Luego de eso era posible que fuera despedida así que decidí volver a la academia por mis cosas. La imagen de Emilio corriendo hacia mí se repetía una y otra vez en mi cabeza mientras salía del Hotel. Miré el alto edificio del que salí y suspiré.En un suspiro ocurrió todo.Tres hombres aparecieron y me tomaron, metiéndome entre forcejeos a una camioneta negra.En un suspiro el miedo se apoderó de cada fibra de mi cuerpo, dominandome.Y solo un suspiro fué suficiente para que un pañuelo sobre mi nariz desvaneciera el mundo y me enviara al abismo más aterrador.¿Esta vez...acabaría todo?Desperté de golpe a sentir que me ahogaba. El agua me escurría por el rostro y algunos mechones de cabello.Algo atontada y mareada miré con dificultad al hombre frente a mí,retirando de sus labios un cigarrillo y liberando el humo al aire. Cuando logré adaptar la vista y ver con claridad, noté una larga y horrible cicatriz recorriendo su sien hasta llegar a su mejilla izquierda.- Lamento despertarte
-Ha perdido algo de sangre pero la herida no es muy profunda...- sentí un punto de dolor taladrarme la cabeza. Dolía mucho pero mientras ese dolor inrrumpía a través de la oscuridad, otros muchos más fuertes acudían a distintas partes de mi cuerpo, reteniendome. Una brillante luz blanca se abrió paso entre las tinieblas, tan intensa, que incluso a la distancia que había de por medio, comenzaba a cegarme pero eso no borraba ni por atisbo la desesperación que sentía por salir de ese extraño y aterrador lugar.Intenté abrir los ojos mientras intentaba emerger de golpe de aquel agujero oscuro.-Me temo que hay algunas costillas rotas -sentí una punzada en el costado al intentar inspirar aire. A pesar de que flotaba bajo aguas negras, habían demasiados dolores para soportarlo,pero eso fué suficiente para salir al fin de la oscuridad.Pestañeé sin poder detenerme. No podía ver con claridad a las altas figuras que me observaban porque mis ojos estaban empañados.-Ariana... - me llamó Emilio
- Tu amiga me llamó. Quise llevártelas al hospital pero no te quedaste, y no creo que me dejaran llevarlas todas ¿Te gustan?- las palabras se atoraron en mi garganta y no pude dejar de mirar consternada su rostro -¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?- Son bonitas...- murmuré en voz baja, pero pareció escucharme.-Ah... Te he conmovido ¿Cierto? - Su perfecta dentadura saltó a la vista al escaparse una sonrisa más amplia. -¿Cómo supo donde encontrarme? Cuando me secuestraron- su mirada se entornó.- Cuando te fuiste, bajé por las escaleras de emergencias y al llegar al lobby, vi cómo te llevaban. Mi auto estaba afuera, así que los seguí.- Fue peligroso...- No me da miedo el peligro- comentó levantando su barbilla al tiempo que esbozaba una sonrisa burlona tan arrebatadora... Suspiré, decidida a no alargar más este encuentro.-Vine porque...- su sonrisa se borró al instante y me miró atentamente- no seguiré trabajando aquí. Ya terminó mi contrato.-No -respondió cortante, con tanta brusqued
El brillante azul del cielo no me parecía tan agradable como de costumbre. Me regañé a mí misma al notar como me dejaba arrastrar por la depresión y mis ánimos, cayendo en picada. Suspiré.El grito potente de los chicos y el sonido sordo de los choques de las armas y los golpes, eran contenidos por las paredes de cristal a la que Adriano y yo le dabamos la espalda.-¿Dónde estuviste estos días?- Trabajando - Murmuré, concentrandome en sonar convincente y suprimir los recuerdos que esa respuesta traía consigo.-Estos días quise decirte algo...- curiosa me volví hacia él pero su mirada estaba fija en el cielo, de forma ausente.-¿De qué se trata?- sus ojos se posaron en los míos por un momento. De forma tan intensa que parecía una eternidad.-Creo que debo esperar un poco más - lo miré confundida, a la espera, pero me tensé al sentir su mano tomar un mechón de mi cabello y colocarlo con delicadeza detrás de mi oreja- No quiero darte otra cosa más en la que pensar.Sólo concéntrate en v
