- Tu amiga me llamó. Quise llevártelas al hospital pero no te quedaste, y no creo que me dejaran llevarlas todas ¿Te gustan?- las palabras se atoraron en mi garganta y no pude dejar de mirar consternada su rostro -¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?- Son bonitas...- murmuré en voz baja, pero pareció escucharme.-Ah... Te he conmovido ¿Cierto? - Su perfecta dentadura saltó a la vista al escaparse una sonrisa más amplia. -¿Cómo supo donde encontrarme? Cuando me secuestraron- su mirada se entornó.- Cuando te fuiste, bajé por las escaleras de emergencias y al llegar al lobby, vi cómo te llevaban. Mi auto estaba afuera, así que los seguí.- Fue peligroso...- No me da miedo el peligro- comentó levantando su barbilla al tiempo que esbozaba una sonrisa burlona tan arrebatadora... Suspiré, decidida a no alargar más este encuentro.-Vine porque...- su sonrisa se borró al instante y me miró atentamente- no seguiré trabajando aquí. Ya terminó mi contrato.-No -respondió cortante, con tanta brusqued
El brillante azul del cielo no me parecía tan agradable como de costumbre. Me regañé a mí misma al notar como me dejaba arrastrar por la depresión y mis ánimos, cayendo en picada. Suspiré.El grito potente de los chicos y el sonido sordo de los choques de las armas y los golpes, eran contenidos por las paredes de cristal a la que Adriano y yo le dabamos la espalda.-¿Dónde estuviste estos días?- Trabajando - Murmuré, concentrandome en sonar convincente y suprimir los recuerdos que esa respuesta traía consigo.-Estos días quise decirte algo...- curiosa me volví hacia él pero su mirada estaba fija en el cielo, de forma ausente.-¿De qué se trata?- sus ojos se posaron en los míos por un momento. De forma tan intensa que parecía una eternidad.-Creo que debo esperar un poco más - lo miré confundida, a la espera, pero me tensé al sentir su mano tomar un mechón de mi cabello y colocarlo con delicadeza detrás de mi oreja- No quiero darte otra cosa más en la que pensar.Sólo concéntrate en v
Apenas llegué al instituto donde se filmaría, quise tomar el autobús de regreso.Era mi preparatoria.Las estudiantes estaban en la entrada, tratando de pasar a los guardias de seguridad que las retenían a toda costa. Imaginé a quién querían ver.Con la cabeza gacha pasé de largo, siguiendo una furgoneta blanca que entraba por la parte trasera del edificio. Entonces todo sucedió tan rápido que apenas pude procesarlo.Me hallé en una de las aulas rodeada por cuatro mujeres y una quinta, revisando un armario rodante lleno de uniformes escolares. En un parpadeo fuí peinada, maquillada y vestida.Casi caí al suelo al verme al espejo. Tres años se habían desvanecido y la Ariana de 18 años temblaba por la impresión frente a su reflejo.- ¿Está bien?- el tono de preocupación de la pequeña chica a mi lado, me trajo a la realidad. Como pude asentí, apartando la mirada y salí del salón. Mi corazón latía con fuerza y mis oídos zumbaban. Casi me quedé sin aire al pasar junto al armario de limpi
No sabía cuánto tiempo había pasado pero ya había anochecido y el salón se volvía cada vez más frío. La falda de estudiante no ayudaba.Emilio permaneció en silencio a mi lado,con esa tonta sonrisa surcando sus labios.-¿Te parece divertido?- Me miró de reojo antes de sonreír ampliamente. Contuve las ganas de bufar. Sin decir nada, se quitó el abrigo que llevaba y me cubrió, los nervios movieron mis brazos con urgencia y me apresuré a devolvérselo, dejándolo sobre sus piernas.-Estás temblando, te congelarás.-Estoy bien.-Ya no eres tan atenta-musitó volviendo a cubrirme.-Ya no soy su mucama- le recordé, quitándomelo de nuevo-Creo que estaremos aquí un largo rato, ¿Qué quería decir?- Al no responder, volteė a verlo,tensándome al encontrar sus ojos clavados en los míos.-Estarás junto a mí toda la noche. Te lo diré luego- traté de evitarlo con todas mis fuerzas, pero no pude. Mi corazón estaba latiendo nervioso por él. De inmediato me levanté y carraspeé, intentando, en vano, abrir
