómo no me voy a angustiar ¡No sé quién soy! —Camila exclamó con la mirada llena de lágrimas. —Cálmate, por favor. Necesitas tener tranquilidad. —Albert dijo—, te estás alterando y eso no es bueno, no en este momento, como te expliqué hace un momento, tuviste una fuerte contusión, por impacto; conforme se te vaya desinflamando la cabeza, veremos como evolucionas, ¿comprendes? Camilia limpió las lágrimas en sus ojos. —Haré todo lo que me indiquen para recuperar la memoria, lo prometo —contestó, luego de que pasó un largo rato y logró tranquilizarse por completo, fijó su mirada en el hombre que estaba a lado del doctor—. Me podrían decir, ¿quiénes es usted? —cuestionó sin recordar el nombre que le había dado el médico. —Soy Marc Jonhson, un placer. Mis hombres y yo te encontramos hace días inconsciente, me da mucho gusto saber que te estás recuperando, me preocupé mucho por ti. Ca