Apenas llegué al instituto donde se filmaría, quise tomar el autobús de regreso.Era mi preparatoria.Las estudiantes estaban en la entrada, tratando de pasar a los guardias de seguridad que las retenían a toda costa. Imaginé a quién querían ver.Con la cabeza gacha pasé de largo, siguiendo una furgoneta blanca que entraba por la parte trasera del edificio. Entonces todo sucedió tan rápido que apenas pude procesarlo.Me hallé en una de las aulas rodeada por cuatro mujeres y una quinta, revisando un armario rodante lleno de uniformes escolares. En un parpadeo fuí peinada, maquillada y vestida.Casi caí al suelo al verme al espejo. Tres años se habían desvanecido y la Ariana de 18 años temblaba por la impresión frente a su reflejo.- ¿Está bien?- el tono de preocupación de la pequeña chica a mi lado, me trajo a la realidad. Como pude asentí, apartando la mirada y salí del salón. Mi corazón latía con fuerza y mis oídos zumbaban. Casi me quedé sin aire al pasar junto al armario de limpi
No sabía cuánto tiempo había pasado pero ya había anochecido y el salón se volvía cada vez más frío. La falda de estudiante no ayudaba.Emilio permaneció en silencio a mi lado,con esa tonta sonrisa surcando sus labios.-¿Te parece divertido?- Me miró de reojo antes de sonreír ampliamente. Contuve las ganas de bufar. Sin decir nada, se quitó el abrigo que llevaba y me cubrió, los nervios movieron mis brazos con urgencia y me apresuré a devolvérselo, dejándolo sobre sus piernas.-Estás temblando, te congelarás.-Estoy bien.-Ya no eres tan atenta-musitó volviendo a cubrirme.-Ya no soy su mucama- le recordé, quitándomelo de nuevo-Creo que estaremos aquí un largo rato, ¿Qué quería decir?- Al no responder, volteė a verlo,tensándome al encontrar sus ojos clavados en los míos.-Estarás junto a mí toda la noche. Te lo diré luego- traté de evitarlo con todas mis fuerzas, pero no pude. Mi corazón estaba latiendo nervioso por él. De inmediato me levanté y carraspeé, intentando, en vano, abrir
Las piernas me pesaban y los ojos me ardían, pero me obligue a salir de la casa. El viento gélido me erizó la piel a pesar de la sudadera que llevaba. Suspiré cansada al llegar y recordar cómo había llorado frente a Alessandra, llorar así estaba prohibido. Llorar así no solucionaría nada.Mientras conectaba los audífonos en mi teléfono, vi mi reflejo en las ventanas oscuras del auto rojo de Emilio. Casi me ahogué cuando mi estómago dió un vuelco, nervioso, pero recordé casi de inmediato que él lo había dejado para irse en un auto negro. Suspiré de nuevo. Yo no seguiría adelante con respecto a Emilio.A punto de sumergirme en la música que desbordaban los audífonos, un auto plateado apareció, disipando el silencio de la calle con su motor potente y estacionándose justo detrás del Ferrari antes de que Emilio bajara de él.-Buenos días- Contuve la respiración mientras con una sonrisa, él se dirigía al auto rojo.-¿Por qué...haces esto?- él le dio un par de golpecitos al techo del auto a
Picoteaba el desayuno que Alessandra me había servido mientras apretaba los dientes con fuerza. -¿ Y tú? ¿No tienes planes para hoy?- me preguntó de pronto. Mi tenedor se detuvo un momento, mientras la miraba fijamente -No, ¿Por qué me levantaste tan temprano?- me quejé antes seguir comiendo. -No juegues con la comida, termina rápido- extrañada, elevé la mirada hasta ella. -¿Por qué? ¿Quieres hacer algo?- sus labios se movieron inquietos, era extraño. El timbre sonó y sus ojos se precipitaron a la puerta, como un perro que reconoce a su dueño antes de que cruce la puerta. Sin mediar palabra alguna se dirigió a ella. La seguí con la mirada y un trozo de pan se atoró en mi garganta al ver a Emilio en el umbral de la puerta con esa ropa perfecta y esa perfecta sonrisa. Incrédula, ví como él se acercaba a mí, atravesando el pequeño espacio con unos pocos pasos. -¿Aún no estás lista? -¿Qué haces aquí? -¿Sufres de amnesia?- desvíe la mirada cuando sus ojos me miraron fijamente- te d