Las piernas me pesaban y los ojos me ardían, pero me obligue a salir de la casa. El viento gélido me erizó la piel a pesar de la sudadera que llevaba. Suspiré cansada al llegar y recordar cómo había llorado frente a Alessandra, llorar así estaba prohibido. Llorar así no solucionaría nada.Mientras conectaba los audífonos en mi teléfono, vi mi reflejo en las ventanas oscuras del auto rojo de Emilio. Casi me ahogué cuando mi estómago dió un vuelco, nervioso, pero recordé casi de inmediato que él lo había dejado para irse en un auto negro. Suspiré de nuevo. Yo no seguiría adelante con respecto a Emilio.A punto de sumergirme en la música que desbordaban los audífonos, un auto plateado apareció, disipando el silencio de la calle con su motor potente y estacionándose justo detrás del Ferrari antes de que Emilio bajara de él.-Buenos días- Contuve la respiración mientras con una sonrisa, él se dirigía al auto rojo.-¿Por qué...haces esto?- él le dio un par de golpecitos al techo del auto a
Picoteaba el desayuno que Alessandra me había servido mientras apretaba los dientes con fuerza. -¿ Y tú? ¿No tienes planes para hoy?- me preguntó de pronto. Mi tenedor se detuvo un momento, mientras la miraba fijamente -No, ¿Por qué me levantaste tan temprano?- me quejé antes seguir comiendo. -No juegues con la comida, termina rápido- extrañada, elevé la mirada hasta ella. -¿Por qué? ¿Quieres hacer algo?- sus labios se movieron inquietos, era extraño. El timbre sonó y sus ojos se precipitaron a la puerta, como un perro que reconoce a su dueño antes de que cruce la puerta. Sin mediar palabra alguna se dirigió a ella. La seguí con la mirada y un trozo de pan se atoró en mi garganta al ver a Emilio en el umbral de la puerta con esa ropa perfecta y esa perfecta sonrisa. Incrédula, ví como él se acercaba a mí, atravesando el pequeño espacio con unos pocos pasos. -¿Aún no estás lista? -¿Qué haces aquí? -¿Sufres de amnesia?- desvíe la mirada cuando sus ojos me miraron fijamente- te d
Pov's Alessandra:Cuando el viento se volvió más frío y pesado, estaba llegando a casa. Vi a Antoni y a mí madre conversando animadamente, sentados en la entrada de la casa. Suspiré y trate de poner mi mejor cara antes de llegar hasta ellos.- Alessandra, ¿Dónde estabas?- mi madre elevó la mirada hasta mí desde la mecedora que ocupaba.-Con la señora Donna- mentí enseguida- se me fue el tiempo hablando con ella. Por cierto... Pidió que le llevara pizza si hacíamos- sus ojos brillaron al oír la palabra "pizza" La trampa había funcionado.-¡Pero que gran idea! Hagamos pizza para la cena, no recuerdo la última vez que hicimos una juntos.-Ya que estamos de visita- habló Antoni - nosotros la haremos, ¿por qué no llama a la señora Donna y la invita a cenar con nosotros? Será divertido-Una alegre sonrisa apareció entre los labios de mi madre, se levantó de la mecedora y entró a la casa con prisa.-¡La llamaré!- gritó desde algún lugar mientras Antoni me guiñaba un ojo y yo lo miraba mal.-
El sol brillaba intensamente en Florencia. Mis lentes oscuros apenas eran de ayuda. Emilio llevaba el mismo par de lentes oscuros que no me permitían ver sus ojos pero sí la sonrisa que me dió al notar que lo veía. Aparté la mirada avergonzada. Sinceramente no imaginaba a Emilio como un hombre sencillo que caminara bajo el calor del sol y la frescura del viento, disfrutando de ello, pero allí estaba, sonriéndole a la nada. El jardin botanico brillaba como un diamante, debido a que los rayos solares de reflejaban en los cristales que revestían el edificio. Al entrar, se sintió como si nos hubiésemos transportado a una inmensa selva contenida. Centenares de aves coloridas revoloteaban por todos lados, mientras que otros se posaban en los hombros o cabezas de las personas. No pasó mucho para que cuatro aves amarillas, con algunas plumas salpicadas de verde y rojo, se acercaran hasta el balcón desde que mirábamos todo el lugar. Una pequeña y curiosa se posó sobre la cabeza de Emilio,