Las piernas me pesaban y los ojos me ardían, pero me obligue a salir de la casa. El viento gélido me erizó la piel a pesar de la sudadera que llevaba. Suspiré cansada al llegar y recordar cómo había llorado frente a Alessandra, llorar así estaba prohibido. Llorar así no solucionaría nada.Mientras conectaba los audífonos en mi teléfono, vi mi reflejo en las ventanas oscuras del auto rojo de Emilio. Casi me ahogué cuando mi estómago dió un vuelco, nervioso, pero recordé casi de inmediato que él lo había dejado para irse en un auto negro. Suspiré de nuevo. Yo no seguiría adelante con respecto a Emilio.A punto de sumergirme en la música que desbordaban los audífonos, un auto plateado apareció, disipando el silencio de la calle con su motor potente y estacionándose justo detrás del Ferrari antes de que Emilio bajara de él.-Buenos días- Contuve la respiración mientras con una sonrisa, él se dirigía al auto rojo.-¿Por qué...haces esto?- él le dio un par de golpecitos al techo del auto a
Picoteaba el desayuno que Alessandra me había servido mientras apretaba los dientes con fuerza. -¿ Y tú? ¿No tienes planes para hoy?- me preguntó de pronto. Mi tenedor se detuvo un momento, mientras la miraba fijamente -No, ¿Por qué me levantaste tan temprano?- me quejé antes seguir comiendo. -No juegues con la comida, termina rápido- extrañada, elevé la mirada hasta ella. -¿Por qué? ¿Quieres hacer algo?- sus labios se movieron inquietos, era extraño. El timbre sonó y sus ojos se precipitaron a la puerta, como un perro que reconoce a su dueño antes de que cruce la puerta. Sin mediar palabra alguna se dirigió a ella. La seguí con la mirada y un trozo de pan se atoró en mi garganta al ver a Emilio en el umbral de la puerta con esa ropa perfecta y esa perfecta sonrisa. Incrédula, ví como él se acercaba a mí, atravesando el pequeño espacio con unos pocos pasos. -¿Aún no estás lista? -¿Qué haces aquí? -¿Sufres de amnesia?- desvíe la mirada cuando sus ojos me miraron fijamente- te d
Pov's Alessandra:Cuando el viento se volvió más frío y pesado, estaba llegando a casa. Vi a Antoni y a mí madre conversando animadamente, sentados en la entrada de la casa. Suspiré y trate de poner mi mejor cara antes de llegar hasta ellos.- Alessandra, ¿Dónde estabas?- mi madre elevó la mirada hasta mí desde la mecedora que ocupaba.-Con la señora Donna- mentí enseguida- se me fue el tiempo hablando con ella. Por cierto... Pidió que le llevara pizza si hacíamos- sus ojos brillaron al oír la palabra "pizza" La trampa había funcionado.-¡Pero que gran idea! Hagamos pizza para la cena, no recuerdo la última vez que hicimos una juntos.-Ya que estamos de visita- habló Antoni - nosotros la haremos, ¿por qué no llama a la señora Donna y la invita a cenar con nosotros? Será divertido-Una alegre sonrisa apareció entre los labios de mi madre, se levantó de la mecedora y entró a la casa con prisa.-¡La llamaré!- gritó desde algún lugar mientras Antoni me guiñaba un ojo y yo lo miraba mal.-
El sol brillaba intensamente en Florencia. Mis lentes oscuros apenas eran de ayuda. Emilio llevaba el mismo par de lentes oscuros que no me permitían ver sus ojos pero sí la sonrisa que me dió al notar que lo veía. Aparté la mirada avergonzada. Sinceramente no imaginaba a Emilio como un hombre sencillo que caminara bajo el calor del sol y la frescura del viento, disfrutando de ello, pero allí estaba, sonriéndole a la nada. El jardin botanico brillaba como un diamante, debido a que los rayos solares de reflejaban en los cristales que revestían el edificio. Al entrar, se sintió como si nos hubiésemos transportado a una inmensa selva contenida. Centenares de aves coloridas revoloteaban por todos lados, mientras que otros se posaban en los hombros o cabezas de las personas. No pasó mucho para que cuatro aves amarillas, con algunas plumas salpicadas de verde y rojo, se acercaran hasta el balcón desde que mirábamos todo el lugar. Una pequeña y curiosa se posó sobre la cabeza de Emilio,