3 Días después....El olor del hospital ya no era tan insoportable pero aún emanaba esa sensación incómoda que me tensaba el cuerpo. Tres días habían pasado Alessa aún no despertaba. Tres días y aún no había rastro alguno de Emilio.Las grabaciones habían sido suspendidas luego de contarle lo necesario a Adriano y que éste lo notificara al director, manteniéndome al corriente con llamadas. El tiempo parecía ir más lento, como si quisiera alargar este momento amargo solo para torturarme. Calentándome las manos con el vaso de café que sostenía, recorrí los pasillos del hospital, arrastrando los pies hasta el ascensor, en dirección a la habitación de Alessandra. Como las mañanas previas, miré el cielo por la ventana un momento para luego tomar asiento frente a Alessandra, y dejar el teléfono sobre mis piernas, en altavoz, viéndola respirar débilmente y escuchando los largos y fríos pitidos que llamaban a Emilio hasta el cansancio, en vano, esperando... guardando la esperanza de que ella
La cabeza me daba vueltas y mi respiración se había descontrolado. Liberé mi brazo y retrocedí para alejarme, pero nuevamente logró detenerme.-Suélteme- Ariana... - ¿Cuál es tu excusa?-Ariana... -le clavé la mirada, con rabia contenida.- No te atrevas a decir mi nombre de nuevo. Podría golpearte aquí mismo- Sus ojos se clavaron en los míos, cortándome la respiración.- Hazlo. - Ni siquiera puedes darme una excusa.- Golpéame- lo miré a los ojos, llena de impotencia y furia contenida. Quería golpearlo con todas mis fuerzas pero no podía. Las lágrimas se agolparon en mis ojos, cargadas de ira.- Yo confié en ti...te fuiste sin decir nada, pensé... pensé que Alessandra moriría y tú no respondiste una sola llamada- las lágrimas me traicionaron- ¡yo confié en ti!- intentó acercarse pero retrocedí bruscamente y aparté mis lágrimas mientras clavaba la mirada en el suelo. Mi voz se quebró- Ahora no eres más que un extraño para mí. No vales la pena...- corrí desesperada hasta el departam
Me levanté de golpe y miré la hora en mi celular. Eran más de las seis de la mañana. Aún espabilando, salí de la cama de un salto y corrí al baño. Miré a mí alrededor agitada y confundida. No podía recordar como había vuelto a casa pero ahora solo estaba concentrada en arreglarme lo más rápido posible para no llegar tarde al set, aunque era imposible. Necesitaría de un milagro para llegar justo a tiempo.Entre tropezones salí de la habitación mientras verificaba que todo lo necesario estuviese en mi bolso- Alessa, no comeré aquí, ¡ya me voy!- paré en seco y casi me caí al ver a Emilio sentado frente al mesón de la cocina tomando una taza de café junto a Alessandra, tan casuales que se me revolvió el estómago y se me erizó la piel por los nervios. Por alguna razón no pude moverme al ver un atisbo de sonrisa por la comisura de sus labios mientras él me miraba fijamente – ¿qué...haces aquí?- dió un ultimo sorbo a su taza divertido, como si algo de causara gracia. Fruncí el ceño, confun
Alessa no estaba en casa y había un silencio absoluto. No pude evitar mirar por encima de mi hombro varias veces. A punto de ir a tomar una ducha, algo destelló en la oscuridad de la habitación. El collar que Costas me había regalado estaba sobre la peinadora. Un peso cayó sobre mis hombros al verlo y mis piernas se volvieron pesadas mientras arrastraba los pies y me sentaba frente a la peinadora, contemplando el collar. Cerré los ojos y respiré profundo. Los recuerdos se liberaron en mi mente como una vieja película, rebobinándose a toda velocidad. Abrí los ojos de golpe y miré mi reflejo en el espejo un momento antes de tomar el collar y mi bolso para salir. Todo era extraño dentro del taxi, como si el tiempo, los sonidos, los sentimientos y pensamientos, como si todo el ruido fuese amortiguado y diluido hasta disiparse y dejar una molesta presión en mis oídos, como si estuviese bajo el agua. De alguna forma, el acuario seguía abierto a pesar de la hora, pero no le tomé tanta aten